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Crónica:LIGA DE CAMPEONES | Primera jornada
Crónica
Texto informativo con interpretación

Mágico Luis Fabiano

El Sevilla se impone con comodidad al débil Unirea, con el brasileño en plan estelar

Rafael Pineda

El reencuentro del Sevilla con la Liga de Campeones dos años después de su última participación no podía ser ensombrecido por un rival menor, el Unirea, rumano, quien, a pesar de haber acumulado méritos para participar en la máxima competición continental derrocando al Steaua en la Liga de su país, mostró una timidez y falta de recursos impropios de un torneo de este calibre. Encontró el Sevilla premio a su paciencia gracias al talento de Luis Fabiano y la amplitud de una plantilla que permite soñar con ir más allá de los objetivos marcados por la exigente gestión de José María Del Nido. Si bien la escasa enjundia del rival facilitó el camino a los de Manolo Jiménez, del mismo modo resulta incontestable la superioridad con la que el Sevilla se hizo con el triunfo.

SEVILLA 2 - UNIREA 0

Sevilla: Palop; S. Sánchez, Squillaci, Escudé, F. Navarro; Jesús Navas, Zokora (Lolo, m. 76), Renato, Capel (Perotti, m. 55); Kanouté (Negredo, m. 63) y Luis Fabiano. No utilizados: J. Varas; Fazio, Adriano y Koné.

Unirea: Arlauskis; Maftei, Galamaz, Mehmedovic, Brandán; Vilana (Onofras, m. 81), Frunza, Balan (Paraschiv, m. 65), Apostol, Varga (Semedo, m. 76); y Bilasco. No utilizados: Tudor; Nicu, Fernandes y Bordeanu.

Goles: 1-0. M. 45. Luis Fabiano recibe un pase de Renato y, con la zquierda, marca desde el balcón del área. 2-0. M. 70. Renato, tras peinar Luis Fabiano un córner.

Árbitro: Matteo Trefoloni (Italia). Amonestó a Mehmedovic, Frunza, Maftei, Galamaz.

Sánchez Pizjuán: unos 33.000 espectadores.

Es el Sevilla un conjunto destinado a dominar a rivales como el de ayer, sin necesidad de que el eterno debate al que se encuentra sometido Manolo Jiménez tuviera razón de ser. La iniciativa fue siempre local porque así lo dictaminó el planteamiento del Unirea. Su rácana propuesta, alimentada, eso sí, con mucha energía en el repliegue, se tradujo en un partido que se movió en una sola dirección. Era cuestión de paciencia y de que el innegable talento de algunos jugadores del Sevilla aflorara en el momento justo para evitar cualquier tipo de inquietud. La luz ante tanto bosque de piernas pudo llegar en un buen lanzamiento de falta de Luis Fabiano que abortó bien Arlauskis. Escasa producción ofensiva para un Sevilla donde los dos hombres del centro del campo, Renato y Zokora, mostraban algunos problemas para generar juego con fluidez, mientras que tanto Navas como Capel en las bandas apenas tenían opciones de progresar.

La apuesta de Petrescu, entrenador del Unirea y componente de la Rumanía que llegó a cuartos de final del Mundial de EEUU, saltó por los aires con otro golazo de Luis Fabiano poco antes del descanso. Renato encontró espacio en una banda y centró al borde del área, donde emergió el nueve de Brasil para conectar un disparo inapelable. Quienes conocen bien al delantero le auguran un año estelar. La competencia de Nilmar por la camiseta de la selección tiene a Luis Fabiano más enchufado que nunca desde que llegó a Sevilla. Con futbolistas de este calibre, cualquier esquema que se exponga en la pizarra de un vestuario está condenado al fracaso. Puede que Petrescu pasara horas y horas preparando el encuentro. Manolo Jiménez tiene a Luis Fabiano, Kanouté y Negredo. Ante tanto talento no hay sacrificio que valga ni planteamiento que resista.

Hecho lo más difícil, la cuestión estaba en comprobar si el Unirea estaba dispuesto a arriesgar para dar otro colorido al encuentro. Se atrevieron los rumanos a dar un pasito adelante y ante esa decisión vieron el cielo abierto Perotti, que entró por Capel, y Navas. Crujieron los cimientos del Unirea con cada robo del Sevilla y la consiguiente salida a la contra. La superioridad vino entonces acompañada de buen fútbol y velocidad, hasta que llegó el segundo gol, obra de Renato. La misión estaba cumplida.

Diego Capel se marcha del marcaje de Maftei.
Diego Capel se marcha del marcaje de Maftei.REUTERS

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