La chapuza está en el aire
Los detalles de la fusión Iberia-British Airways son decepcionantes
El acuerdo de fusión entre British Airways e Iberia debería constituir un momento de triunfo para un sector de las aerolíneas europeo que pide a gritos la consolidación. Pero aunque la lógica para la fusión existe, el detalle del acuerdo es decepcionante.
Al igual que Air France/KLM y Lufthansa/Swiss Air antes que ellas, las aerolíneas de bandera británica y española han dado con una estructura intrincada para saltarse los obstáculos reguladores. Una nueva empresa matriz será propietaria de los derechos económicos de ambas aerolíneas, mientras que los derechos de voto residen en las "empresas nacionales de control" británica y española recién creadas. La estructura permite que ambas conserven derechos de tráfico internacional.
Pero los acuerdos sobre la dirección son un gran desastre. El grupo paraguas se constituirá en Madrid, mientras que la sede social y la cotización primaria estarán en Londres. Celebrar las reuniones del Consejo de Administración y de los accionistas en Madrid cuando todo ocurre en Londres dista de ser lo ideal. Peor aún, el control de la ampliada BA/Iberia no estará en manos de la directiva de ninguna de las partes. El grupo tendrá tres Consejos de Administración divididos a partes iguales entre las dos aerolíneas. Parece diseñado para dar a todos un cargo. Una razón por la que funcionó la fusión de Air France es que los franceses manejaban el timón.
BA ha tenido que aceptar estas concesiones porque su balance general era peor y tenía un déficit de pensiones de 2.600 millones de libras. No es difícil entender por qué Iberia que dispone de circulante desea mantenerse como una empresa no británica. De hecho, Iberia todavía puede abandonar si no le gusta el acuerdo que BA alcance en junio con los fondos de pensiones acerca del déficit.
Las dos aerolíneas llevan más de una década trabajando juntas. Aun así, esta organización directiva tan chapucera hará más difícil que se alcancen las supuestas sinergias de 400 millones de euros, de las que un tercio dependen ya optimistamente de los aumentos de ingresos.
En un mundo perfecto, BA habría solucionado primero sus problemas de pensiones, lo cual habría permitido una estructura más limpia para el acuerdo. Pero dado que las aerolíneas experimentan pérdidas de explotación combinadas de 650 millones de euros, sin duda están ansiosas por encontrar un modo de reducir costes.
Aun así, la fusión no se completará hasta dentro de un año, y todas las sinergias no se harán efectivas hasta cinco años después. Puede que este acuerdo sea simplemente la opción menos mala para ambas empresas.
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