El Espanyol tiene todo menos gol

Presiona arriba, acorta el tiempo de ejecución del rival, menea el cuero con precisión, aunque sin velocidad, e incluso reduce al contrario. Pero el Espanyol no marca ni a la de tres. Lo festejó el Xerez, dócil, pero bien replegado, que llegó a verlas venir y se marchó con las tablas en el zurrón.

Cada jugador del Espanyol destaca por una cualidad específica que pone al servicio del colectivo. Pero posee un defecto de difícil solución; carece de gol. Así, Coro ofrece la velocidad, Iván Alonso añade la llegada desde la segunda línea, Verdú instala el pase, Nakamura condimenta con habilidad y Callejón agrega movilidad. Falta, sin embargo, la estocada, el remate final.

Ramplón, el Xerez no juega a nada. Es un descalabro. No resulta extraño que hasta ayer contara sus partidos por derrotas y que haya sido incapaz de marcar en los primeros cinco duelos, registro expresivo que sucede por primera vez en la Liga. Al Xerez parece salirle urticaria cuando rueda la pelota. Nadie la quiere, nadie ofrece una salida. Bergantiños, bien posicionado, intenta dar sentido al fútbol. Pero sus compañeros se empeñan en obviarle y se remiten a los pases verticales, sin ningún enredo o adorno, por lo que la posesión de la pelota del Xerez es tan irrisoria como estéril. No existe juego de apoyos, paredes o toque, por más que se abroche estupendamente en la defensa para zanjar ofensivas rivales y proponer un inicio de jugada. Kameni fue el espejo del rival: no tocó una sola pelota con las manos, a excepción de dos centros al punto de penalti sin mayor peligro y un remate, eso sí, al larguero de Bermejo.

El Espanyol tampoco acertó. Falló Callejón su remate, Alonso erró su cabezazo, Coro tuvo el pie torcido y Renan sacó una mano espectacular a otro disparo de Callejón. Sustos que no quitaron el hipo. Lo celebró el Xerez, que no ve puerta, pero que por primera vez mantuvo la suya a cero.