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Reportaje:

Los últimos de Fadesa

Más de 20 trabajadores temen el inminente cierre de la sede coruñesa

La suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa no ha impedido que la sede operativa de la inmobiliaria, en el madrileño Paseo de la Castellana, sea un bullir de gente que viene y va. En la centralita sucede otro tanto. Las llamadas se repiten, pero pocas deben tener como origen o destino la sede de A Coruña, porque la operadora no acierta a dar con el número de teléfono del que fuera centro neurálgico de la inmobiliaria y todavía su domicilio social.

La distancia es el olvido para la veintena larga de trabajadores que siguen entrando a diario a las oficinas de Alfonso Molina, que temen que ahora, entre tanto silencio, sea el momento elegido por la empresa para echar el cierre definitivo a las instalaciones y poner la puntilla a un final que comenzó en el otoño de 2006, cuando contaba con 480 trabajadores. "Nadie se acuerda ahora de nosotros, de los trabajadores que seguimos aquí y también de los pequeños contratistas, que son los acreedores que más sufren, con embargos de cuentas y yo qué sé cuántas cosas más".

De 13 miembros del comité de empresa sólo quedan cuatro
Gran parte de las oficinas, inutilizadas, están a oscuras

Es viernes a media mañana y quien habla no pasa de los 35 años, con seis y medio de antigüedad en la empresa. Verónica Méndez, administrativa, desempeña sus labores en el departamento de asesoría jurídica y lamenta, cuando mira a su alrededor, en lo que ha quedado la sede desde que Fernando Martín se hizo con la empresa. Verónica sigue mirando y ve la mitad de la planta baja a oscuras.

"Son 2.000 metros, y este espacio irá dedicado al archivo. Pero de momento se mantiene así", explica. El otro de los dos pisos de la sede, en propiedad de la inmobiliaria, también está vacío. "Otros dos mil metros, a los que hay que sumar parte del garaje que se empleaba como oficina".

Como una piña, los 24 trabajadores de la sede de A Coruña se agolpan en una zona esquinada de la planta baja. A ellos se suman nueve que desarrollan su actividad en Miño, la macrourbanización que, con su parálisis, supuso a principios de 2008 el peor de los preludios para el concurso de acreedores.

"Ahora se comienzan a escriturar de nuevo los chalets, hay movimiento y tenemos confianza en que esto siga". Lo dice Ángel Crespo, de 32 años, coruñés y administrativo, con cinco años en la casa. "Aquí sigue la delegación en sí misma, con unos cinco trabajadores, y algo más de una quincena que están adscritos a servicios generales", cuenta. Ángel y Verónica son dos de los cuatro integrantes del que fuera comité de empresa de Fadesa, en su día formado por trece personas. "Tenemos la representación sindical, pero aquí no hay presidente, somos un grupo que ni siquiera estamos afiliados a ningún sindicato; de hecho, de todos los que quedamos en plantilla no hay nadie que pertenezca a una central", explica.

Las bajas voluntarias y dos expedientes de regulación de empleo (ERE) entre agosto de 2008 y abril de este año se han llevado por delante a casi toda la plantilla. "Fernando Martín no pisa esta sede desde julio de 2008, meses después de presentarse el concurso de acreedores", relata. "Y este año, cuando la junta general se celebró en un hotel a menos de 500 metros de aquí, tampoco se dignó a aparecer", se queja Ángel.

Departamentos enteros han desaparecido o se han trasladado a Madrid. "Toda el área técnica, con delineantes y aparejadores, también las de patrimonial, contabilidad, internacional, financiero y decoración fueron eliminados totalmente", puntualiza Verónica. "Estamos ya acostumbrados a la incertidumbre, y nos tememos lo peor", añade su compañero. "Y además", explica, "haciendo funciones que no son las nuestras, con auxiliares administrativos asumiendo unas responsabilidades para las que no se nos reconoce ni laboral ni económicamente".

¿Y qué piensan en Madrid de los trabajadores de A Coruña? "A día de hoy no hay ningún planteamiento sobre ajustes laborales, eso es lo que podemos afirmar con rotundidad", señalan fuentes de Martinsa-Fadesa. "Tenemos el objetivo de ser una operadora de suelo, y a ello se ajusta actualmente la dimensión de nuestra plantilla", explican.

"Nuestra tabla de salvación es Miño, y la reactivación de las viviendas que se vuelven a construir; quizá también en O Pino las cosas vuelvan a su cauce, pero suponemos que se externalizará todo", dice Ángel, que sustituyó como portavoz de los trabajadores al presidente del comité, Fermín García, acogido al último ERE.

"En Madrid ni siquiera hay comité de empresa; esto se hace muy difícil", sostiene. "Sabemos que la distancia es un problema", admiten portavoces oficiales de Martinsa. También, en este caso, el olvido. Al menos, para los últimos de Fadesa.

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