La bien y la mal 'pagá'
Javi Martínez premia el esfuerzo del Athletic y tres postes frenan el mejor juego del Atlético
Ningún entrenador quiere que la ansiedad predomine en la actitud de su muchachada. Y, sin embargo, la ansiedad provoca en el fútbol, en algunas ocasiones, las vibraciones necesarias para convertir un partido en un juego apasionante. No están el Athletic y el Atlético para exquisiteces, acostumbrados a perder más de lo que esperaban y necesitados de ganar más de lo que creían esta temporada. Ansiosos, no es que fueran mejores, pero fueron intensos, generosos. Tremendo el Athletic en muchos minutos. Más timorato el Atlético, que todavía no ha cambiado tanto como lo que se espera que lo cambie Quique Flores, el sustituto de Abel Resino en el banquillo.
Metió el Athletic la quinta velocidad en el pasillo de los vestuarios. Así que enchufarse al partido no le exigió ni oprimir el interruptor. Mientras tanto, el Atlético, acosado, agobiado y aún confuso, era como un viandante protegiendo el paraguas del ventarrón. Tan sólo Forlán, jugando por detrás, en todas partes, amenazaba la férrea defensa del Athletic, que por fin estaba comandada por Amorebieta.
ATHLETIC 1 - ATLÉTICO 0
Athletic: Iraizoz; Iraola, Ustaritz, Amorebieta, Koikili; Susaeta (David López, m. 72), Kavi Martínez, Orbaiz (Íñigo Pérez, m. 65), De Marcos; Toquero (Gabilondo, m. 42) y Llorente. No utilizados: Armando; Castillo Etxeberria y Etxeita.
Atlético: Asenjo; Ujfalusi, Juanito, Pablo, Antonio López; Maxi (Jurado, m. 60), Raúl García, Assunção, Simão (Reyes, m. 83); Agüero y Forlán. No utilizados: De Gea; Domínguez, Perea, Cléber y Sinama-Pongolle.
Gol: 1-0. M. 19. Libre indirecto de Orbaiz que cabecea Javi Martínez.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Assunção, Antonio López y Javi Martínez.
Unos 35.000 espectadores en el estadio San Mamés.
Tanto viento debía derribar el árbol y el gol llegó por arriba, por los dominios de Javi Martínez, el futbolista sin límites aparentes, tan generoso en el esfuerzo que a veces llega a parecer sobrenatural. Un centro de Orbaiz, que había sacado tres faltas de forma horrorosa, lo cazó el muchacho de Pamplona con un salto portentoso, ganando la acción a todos los defensas rivales y con tiempo para hacer un escorzo final para enviar el balón justamente al otro palo.
En los partidos intensos, ansiosos, con más corazón y pulmón que cabeza y diplomacia, Javi Martínez aparece más descomunal que nunca, algo así como irrompible. Raúl García y Assunção, los encargados de frenar a La Masa, se quedaron durante demasiados minutos en miniaturas de los futbolistas que son en realidad. De hecho, Assunção bordeó la expulsión en varias entradas por el pecado mortal de llegar tarde.
El Athletic le robó al Atlético toda la primera mitad, en la que el conjunto madrileño sólo gozó de una ocasión de gol por culpa de una horrible salida de Iraizoz que Maxi cabeceó al larguero. No fue su mérito, sino el demérito del portero, volviendo a airear el runrún típico de San Mamés contra los guardametas.
El problema del Athletic es que no tiene un depósito de gasolina ilimitado. También paga el precio del carburante y la segunda mitad se quedó muchos minutos con los bolsillos vacíos. A menor intensidad de juego, creció el Atlético, un poco más liberado de esos pesados con rayas que no te dejan pensar. Con más balón, más Atlético. Sin desmelenarse, el equipo de Quique comenzó a visitar el área de Iraizoz con más asiduidad, aunque con mediano peligro. Forlán y Agüero comenzaron a asociarse, poco ayudados por Simão, pero con la suficiente presencia para asustar a un equipo que se defiende con poca credibilidad estadística.
Se sucedían los disparos del Atlético, muy centrados, un poco mordidos, a las manos de Iraizoz. Hasta que llegó la mala suerte. Primero, para el Athletic con las lesiones subsiguientes de Toquero, Orbaiz y Susaeta, que desdibujaron la alineación improvisada minuto a minuto. Y segundo, para el Atlético, que tropezó otras dos veces con los postes, tras disparos magníficos de Forlán y Agüero, y con Iraizoz rehecho tras su inicial error, que también amargó la vida a Forlán.
El cansancio y las lesiones borraron del campo al Athletic, condenado a un ejercicio de supervivencia propia o de misericordia de su rival. Ya no tenía argumentos ni más ganas que acabar, que romper el reloj a martillazos. Y el Atlético, sintiéndose la mal pagá porque el segundo tiempo no le premió con lo que se merecía, el empate que habría justificado sus méritos. Pero ya se sabe que el fútbol no siempre es justo. Como la vida misma.
"Visualizo el final del túnel", afirma Quique
"Nadie dijo que esto fuera a ser fácil". Así resumió Quique Flores su debut liguero como entrenador del Atlético de Madrid -en el copero, derrotó a domicilio al Marbella-, un equipo metido en problemas, al que los resultados no respaldan y que, por añadidura, no tiene tampoco un gramo de fortuna, como volvió a demostrarse anoche, en San Mamés, con sus tres remates a la madera de la portería defendida por Iraizoz.
Sólo son siete los puntos que suma en lo que va de Liga, el peor balance a estas alturas desde la temporada 1994-95 y con un agravante: fuera de casa, en cinco encuentros, apenas ha sido capaz de conseguir un punto. Hubo, sin embargo, un atenuante, quizás un cambio de actitud con respecto a la época de Abel Resino, el entrenador depuesto: Maxi Rodríguez, Forlán y Agüero pudieron marcar de no ser por los palos. El nuevo técnico se agarró, cómo no, a la postrera reacción del conjunto para prometer un futuro mejor. Falta hace con vistas al Chelsea, la semana que viene, si los rojiblancos quieren apurar las escasas posibilidades que les quedan en la Liga de Campeones.
"En condiciones normales, este partido no se debería haber perdido", sentenció Quique Flores en su comparecencia en la sala de prensa en alusión a "la tendencia negativa" que sufre el Atlético. "El fútbol tiene estas cosas", matizó a continuación; "en la primera parte tuvimos dificultades para sostener el partido porque estuvimos demasiado aturullados en la salida de la pelota, pero lo cierto es que hicimos un segundo tiempo muy bueno y creamos suficientes ocasiones para no irnos de vacío". "Hemos tenido el encuentro bajo control. Sin embargo, nos cuesta coger la onda positiva", agregó en referencia a ese mal fario que parece cebarse actualmente en el Atlético, "pero la recuperaremos".
En cualquier caso, las perspectivas son positivas para Quique. Especialmente, por la actitud demostrada por sus jugadores: "No es que se pueda pensar en ganarlo todo. Pero, sin duda, iremos a más. Los futbolistas están en ello. Forman un grupo espléndido. Lo que sucede es que ahora estamos en la fase de desbloqueo". "Visualizo el final del túnel", expresó luego de manera gráfica.
Al preguntársele en concreto por la falta de gol de su gran pareja de delanteros, Agüero y Forlán, Quique, tras remitirse a los disparos de ambos al poste, reflexionó: "Hay que sacarles de la ofuscación. La ansiedad no es buena. Hay que solucionar esto de forma colectiva". "En cuanto se enganchen dos partidos buenos saldremos de ésta", concluyó. Las próximas citas son con el Chelsea y el Madrid.
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