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Farjas evita aclarar las consecuencias

Desde que Farjas abrió la caja de los truenos, el pasado verano, sindicatos, partidos políticos y pacientes han alzado la voz para mostrar su rechazo a los planes de la conselleira. La semana pasada, decenas de personas convocadas por CIG-Saúde se manifestaban en el Hospital da Costa de Burela para pedir que las áreas se queden como están. El centro mariñano que, atiende a 72.000 personas de 14 ayuntamientos, espera además la ampliación del área de ginecología con tres paritorios, dos de ellos adaptados para el parto natural, que acumulan ocho meses de retraso. La integración de áreas, que la gerente del Sergas, Rocío Mosquera, llegó a equiparar a una "integración de hospitales", tampoco ha sentado bien en Vilagarcía, cuyo centro, a media hora de Pontevedra, atiende a 75.000 personas.

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"Creemos que detrás de estas propuestas hay una privatización encubierta de los servicios sanitarios, ya que muchos pueden ser derivados a clínicas privadas para evitar la sobrecarga", explica Antonio Veiga, muy crítico con la actitud del diputado popular José Manuel Balseiro, que ha negado que se esté estudiando una supresión de áreas. En eso coincide con Rosendo Fernández, portavoz de Sanidade del PP, que en la comisión parlamentaria del 4 de septiembre aseguró que la integración es solo "una herramienta de gestión" y que "no afectará a los puestos de trabajo". La consellería, entretanto, no confirma ni desmiente sus planes, pero afirma que su departamento trabaja para "aumentar la agilidad, la eficiencia y la autonomía de los hospitales comarcales".

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