Estigmas, demagogia, impuestos
Fernández de Figueroa ha perdido el norte. Declara en la contraportada de EL PAÍS del 9 de noviembre: "Hay mucha demagogia. En este país se está estigmatizando a los ricos... hay historias de trabajo y esfuerzo". Trabajar -en muchos casos, sólo especular- para enriquecerse, siempre a costa del empobrecimiento de muchos, no es honesto. Trabajar -una suerte en los tiempos que corren- para vivir, un derecho y una obligación. Trabajar para sobrevivir, a veces para malvivir y otras muchas para malmorir, es un estigma -como indicativo mórbido- de nuestra civilización que afecta a una enorme parte de la humanidad. Éstos sí que están estigmatizados, marcados en su cuerpo.
Le compadezco en la labor de "confesor" de sus clientes. Los "pecados" deben de ser muchos y horribles. No puedo concebir que el estigma que les afecta y al que se refiere, sea esa huella sobrenatural que según dicen afecta a los santos.
Le sugiero que les aconseje como penitencia el pago de más impuestos. Las matemáticas, que deben ser su fuerte, es decir, la proporcionalidad, lo exigen. ¡Deje de adorar el becerro de oro! ¿Demagogia? ¡No, gracias! "Más impuestos, menos expuestos", lema de un colectivo de nuestro país que no es demagogia.