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Reportaje:ESCAPADAS

Los ojitos de Cerdeña

Los islotes de Sant'Antìoco y San Pietro, al suroeste de la isla italiana, guardan una historia de mestizaje

Una inmejorable puerta de acceso al laberinto de la identidad sarda es el documental realizado en 2005 por Gianfranco Cabiddu titulado Passagi di tempo en homenaje a un tema del músico Fabrizio de Andrè. El trabajo de Cabiddu es un patchwork que se alimenta de la idea que anima Buenavista Social Club de Wenders, recoge la indagación filosófica que alienta en La mirada de Ulises de Angelopoulos, asume los presupuestos del cine-verdad de Vértov, dialoga con la dimensión ética del neorrealismo de Rossellini y acata la enseñanza de Eisenstein según la cual el momento decisivo para toda película sucede en la sala de montaje.

El resultado de este background es un fresco sobre Cerdeña, su paisaje y su paisanaje, servido a través de una seductora propuesta. Tras descubrir en los archivos del Instituto Luce imágenes mudas de un país en blanco y negro, resumen de las primeras décadas del siglo veinte (pastores de Barbàgie y mineros de Iglesias, trabajadores de las salinas y pescadores en las almadrabas, jinetes en la àrdia de Sèdilo y fieles del Sant'Efisio cagliaritano), Cabiddu encargó al más internacional de los jazzmen sardos, el trompetista Paolo Fresu, una partitura que, nacida de la sensibilidad de un músico cuyos intereses parecerían hallarse en los antípodas del folclore patrio, ilustrara semejantes reliquias.

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Inesperadamente, el jazz de Fresu, que Cabiddu remasteriza al asociarlo con imágenes de una edad pretérita, muestra de forma impecable que toda identidad construida sobre la exclusión resulta un mito, pero que, al tiempo, existen elementos seminales que iluminan la dirección que una tierra y sus gentes alcanzan a tomar. Cerdeña, en ese sentido, presume de haberse constituido, desde época antiquísima, como lugar de excepción para el debate de todo cuanto acaba por definir un modo de sentirse en el mundo: lengua, credo, nacionalidad. Así, desde la cultura nurágica -que comienza su declive en el año 1000 antes de nuestra era y es representativa del grupo humano más importante de la Cerdeña protohistórica- hasta la autonomía conquistada en 1948, la isla en forma de sandalia ha merecido la atención de fenicios, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, árabes, genoveses, pisanos, aragoneses y españoles, visitantes que han dejado su impronta en los usos y costumbres de un pueblo orgulloso de su hospitalidad.

Al suroeste del conglomerado de influencias que es Cerdeña, y apenas a cien kilómetros de su capital, Cagliari, las Súlcides llevan hasta sus últimas consecuencias el hecho de la insularidad, al convertirse en islas dentro de una isla y, por ello, en recipientes de privilegio para comprender por qué Cerdeña constituye un tesoro único del acervo humano.

Las Súlcides, que toman su nombre de Sulcis, colonia que los fenicios fundaron hace 2.750 años, son, en realidad, un tándem formado por las islas de Sant'Antìoco y San Pietro, 160 kilómetros cuadrados repletos de cultura, enclaves bellísimos y oportunidades para el cultivo del cuerpo y del espíritu.

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Un puerto recoleto

La isla de Sant'Antìoco permanece unida a Cerdeña por un istmo artificial y su población homónima, con un recoleto puerto de pescadores, esconde dos joyas para el amante del arte funerario. En torno al fortín de los Saboya, en la zona alta del asentamiento, la impactante necrópolis púnica, y a medio kilómetro de ella, en dirección a la primitiva acrópolis, el tophet, un espacio donde los antiguos enterraban a sus hijos nacidos muertos o fallecidos en sus primeros meses de vida, al tiempo que solicitaban a los dioses el beneficio de un nuevo vástago que sustituyera al desaparecido. Es imposible contemplar los restos votivos (urnas en las que se guardaban cenizas y huesos de los niños cremados y estelas con figuras impetradas en actitud suplicante u oferente) sin experimentar un estremecimiento íntimo: hay una inmensa verdad y belleza en esa milenaria poesía de la cerámica y la piedra.

A ocho kilómetros de Sant'Antìoco, Calasetta, población de 1.200 habitantes, reúne en el perímetro de su costa el encanto de tres playas muy hermosas y el esplendor completo de la rosa de los vientos: el mistral y el siroco soplan a beneficio del viajero en la torre circular que corona el pueblo, a cuyo reclamo Saverio Gaeta, impagable agitprop de la cultura sarda, escenifica cada verano Parole sotto la torre, un insólito festival en el que cine, literatura y teatro conviven sin prejuicios con la cerveza Ichnusa y el pescado frito.

Verde, rosa y amarillo

De Calasetta a Carloforte, población principal de la isla de San Pietro, hay media hora en barco. Si Sant'Antìoco es depósito de arcanos y Calasetta abruma por su pintoresquismo, Carloforte, suerte de diminuta Habana debido a los colores verde, rosa y amarillo que ornamentan su fachada, esconde entre sus muros una de las historias más singulares de este rincón del mundo y se convierte en metáfora exacta de una identidad celosa de lo propio, cierto, pero incomprensible sin apelar a lo ajeno. En efecto, los carlofortinos proceden en su mayoría de esclavos cristianos a los que se obligó a vivir en la isla tunecina de Tabarka tras ser raptados en las razias de piratas berberiscos. Donada en 1738 por Carlos Manuel III a una familia ligur, quienes hoy habitan Carloforte se proclaman, con orgullo, descendientes de cautivos, aunque al tiempo han conservado celosamente uno de los sucesos capitales de aquel trauma, nada menos que un dialecto propio, el tabarchin, en el que redactaron su epopeya y con el que recuerdan a sus muertos. Es otro -uno más- de los maravillosos secretos del microcosmos sardo, impagable crisol del Mediterráneo.

»Ricardo Menéndez Salmón es autor de Derrumbe (Seix Barral).

Guía

Cómo llegar

» Sant'Antìoco se encuentra a 87 kilómetros al oeste de Cagliari, la capital de Cerdeña. Se puede llegar en coche, ya que la isla está unida a Cerdeña por un puente.

» A San Pietro (puerto de Carloforte) se llega en ferry desde Calasetta, al norte de Sant'Antìoco, o desde Porto Vesme, en Cerdeña. Más información sobre las conexiones marítimas: www.saremar.it

» Ryanair (www.ryanair.es) vuela directo a Cagliari desde Madrid, Girona, Valencia y Sevilla. Ida y vuelta desde Madrid, a partir de 58,02 euros.

» Iberia (www.iberia.com), con una escala, ida y vuelta desde Madrid, a partir de 300 euros.

Información

» Turismo de Cerdeña (www.sardegnaturismo.it).

» Oficina de turismo en Cagliari (0039 070 66 92 55)

» www.regione.sardegna.it

» La web de Sant'Antìoco (www.sant-antioco.it) incluye pistas sobre alojamientos y visitas culturales en la isla.

» www.comune.santantioco.ca.it

» Oficina de turismo de Italia en España (www.enit.it; 915 67 06 70).

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