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Reportaje:

Los niños no quieren guerra

Doce vecinos de La Marina Alta evocan en un documental su evacuación cuando eran niños de Madrid en 1936 bajo las bombas

"En esta lucha se ventila no sólo el porvenir de España sino la existencia de toda la clase trabajadora, de nuestras mujeres y de nuestros niños: el Comité Nacional de Refugiados de Guerra se dirige a todos los alicantinos pidiéndoles que en estas circunstancias superen todo lo que han hecho hasta ahora". Con este ruego casi desesperado, el alto mando republicano de Alicante solicitó en 1936 un "sacrificio" a las familias para que acogieran a los niños que huían del frente de Madrid, sometido a un bombardeo sin piedad por los fascistas. La muerte de casi cien pequeños en un ataque a un grupo escolar, cuyas imágenes grabadas por el Socorro Rojo estremecieron a Europa, aceleraron la evacuación de más de 2.000 de ellos a la costa valenciana. Unos 500 llegaron a La Marina Alta. Muchos jamás regresaron.

"Enseñaban a los niños de Dénia a ocultarse de las bombas"
Las familias escogían entre decenas de niños famélicos

La crónica de este exilio la cuenta en el documental Los niños no quieren la guerra el periodista y director Eduard Torres, quien ha entrevistado a 12 de esos menores, hoy ancianos, acogidos en Xàbia, Dénia y Pego. Su memoria evoca infancias rotas y familias separadas. "Así que los niños se quedaron a vivir para siempre con las nuevas familias que les acogieron aquí entre octubre y noviembre de 1936, se integraron en La Marina Alta, aprendieron a hablar en impecable valenciano y fueron conocidos como los madrileños" resume Torres.

Aquellos niños protagonizaron el primer éxodo de estas características que tuvo lugar en Europa. Los protagonistas del documental que la productora Cadiradefusta comenzó a grabar en 2005 y que ha recibido el apoyo de la Asociación Antoni Llidó de Xàbia, narran los días previos a la evacuación, cuando vagaban por Madrid bajo las bombas, no había escuela y se juntaban para acudir a ver cómo fusilaban a falangistas o curas. Su evacuación se realizó en camiones de carga o en trenes hasta las plazas de los pueblos de La Marina, donde, en una atmósfera de caos, las familias locales escogían, entre decenas de niños hambrientos y sin dormir a uno al que llevarse. Setenta años después, Paulina recuerda: "Nos trasladaron a una sala muy grande en el cuartel de la Guardia Civil y nos dieron pan con chocolate. Después vino una mujer, me preguntó mi nombre y me llevó con ella".

Al principio les sorprendió el idioma: "Me decían anem a sopar y yo me quedaba parada porque no entendía, aunque tenía mucha hambre". Pronto lo aprendieron. En guerra, aquellos pueblos no eran prósperos, pero los pequeños recibían alimento e iban al colegio y al cine. En 1937, al comenzar los bombardeos sobre Dénia, los madrileños fueron muy útiles para los niños nativos "porque les enseñaban a protegerse de las bombas" añade Torres.

Un grupo de niños evacuados desde Madrid en 1936 durante la Guerra Civil española.
Un grupo de niños evacuados desde Madrid en 1936 durante la Guerra Civil española.

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