Enric Masó, alcalde de Barcelona en el 'tardofranquismo'
Ocupaba el cargo cuando se rechazó una moción a favor del catalán
Enric Masó Vázquez, que fue alcalde de Barcelona en el tardofranquismo, murió ayer a los 85 años. Su mandato, entre los convulsos años 1973 y 1975, fue tan corto como intenso. Fue alcalde justo en el bienio que va desde la muerte del almirante y presidente del Gobierno franquista Luis Carrero Blanco, en 1973, hasta la del propio Francisco Franco, dos años después.
Masó fue primero un profesional y empresario que ejerció de ingeniero, después pasó a efímero político y de ahí retornó a ser empresario. Afable y pragmático, tocó muchas teclas en el campo empresarial y profesional antes de ser nombrado alcalde de Barcelona. En la alcaldía sucedió al longevo alcalde José María Porcioles, un notario de trayectoria bien distinta, que fue alcalde durante 16 años. Masó fue relevado por Joaquín Viola Sauret, asesinado años después en un atentado terrorista.
Perteneció a ese movimiento no inventariado de literatura de frontera
Quizá el momento más polémico del mandato de Masó fue la histórica moción del catalán en el Ayuntamiento de Barcelona, el 4 de marzo de 1975. Ese día Masó presidía el pleno como alcalde cuando el regidor Jacint Soler Padró pidió que se votara una partida de ayuda al catalán en los presupuestos municipales. Masó se abstuvo. Finalmente, después de un día frenético, la moción fue rechazada por 18 votos, los célebres entonces 18 del no, con sólo 9 votos a favor. Aquello ocasionó un gran revuelo.
Uno de los regidores que votaron no, el presidente de la Confederación de Comercio, Pere Llorens, luego arrepentido de su voto, ha dejado escrito que el alcalde Masó les metió miedo para que rechazaran la propuesta y que llegó a decirles que si votaban a favor podría haber consecuencias del Gobierno contra la ciudad. Masó pasó rápidamente página tras dejar la alcaldía a finales de 1975.
50 años de empresario
Ya fuera de la política, Masó abarcó cinco décadas de actividad en los sectores público y privado. Fue presidente de CASA, la compañía aeronáutica integrada en el extinto Instituto Nacional de Industria. Ocupó cargos en el sector bancario como presidente de Banca Mas Sardá, filial entonces del Banco de Bilbao, y dotado con uno de los servicios de estudios más potentes en los años setenta, también como consejero del Banco de Bilbao y como vicepresidente del Banco Industrial de Cataluña.
Pero quizá inducido por su condición de ingeniero se volcó en el entonces pujante sector de la electrónica de consumo. Presidió las sociedades Emerson y Kolster y la Compañía de Electrónica y Comunicaciones. Fruto de esta experiencia, se dedicó a impulsar el salón Sonimag de la Feria de Barcelona, dedicado a la electrónica de consumo.
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