Goleada entre silbidos
El Bernabéu se muestra intransigente con un Madrid vacilante que doblegó al Tenerife en dos jugadas aisladas
El Madrid responde a su condición de equipo ruidoso y experimental, resultado de una operación vanguardista, un hito en la historia de las inversiones en fichajes y el cambio institucional y técnico. Gana porque tiene la bomba. Pero el juego que despliega es chambón como el hijo de Frankenstein. Desagrada a su hinchada, inquieta a sus jugadores, y preocupa a Pellegrini. Ayer, frente a un Tenerife que se adueñó del campo y del balón, el equipo vivió sus peores momentos de la temporada. A los quince minutos de partido el público decretó el final de la tolerancia y empezó a pitar cada pase que sus jugadores daban para atrás. El agobio se trasladó al banquillo, donde el entrenador dio los primeros síntomas de impaciencia. El árbitro no había pitado el descanso y Guti y Kaká ya calentaban en la banda.
REAL MADRID 3 - TENERIFE 0
Real Madrid: Casillas; Ramos (Guti, m. 46), Pepe, Albiol, Drenthe; Granero (Kaká, m. 46), Xabi Alonso, Lass, Ronaldo (Diarra, m. 80); Raúl y Benzema. No utilizados: Dudek; Higuaín, Garay y Marcelo.
Tenerife: Aragoneses; Bertrán (Sicilia, m. 38), Luna, Manolo Martínez (Omar, m. 62), Bellvis; Mikel Alonso, Román; Alfaro, Richi, Kome (Dinei, m. 81); y Nino. No utilizados: L. García; Ayoze, Saizar y Ángel.
Goles: 1-0. M. 47. Benzema. 2-0. M. 58. Benzema, tras robar el balón y disparar cruzado dentro del área. 3-0. M. 77. Kaká, desde fuera del área.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Román, Drenthe, Alfaro, Nino, Kome y Lima.
Unos 79.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.
Los de Pellegrini, en su versión más destartalada, vivieron sus peores momentos
Benzema liquidó el partido con dos fogonazos y Kaká lo adornó con un gran gol
El Madrid suma cinco victorias en cinco partidos de Liga, 16 goles a favor, y dos en contra. Los números harían las delicias de cualquier sociedad deportiva. Pero Chamartín es diferente. La gente exige unos mínimos que no coinciden con los extractos de la maquinita. El Bernabéu reclama que su equipo tenga la iniciativa, si es con un trato limpio al balón, mejor, si es por la vía directa, se tolera, si es elaborando, se aplaude. En cualquier caso, pide un ejercicio de dominio. Algo que el Madrid estuvo lejos de conseguir contra el Tenerife durante los primeros 45 minutos. Fue la versión más destartalada del equipo en esta temporada. Plano, impreciso, sin entrejuego, sin armonía en los movimientos, desordenado. Pellegrini había dicho que quería que sus futbolistas jugaran a dos toques. Pero el que jugó a dos toques, y a uno, fue el Tenerife.
El Tenerife tomó la iniciativa sin acomplejarse. Mikel Alonso y Román dieron la voz de mando y empezaron a distribuir la pelota con criterio. Como hizo el Xerez hace una semana, el Tenerife se agrupó juntando pases. A cada toque de Román, a cada devolución de Richi, a cada desmarque de Kome y Bellvis por las bandas, el Tenerife ganaba metros y las líneas del Madrid se abrían. Y cuanto más se abrían, más tenían el balón los visitantes, ante el asombro de la afición. El que más sufrió la posesión del Tenerife fue Drenthe, acosado por Bertrán y Alfaro en la izquierda. Bellvis puso a prueba a Casillas con un tiro desde fuera del área. Luego ensayó Alfaro con un remate mordido. Pepe tuvo trabajo. El portugués, que regresó después de diez partidos de sanción, se multiplicó en los cierres. Su defensa estaba desbordada.
El árbitro, Muñiz Fernández, afectado y rojo como si se hubiera tirado una mañana bajo los rayos ultravioletas, concedió a Drenthe libertad de acción. Y Drenthe, que necesitaba aire, hizo los honores a su licencia metiendo plantillazos a diestro y siniestro. Muñiz le mostró la amarilla por una acción brutal que, con un poco de mala suerte, habría seccionado los ligamentos y los huesos del tobillo de Bertrán. El lateral se retiró cojeando.
Toda la producción ofensiva del Madrid en la primera parte se resumió en un disparo de Cristiano desde fuera del área, que contó con la infalible segunda jugada de Raúl. El capitán se dedica a estas cosas. A cada remate del portugués, él acude como un maniaco porque sabe que la pelota siempre llama dos veces. En este caso, Aragoneses le achicó el ángulo de tiro.
Los cambios que hizo Pellegrini tras el descanso tuvieron el aroma de la frustración. Primero desmontó la banda derecha. Granero, que había actuado como interior, fue castigado con la ducha. Sergio Ramos, que parecía tener problemas físicos, fue sustituido por Lass, que pasó a lateral. Entraron Kaká y Guti para dar consistencia al medio campo. A falta de un orden táctico que unifique al equipo, Pellegrini resolvió juntar a los habilidosos para que se agruparan alrededor de la pelota. La medida proporcionó resultados inmediatos porque Benzema, al ver que su equipo tenía la pelota, empezó a tirar diagonales y a recibir pases. El francés adelantó al Madrid con un cabezazo a la salida de una falta lateral y remató al Tenerife en una jugada que fue producto de su iniciativa particular. Presionó, le robó el balón a Manolo, se perfiló, y ajustició a Aragonseses con categoría.
Benzema liquidó el partido con dos fogonazos y Kaká lo adornó con el tercer gol, un disparo fantástico desde el balcón del área. El Madrid mejoró. Pero hasta el último minuto se resistió el Tenerife a darle tregua a su rival. Sólo un par de intervenciones de Casillas ante Alfaro y Nino evitaron el intercambio de goles.
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