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La reforma del modelo económico de la CEV incluye a las inmobiliarias

La patronal de Valencia apuesta por un sistema financiero autonómico capaz

La realidad es la que es. Y es como es. José Vicente González, presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV), pondrá hoy sobre la mesa la necesidad de implicar a los empresarios de la construcción como motor de la innovación de un modelo económico valenciano que garantice el crecimiento futuro. La industria del ladrillo ha sido demonizada en el ámbito territorial valenciano como un factor de distorsión añadido a la crisis financiera internacional. Pero su peso sobre la economía regional es innegable. Promotores y constructores llegaron a generar más del 10% de la riqueza regional y su desplome no puede ser asumido por ningún otro sector, sobre todo, en términos de empleo. Por esa razón, la CEV plantea que la industria de la construcción debe ejercer como motor generador de nuevas industrias.

La CEV consagra la flexibilidad como clave del crecimiento futuro
Industria agrícola, distribución y turismo, resortes contra la crisis

Un modelo de excelencia lo ofreció ayer Becsa, la actual Lubasa, que anunció la inversión de más de dos millones de euros a lo largo de 2009 en el desarrollo de nuevos materiales como betún y polvo de neumático para el asfaltado, vigas preensambladas para la construcción de un puente o un nuevo sistema de control dimensional para la construcción del Ágora, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.

La economía valenciana tiene otros resortes sobre los que cimentar su crecimiento. La agricultura y, sobre todo, la exitosa industria agroalimentaria. El comercio y la eficacia de los grandes distribuidores netamente valencianos. Y el turismo.

Vicente Lafuente, presidente de Femeval, la patronal metalúrgica valenciana, reclamó el martes un esfuerzo, "desde el punto de vista autonómico", para pergeñar "un modelo de desarrollo económico que defina quiénes somos, adónde queremos llegar y en qué se debe apostar".

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La CEV no está dispuesta a esperar a que los políticos cojan el guante y José Vicente González, que dejó la presidencia de Femeval en manos de Lafuente, difundirá hoy una serie de reflexiones para estimular el debate sobre el futuro económico.

La propuesta parte de un diagnóstico. Las empresas valencianas han perdido competitividad debido a su baja productividad y su reducido tamaño. Carecen de capacidad para responder a la competencia en un mercado global. Y no han sabido adaptarse a la evolución de la demanda en sus respectivos sectores.

La CEV consagra como clave de un nuevo modelo productivo la flexibilidad. Facilidades para constituir empresas, un entorno institucional favorable, un aprovechamiento de las virtudes geográficas de la Comunidad Valenciana como factor de competitividad, una normativa simple y una implicación activa del sistema financiero autonómico en el modelo productivo del futuro. Una llamada a la implicación de las cajas de ahorro en fondos de capital riesgo con aportaciones tanto públicas como privadas que estimulen el nacimiento de nuevas empresas. La patronal provincial establece, desde luego, que la empresa debe ser el eje central sobre el que debe cimentarse cualquier modelo de crecimiento futuro.

A partir de ese axioma, salir de la crisis exige fomentar las vocaciones empresariales, abolir los obstáculos para los emprendedores y apostar por un mercado laboral comprometido con la competitividad, siempre de acuerdo con las recetas de la CEV.

Pero también exige la coordinación entre administraciones, un clamor de todas las organizaciones patronales, que asisten impotentes a la incapacidad de los dos grandes partidos políticos españoles de alcanzar acuerdos siquiera sobre mínimos.

González tiene previsto deslizar algún guiño hacia el proyecto de ley de economía sostenible que hoy tiene previsto aprobar el Gobierno central. Para insistir en algunas claves estratégicas que requiere cualquier impulso de la economía de la Comunidad Valenciana: estimular el aumento de tamaño de las empresas, mejorar la eficiencia del sistema de innovación y adecuar la formación profesional a las necesidades reales de las empresas.

Ferrando respalda el alegato de Femeval y Rambla se lava las manos

Los ecos del severo discurso que pronunció Vicente Lafuente, presidente de Femeval, el martes por la noche, siguen reverberando. Rafael Ferrando, presidente de Cierval, la patronal autonómica, aprovechó una comparecencia junto a Vicente Rambla, vicepresidente y consejero de Industria, para dar un espaldarazo a Lafuente, quien denunció el abandono de la clase empresarial de parte de unos políticos más preocupados por los problemas internos de sus partidos que por buscar soluciones a la crisis económica. "Fue un discurso realista, un reflejo de la situación", dijo.

"Yo estaba allí y tuve la oportunidad de felicitarle. Es importante que los empresarios traslademos nuestras posiciones. En nuestras manos está mejorar la productividad y tender puentes hacia los sindicatos. Pero la Administración también tiene que cumplir con sus obligaciones", añadió el presidente de Cierval en alusión la morosidad de las administraciones que denunció Lafuente, "y tomar las decisiones necesarias porque la sociedad no siente la confianza necesaria. Las reivindicaciones de los empresarios son hacia todas las administraciones".

Rambla concedió su importancia al discurso de Lafuente pero optó por una salida de manual para lavarse las manos. "He leído entera la intervención. Hace una crítica generalizada. El empresariado necesita confianza. Es necesario un discurso crítico, pero la mayor parte de las críticas iban dirigidas al Gobierno central, que sube los impuestos, cuando lo que todo el mundo demanda es reactivar el consumo".

Jorge Alarte, secretario general del PSPV, afirmó que "es hora de cambiar de prioridades, de dejar atrás la economía especulativa y la vorágine para apostar por la industria, por la economía de verdad". Alarte intervino en la apertura del congreso de la federación del metal y la construcción de UGT, para sentenciar que "a los gobiernos se les mide por su capacidad de poner encima de la mesa medidas para que la crisis sea un proceso al que combatir activamente", una forma de subrayar la parálisis del Consell.

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