Bendita locura
El Valencia y el Atlético empatan en un partido delirante de ataques constantes y defensas demenciales
Como en los viejos partidos del colegio, el Valencia y el Atlético brindaron una locura taquicárdica en Mestalla. Echaron la táctica a la papelera y se lanzaron a un ataque constante, a un ida y vuelta enloquecido, favorecido por unas defensas demenciales. Punto por punto, ambos equipos confirmaron los prejuicios que acarrean: grandes ataques, pésimas defensas. El Atlético se marchó con la subida anímica que le dio marcar en el tiempo de descuento. Y el Valencia todo lo contrario.
En un intercambio constante de golpes, el cuadro de Abel sorprendió primero y Agüero estuvo a punto de sentenciar. Pero cruzó demasiado la pelota, lo que dio pie a la reacción fulminante del Valencia. Dos minutos de gloria en Mestalla. Un pase largo de Banega a la derecha, un control difícil de Pablo Hernández con la pierna derecha muy alta y unos toques de prestidigitador del extremo ante las barbas de Antonio López antes de batir de volea a Roberto. A continuación, el pase milimétrico entre líneas de Silva y la carrera de Villa, que encaraba otra vez a Roberto. El portero creyó, como todo el estadio, que le iba a cruzar el balón a su izquierda. El Guaje hizo lo contrario: colarla por el primer palo.
VALENCIA 2 - ATLÉTICO 2
Valencia: Moyà; Bruno, Dealbert, Alexis, Mathieu; Pablo, Marchena, Banega (Maduro, m. 80), Mata (Joaquín, m. 83); Silva; y Villa. No utilizados: César; David Navarro, Zigic, Miku, y Miguel.
Atlético: Roberto; Valera (Juanito, m. 40), Perea, Ujfalusi, A. López; Simão (Maxi, m. 58), Assunçao, Cléber (Reyes, m. 75), Jurado; Agüero y Forlán. No utilizados: David de Gea; Pablo, Jurado, Koke y Sinama.
Goles: 0-1. M. 6. Agüero, de puntera, con la izquierda. 1-1. M. 24. Pablo Hernández tras un malabarismo con el balón. 2-1. M. 26. Villa tras pase de Silva. 2-2. M. 92. Maxi.
Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Roberto, Villa, Pablo Hernández y Silva.
Unos 35.000 espectadores en el estadio de Mestalla. Como en el resto de campos de Primera, los jugadores de ambos equipos salieron al césped con una pancarta en apoyo a la candidatura de Madrid a organizar los Juegos de 2016.
Benega, irreconocible para sus ex compañeros atléticos, comandó al Valencia
Antes hubo errores muy gruesos en la zaga valencianista, especialmente por parte de Alexis, que llegó a pedir clemencia a la audiencia con la palma derecha de la mano levantada. Desenfocados Alexis y Bruno, los cuatro de arriba -Silva, Mata, Pablo y Villa- tomaron la iniciativa. Jugaron a un ritmo frenético, con pases intencionados y veloces, dejando en evidencia a la defensa rojiblanca. Una zaga novedosa de Abel, que había intentado frenar con Ujfalusi y Perea de centrales la sangría que venía sufriendo. Más bien al contrario. Los centrales llegaron casi siempre tarde a las embestidas de los delanteros locales.
Y eso que, en el arranque, el Atlético calmó los nervios con un ataque furibundo: el taconazo de Jurado desajustó a toda la defensa valencianista. El receptor, Forlán, completó el engaño con un pase a Agüero en vez de un disparo. El Kun completó la jugada de tiralíneas con un punterazo a gol con la izquierda. Jurado había encontrado un filón en esa banda izquierda, mal defendida por parte de Bruno.
El Atlético volvió del descanso con el mismo ímpetu con el que empezó el encuentro. Presionó arriba y los defensas del Valencia siguieron poniendo de los nervios a sus mediocampistas y a sus aficionados. Era la consecuencia de querer sacar el balón jugado cuando se carece de la calidad técnica para ello.
En el riquísimo repertorio de Villa, le faltaba esto: a la salida de un córner, un taconazo de volea que escupió el poste derecho del Atlético. Irreconocible para sus ex compañeros rojiblancos, Banega fue sintiéndose cada vez más importante a medida que pasaba el partido. Mantuvo un duelo precioso con Cléber.
Y con él, el Valencia mejoró en la presión, impidiendo que el Atlético se expresara con claridad. A pesar de que Cléber tuvo el empate en un disparo enroscado desde la frontal que besó la red por la parte exterior. Y de que el Kun fuera muy honrado al no tirarse al suelo cuando sintió el agarrón de Bruno dentro del área. Ese empujoncito desequilibró lo suficiente a Agüero en el mano a mano con Moyà. Encendido el partido, el Valencia reaccionó de inmediato con una cadena de ataques consecutivos. Tampoco se calló el Atlético. Respondió hasta tres veces, en las que rondó el empate, hasta que Maxi pilló el empalme justo en el minuto 92. Mestalla, exhausto, no tuvo ni un respiro.
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