El padre de la criatura

Crear la monstruosa criatua de Alien catapultó al artista y diseñador H. R. Giger (Chur, Suiza, 1968) a la fama hace 30 años, pero condenó a la oscuridad y a un segundo plano al resto de su obra, un guiño al surrealismo y una auténtica revolución de la simbiosis entre lo mecánico y lo humano. Una retrospectiva sobre el trabajo de este visionario y polifacético autor abre hoy sus puertas en la sala Kubo del Kursaal.

"El monstruo devoró al artista", reflexionaba ayer Carlos Arenas, comisario de la exposición. Para contrarrestar, antes de encontrarse con la cabeza original de la famosa y maléfica criatura destruida por Sigourney Weaver, el público descubrirá las obras de Giger realizadas entre los años sesenta y 2005. Un total de 106 piezas, entre cuadros, esculturas y muebles, han sido recopiladas de colecciones privadas y del museo del autor en Suiza. Se trata de una de las exposiciones más extensas que se han realizado de su trabajo, con piezas que no han sido expuestas con anterioridad.

"Utilizar el aerógrafo era como pintar con un revólver, como disparar el arte"

La exposición donostiarra es única y no viajará después a otras ciudades

A sus 69 años, Giger hizo ayer una autocrítica de su carrera. Mientras que valoró su compenetración con los responsables de Alien (Ridley Scott, 1979) con una criatura basada en su libro Necronom V, "casi me avergüenzo de las colaboraciones", admitió.

Los bocetos para los fallidos proyectos de Dune de Jodorowsky y el propio Scott -más adelante el largometraje fracasaría en las taquillas bajo la dirección de David Lynch-, también podrán verse, con una réplica del octavo pasajero.

Giger, carente de formación artística en sus comienzos, es hoy un autor de culto popular, pero infravalorado por las instituciones, según Arenas. El artista se mostró parco de palabras en la presentación y reconoció que gran parte de las invitaciones y preguntas que recibe están relacionadas con su obra más conocida.

Más allá del monopolio de atención de Alien, la prueba de fuego de la influencia de su obra es que a pocos les resultan desconocidas su temática y sus formas. Ganó un Oscar por su trabajo con Ridley Scott, pero su legado más importante se encuentra en su estilo biomecánico y las cuestiones que aborda, como la maquinización de los seres humanos o la preocupación por las bombas atómicas, la superpoblación y el medio ambiente.

Sus reivindicaciones se plasman a través de metáforas que pasan de óleos a obras pintadas con aerógrafo -"era como pintar con un revólver, como disparar el arte", explicaba ayer Giger-, desde imágenes figurativas hasta composiciones más abstractas.

La retrospectiva estará en la sala Kubo hasta el 6 de enero próximo, la última exposición de 2009 de la sala. La muestra será única y no viajará después a otras localidades.