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Columna
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Contrastes presupuestarios

De entre las numerosas definiciones que se han dado para caracterizar los presupuestos públicos pocas expresan mejor lo que realmente son, y con menos palabras, que la que los describe como "expresión contable del plan económico del grupo político". Porque el presupuesto público, es, en primer lugar, un documento contable en el que se clasifican conforme a criterios preestablecidos las previsiones de ingresos y las autorizaciones de gasto de cada ejercicio económico. Pero la complejidad de su presentación contable no debería ocultar que, tras la enmarañada codificación que asigna cantidades por secciones, servicios, programas, conceptos y subconceptos de gasto, se contiene, sobre todo, el plan económico de una comunidad política.

El contraste entre los presupuestos estatal y autonómico refleja las alternativas económicas

Porque el presupuesto público es, ante todo, el conjunto de decisiones que en materia financiera adoptan los ciudadanos a través del proceso democrático. O lo que es lo mismo, el presupuesto expresa cómo, a través de sus representantes, los miembros de una comunidad política deciden conjuntamente asignar una cantidad concreta de recursos a finalidades alternativas en un contexto económico, político y social determinado. Razón por la cual, como tópica pero certeramente se repite, el debate presupuestario es el más relevante de cada ejercicio, pues de él se deduce, primero, cómo ve el gobierno el entorno económico, político y social; y segundo, cuáles son sus prioridades.

La primera cuestión es, ciertamente, importante: las comunidades autónomas, sin ir más lejos, van a sufrir durante años (devolviendo el dinero entregado a cuenta de esas previsiones en 2008 y 2009) la mala previsión económica de un Gobierno central que se dejó llevar por el optimismo antropológico de su Presidente, si es que no practicó la generación de ilusiones financieras, como las que describía Puviani hace un siglo, dirigidas a camuflar la verdadera marcha de la economía en período preelectoral.

En una de sus geniales viñetas, Castelao pone en boca de un paisano: "Polo de agora fracasaban os ministros de Facenda; pero en canto empecen a fracasar os contribuintes...!" "Cousas da vida", tal es la situación actual: la crisis está arrastrando a los contribuyentes hacia el fracaso, lo que se traduce, en Galicia, en una caída del 12% en los ingresos no financieros de la Xunta, es decir, en los ingresos tributarios, mayoritariamente constituidos por las participaciones en los impuestos que el Estado recauda en Galicia y que posteriormente transfiere. Se impone, además de la reducción de partidas no prioritarias, la búsqueda de recursos adicionales para mantener el nivel de gasto, tanto para estimular la demanda agregada a corto, como para mejorar la competitividad a largo plazo. Y sólo hay dos mecanismos que permiten mantener el gasto cuando caen los ingresos: o se suben los impuestos o se recurre al endeudamiento, aplazando el pago de los gastos presentes hacia el futuro, cuando los contribuyentes hayan retornado a la senda del éxito.

El contraste entre los Presupuestos públicos del Estado y los de la Xunta resulta, desde esta perspectiva, llamativo: mientras la administración que soporta en mayor medida la presión del gasto social (la autonómica) hace un esfuerzo realista de contención del gasto corriente, de mantenimiento de la inversión mediante el endeudamiento (y en menor medida porcentual, en relación con el propio PIB, que el Estado), e introduce estímulos fiscales con criterios redistributivos (rebaja del Impuesto de transmisiones patrimoniales a las familias numerosas y a los jóvenes); la administración central presenta un presupuesto contractivo (y por tanto contradictorio con lo que su mismísimo presidente acaba de defender en el G-20: la continuidad de las políticas expansivas), con caídas de la inversión del 14% (¡del 15% en I+D+i!), y en el que se suben los impuestos de forma generalizada, y lo que es peor, regresiva.

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El contraste entre los proyectos de presupuesto estatal y autonómico refleja, en definitiva, que existen políticas económicas alternativas, y que no todas ayudan por igual a salvar a los contribuyentes de su fracaso. Pero también evidencia, "cousas da vida", que la coordinación de las políticas presupuestarias es cada día que pasa más necesaria en este nuestro Estado de las Autonomías, sino quiere, él mismo, caminar hacia su propio fracaso.

Pedro Puy es portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular

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