"Hay que coordinar las estrategias de salida para no añadir más presión"
La estrella de México parece haber perdido luz. Así al menos se percibe en Estambul, en el marco de la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI), donde tiene lugar esta entrevista. La crisis ha hecho mella en su economía, y el protagonismo del que antaño gozaba entre los países emergentes lo ocupan ahora Brasil o India. Algo no necesariamente negativo. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens (Ciudad de México, 1958), es un convencido de las reformas y ve esta situación como una oportunidad para llevarlas a cabo. Pero pide a los países ricos que también pongan de su lado para salir juntos de la crisis que ellos mismos han provocado.
Pregunta. Parece que el mundo empieza a hablar de recuperación, pero no México.
"3.000 kilómetros de frontera con EE UU dificultan buscar otros mercados"
"Debemos poder depender de otra financiación que la de los mercados"
"La recuperación ya se percibe, pese al tropiezo que nos supuso la gripe A"
"El acuerdo de Pittsburgh es una solución para dar autoridad al FMI"
Respuesta. La recuperación en México en sentido estricto empezó en abril, pero tuvimos un tropiezo temporal por el impacto de la gripe A. Desde julio, los datos mensuales ya muestran movimientos positivos en producción industrial, en actividad económica, ventas minoristas, exportaciones, créditos... O sea, que los principales indicadores ya están respondiendo.
P. ¿Eso facilita o dificulta las reformas?
R. La crisis está forzando a México a aumentar su competitividad. El presidente Calderón anunció en septiembre una estrategia dual: por un lado, reforzar nuestra estrategia fiscal, y por otro, debido a que va a haber menos financiación exterior, crear más fuentes de crecimiento económico interno. La verdad es que estamos combinando reformas estructurales en el sector real de la economía con medidas fiscales para consolidar su fortaleza. Sobre todo, para que la parte de sostenibilidad de la deuda no nos debilite la calificación crediticia. Para eso hemos lanzado una reforma fiscal, una reforma laboral, del sistema financiero, de las telecomunicaciones y también reformas para hacer más efectivo el mercado de la infraestructura en México.
P. ¿Y cuentan con apoyos suficientes para sacar tanta reforma adelante?
R. Muchas de estas reformas ya han sido ampliamente discutidas, no son temas nuevos y ciertamente son temas que políticamente son difíciles de enfrentar, pero, por otro lado, creo que las circunstancias son propicias para planteárselas al país. Este año tendremos una caída en crecimiento económico que estimamos que va a estar entre el 6% y 7%. El entorno externo se ha vuelto complicado y se va a mantener poco apoyador en el futuro cercano, así que lo que el presidente quiere hacer es transformar esta situación de dificultad en una situación de oportunidad.
P. Entre esas reformas no ha mencionado la energía...
R. Acabamos de hacer una reforma del sector en 2008 con la que creo que avanzamos desde un nivel 3 hasta un 7. No es el 10, que sería el ideal, es cierto, pero sí hicimos un avance muy considerable. Se le dio un mandato muy claro a Pemex: se le mejoró el gobierno corporativo, más autonomía operativa y financiera, y se abrió la posibilidad de que Pemex firme contratos para compartir el riesgo con empresas privadas. Creo que es una reforma muy sustantiva, que Pemex todavía no termina de implementar de lleno, y lo primero, sin duda, es ver hasta dónde hemos llegado con esa reforma. Luego, a la luz de lo que nos diga la experiencia, ya veremos si hay que hacer más o no.
P. Las economías de la región que mejor han capeado la crisis han sido las más vinculadas a Asia. ¿Obliga eso a México a replantear su estrategia exterior?
R. Sí, definitivamente. Las principales exportaciones de México a EE UU son automóviles y autopartes, y algunas de las empresas más grandes del país son General Motors y Chrysler. Obviamente, cuando estas empresas tienen problemas, México sufre las consecuencias. Es verdad que no hemos hecho el esfuerzo de buscar acuerdos de libre comercio con otras regiones, como la Unión Europea, Japón o Suramérica. Pero cuando uno habla con los empresarios, lo que dicen es que la fuerza magnética de EE UU es inmensa. Así que tener una frontera común con el mercado más grande del mundo, una frontera de más de 3.000 kilómetros, hace que sea difícil encontrar otros destinos.
P. ¿Cómo encara México las dificultades de financiación que previsiblemente se darán a partir del próximo año, con un mercado internacional inundado de la deuda de los países desarrollados?
R. Ése es un tema fundamental, el reto más importante que afronta el sistema financiero internacional. Porque además hay otra complicación: esas emisiones de deuda se van a hacer posiblemente en un contexto de tipos de interés al alza, cuando el impulso monetario se va a tener que ir retirando. Nosotros, por un lado, estamos tratando de aprovechar todas las oportunidades para mejorar el perfil de nuestra deuda, es decir, para que en los próximos años no tengamos vencimientos importantes. Por otro lado, estamos buscando una consolidación fiscal. De hecho, para 2010, y por primera vez en muchos años, pedimos autoridad [al Congreso] para tener un déficit del 0,5% del PIB, una cifra financiable. Pero un elemento muy importante para México, y para muchos países emergentes, es poder depender de otras fuentes de financiación que no sean los mercados.
P. ¿Se refiere a los organismos financieros internacionales?
R. En efecto, la capitalización del Banco Mundial y, en nuestro caso, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) es bien importante. Este año hemos aumentado el endeudamiento con esas instituciones y lo pensamos seguir haciendo. Es un tema que no sólo afecta a Latinoamérica, porque el Banco Asiático de Desarrollo (BAD) ya se recapitalizó, y el Banco Europeo [de Reconstrucción y Desarrollo] ha pedido lo mismo. El otro punto va a ser que los países desarrollados, una vez que decidan sacar adelante sus estrategias de salida, lo hagan de manera coordinada y efectiva porque al final eso sí nos va a generar mucha presión negativa.
P. ¿Está México satisfecho con el acuerdo de Pittsburgh para que los países en desarrollo vayan a cambiar su peso en el Fondo?
R. Yo creo que es un paso importante, relevante, pero yo creo que, más que eso, lo que se necesita es un aumento en cuotas, ampliar las contribuciones de los países al Fondo. El movimiento se ha limitado a darle autoridad al FMI para pedir prestado, pero eso, desde mi punto de vista, es una solución parcial. Es muy importante que el proceso lleve a un aumento significativo de cuotas, porque también eso lo que le va a permitir al Fondo es dar, en momentos de emergencia, a los países en desarrollo cualquier préstamo de financiamiento en función de su representatividad y su tamaño. Se necesita aumentar la representatividad por la legitimidad y todo eso, pero también se necesita en el caso del FMI aumentar las cuotas, y en el del Banco Mundial, el capital para darles capacidad de financiamiento a futuro.
P. ¿Van a llevar ese tema a las próximas reuniones del G-20?
R. Sí, yo creo que ése va a ser uno de los temas más importantes y espero que en las discusiones en el comité de desarrollo del FMI se avance para que ya haya acuerdos en firme sobre este tema el año que viene.
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