Un rumano muerto en accidente laboral lleva 23 días en la morgue
La familia pide cobrar el seguro para pagar la repatriación
Una rama le arrebató la vida hace casi un mes, pero su cuerpo sigue en el depósito de cadáveres de Ortigueira. La familia del trabajador rumano Ioan Negura, que trabajaba legalmente en Galicia, necesita 7.000 euros para repatriar el cadáver, pero ni su madre ni los dos hijos que deja huérfanos tienen ese dinero. Carecen de medios para pagar el billete a España y enterrarle aquí y piden poder darle sepultura en Rumanía.
El operario, de 47 años, acreditó en su país que estaba capacitado para cubrir uno de los puestos del catálogo de profesiones de difícil cobertura de Galicia, el de operador de maquinaria forestal con motor. Por este mecanismo habían conseguido sus permisos de trabajo otros tantos ciudadanos extranjeros. Como otro rumano, vecino de Narón que falleció en Monfero mientras trabajaba en la tala de eucaliptos, u otro portugués que perdió la vida en Cedeira recogiendo la madera del ciclón Klaus.
Los Negura no tienen dinero para venir a España a enterrar a su hijo
La empresa aún no ha evaluado el montante del seguro por accidente
Hace varios meses que Negura había pasado todos los exámenes y demostrado que podía desarrollar su trabajo en el sector maderero. Fue contratado por Maderas ESA, una empresa que subcontrataba Norfor. Desde allí no saben bien cómo actuar. "Se trata de una empresa pequeña, somos tres trabajadores", explica Antonio Ferreira, el dueño. "Yo no tengo ese dinero para dárselo ahora. Si lo tuviera, puedo asegurar que no perdería un momento en dárselo, pero es el seguro el que se hace cargo", explica. Su abogado se muestra prudente: "Estamos averiguando las coberturas de los seguros".
Los hechos ocurrieron el pasado día 2, en la parroquia de Insua (Ortigueira), antes de las cinco de la tarde. Negura quedó inconsciente después de que una de las ramas del árbol que talaba le golpease. El equipo de emergencias trasladado a la zona no pudo más que certificar su muerte. Horas más tarde, el teléfono de la madre de Ioan sonaba en Rumanía. Su hijo había fallecido. Entonces empezó la pesadilla: no tienen dinero para venir a España a enterrarlo y querrían darle sepultura en su país natal. "Rumanía es como España en los años 70", explica Miguel Fernández, portavoz del Foro Galego de Inmigración, "la tradición familiar es sagrada".
La empresa contratante no niega que tiene que pagar la indemnización a la familia del fallecido, pero el seguro aún no ha respondido sobre la cuantía. Lo mínimo que podrían percibir los hijos de Negura, explican desde la Asociación Puente Cultural Rumano, es 25.000 euros. "Con ese dinero", explica el presidente de la asociación, Ion Stan, "quieren pagar la repatriación, pero hasta que no llegue, el cadáver sigue en el depósito". Las ONG se quejan de que no se adelante el dinero, denuncian que los trámites son "demasiado lentos" y la funeraria amenaza con enterrar el cadáver si no se toman medidas pronto. Por eso han creado una cuenta de recaudación para que "las personas de buena voluntad ayuden a que esta persona pueda descansar en paz".
Según explica Stan, "todas las partes implicadas en los trámites tienen culpa". Por un lado, la funeraria, que podría "hacer presión", y también el consulado. La representación diplomática de Rumanía se ha encontrado este año en la zona norte de España con diez muertos para repatriar. Ninguno acabó con el envío del cadáver al país de origen. Algunos incineraron a sus muertos, otros eligieron enterrarlos aquí y otros venían con el seguro de repatriación que muchas compañías y bancos llevan años ofreciendo cuando un inmigrante intenta abrir una cuenta en el país de llegada. "Pero esta familia no podía permitírselo, son muy pobres", cuenta Ion Stan.
Tanto el portavoz del foro como el presidente del Puente Cultural, inciden en que la "inoperancia" de las instituciones se debe a que "el extranjero cuando deja de producir, no vale". El presidente de la Asociación de Ecuatorianos, Fernando Muñoz, reclama "un poco de humanidad": "Lleva 23 días abandonado en un frigorífico".
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