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Más allá de la silla de ruedas

Los centros de patrimonio, los alojamientos y los servicios de información llevan la delantera en la adaptación de sus instalaciones a las diversidades funcionales. El Museo Guggenheim de Bilbao ofrece los últimos domingos de cada mes visitas guiadas gratuitas por sus exposiciones con un intérprete de lengua de signos, mientras que el Museo San Telmo de San Sebastián está acondicionando sus instalaciones a estas necesidades durante su reforma integral. Aunque se han ampliado las posibilidades, "aún queda bastante por hacer", según subraya Aurora Madariaga, coordinadora de la Cátedra de Ocio y Discapacidad de la Universidad de Deusto en Bilbao.

Las personas con dificultades de movilidad han roto las barreras, pero existen otras discapacidades, relacionadas con la comunicación o con las relaciones sociales, que también requieren una adaptación del sector turístico. A tenor de las consultas realizadas por EL PAÍS en nueve hoteles de las tres capitales vascas, sus establecimientos corroboran esta idea.

En todos ellos los esfuerzos por garantizar la accesibilidad se centran en la movilidad, con algún esfuerzo por adaptarse a la discapacidad visual por medio de carteles en braille. Por ello, Madariaga aboga por un "planteamiento más global y en red que aglutine todas las discapacidades", ya que las barreras van más allá de las físicas.

Muchas veces las intervenciones resultan incompletas o sólo hacen hincapié en las necesidades de un tipo de discapacidad, una actuación ante un futuro de mayor longevidad -en 2020 el 20% de la población tendrá más de 65 años-, y mayores necesidades en todo este ámbito.

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