El Barça gana la batalla psicológica al Madrid
Keita, con tres goles, encarrila la goleada al Zaragoza - Valverde, Emery y Míchel responden con tres victorias a las dudas sobre su futuro - El Racing iguala a Osasuna en el minuto 94
La pugna entre el Barcelona y el Madrid tiene, amén de lo deportivo, un elemento psicológico que influye decisivamente en este arranque de la temporada. Ambos miran sus virtudes y sus flaquezas y tratan de responder con puñales o bálsamos a lo que hacen el uno y el otro.
El Barça goleó al Zaragoza un día después de que el Madrid se quedara sin marcar en El Molinón, un asunto nada menor en un equipo construido a base de delanteros. No parece probable que ambos equipos se distancien excesivamente en la clasificación, por lo que los asuntos psicológicos resultan trascendentes en la temporada. El Barça además recuperó la mejor versión de Messi, todavía poco sonriente, pero sí artístico, ante un Zaragoza que quiso jugar como probablemente no se le puede jugar al Barça en su campo. Las derrotas en la Liga de Campeones parecen haberle pasado más factura al Madrid (acosado por las lesiones) que al Barça, del mismo modo que el tercero en discordia, el Sevilla tropezó contra su peor enemigo, el Espanyol, tras ser el más eficaz en Europa.
Caído Abel, se esperaba que el cainismo que regula el fútbol español se cobrara ayer más víctimas. Varios entrenadores, por distintos motivos, se encontraban en el cadalso mirando la guillotina cada vez más cercana. El primero era Ernesto Valverde tras su mala racha con el Villarreal, un equipo de postín que seguía jugando bien, pero perdía como si jugara mal. Un gol de Capdevila quizá frenó el corte de la cuerda. Otro que también miraba de reojo la guillotina era Unai Emery, el técnico del Valencia, reprendido por su presidente, Manuel Llorente, por alinear muchos suplentes ante el Slavia de Praga en la Liga Europa y que ayer se aupó a la zona de la Liga de Campeones gracias a tres goles de otros tantos de sus futbolistas más artísticos, Villa, Mata y Pablo Hernández, ante un Almería muy diferente del que creó el propio Emery hace dos temporadas.
Míchel, en el Getafe, también había sufrido los rigores de los presidentes impacientes y protagonistas. Ángel Torres le había acusado de blando en la dirección de una plantilla que ayer doblegó al Athletic, maldito en el Coliseum Alfonso Pérez, donde cosechó dos nuevas expulsiones que le cortaron las alas. Con todo, el más triste debió de ser Camacho, que vio cómo el Racing empataba a Osasuna en el minuto 94 para no dejar a ninguno contento.
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