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Un hombre mata a tiros a una mujer y hiere de gravedad a su hijo

"Arrieritos somos y en el camino nos veremos", advertía el hermano de la víctima

Cuatro disparos estaban grabados sobre el parabrisas, y la ventanilla del copiloto había quedado hecha añicos por las balas. Un hijo de Yolanda R. R., la mujer de 48 años asesinada a tiros en el interior de una furgoneta ayer en el distrito de Villaverde, gritaba rabioso: "Le han volado la tapa de los sesos". Se paseaba por el área precintada por la policía y lloraba: "Que me hubieran matado a mí esos cobardes".

Yolanda no viajaba sola. Le acompañaban otros dos hijos. Los tres ocupantes del vehículo tenían antecedentes policiales. Cuando la furgoneta, una Ford blanca, circulaba por la carretera de Villaverde a Vallecas, en torno a las 17.05 horas, un hombre descendió de un coche cercano, se aproximó a la furgoneta y disparó varias veces. La mujer, que ocupaba el asiento del copiloto, recibió al menos tres disparos: uno en cada hemitórax y un tercero en el cráneo. El conductor, Daniel B. R., también se llevó un impacto de bala en la cara y otro en un brazo, por los que fue ingresado en el hospital Doce de Octubre con pronóstico grave. El tercer ocupante, Jon B. R., que viajaba en la parte trasera, resultó ileso y sólo precisó de la atención de los psicólogos del Samur cuando llegaron al lugar de los hechos.

El homicida abrió fuego contra la furgoneta en que viajaba la familia

Los vecinos alertaron a la policía de los disparos. Acudieron a la zona varias patrullas del distrito de Usera-Villaverde, la Policía Científica y agentes del Grupo V de Homicidios de la Policía Judicial. Poco a poco, en torno a una veintena de familiares de la víctima se fueron reuniendo en la zona en un estado de gran agitación.

El hermano de Yolanda, un hombre fuerte y con la cabeza rapada, se hizo rápidamente con el control del escenario del tiroteo, dándole continuas órdenes e indicaciones a sus familiares. "Arrieritos somos y en el camino nos veremos", murmuraba en una esquina en referencia a los autores de los disparos. Instantes después, salió corriendo, seguido de otros parientes, para amenazar a los periodistas que se encontraban por la zona.

Los familiares siguieron en los alrededores aún después de que se produjera el levantamiento del cadáver, en torno a las 10 de la noche. Entre los curiosos sobraban las especulaciones, pero no había ningún testigo ocular del tiroteo ni de la huida del agresor. "Es una zona más bien tranquila", explicaba uno de los vecinos que bajaron alertados por los disparos. "Pero es cierto que por aquí ha habido algunos problemas con familias y cosas así". Fuentes del Cuerpo Nacional de Policía ofrecen una información más precisa: la zona es un punto de tráfico de drogas en el que abundan los conflictos por el control del negocio.

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