El gasto salva Filipinas
El cierre de empresas y la caída de los ingresos en divisas frenan el alto ritmo de crecimiento del país asiático
La economía filipina no es inmune al desplome internacional. De momento, los grandes números no reflejan un gran impacto, aunque el cierre de empresas, el aumento del desempleo y la caída de los ingresos de divisas son claros síntomas de que las finanzas no van bien. La crisis, además, ha puesto freno a uno de los periodos de mayor bonanza en los últimos 10 años para Filipinas y podría obligar al Ejecutivo a realizar un severo ajuste durante este curso.
Los datos oficiales indican que durante el segundo trimestre del año el PIB creció un 1,5%, por encima de las expectativas, que situaban el alza en un 0,9%. El dato supera claramente el 0,4% del primer trimestre y consolida las expectativas del Gobierno de cerrar el año con un crecimiento de entre el 3,7% y el 2,7%, a pesar de la crisis financiera. Esta subida está directamente relacionada con los planes de salvamento de la Administración, que ha aumentado el gasto público para dinamizar el consumo e intentar frenar el desempleo.
El país recibe 18.300 millones de dólares anuales en remesas, el 10,8% del PIB
El año pasado, el Gobierno abandonó sus planes de equilibrio fiscal para compensar la caída de ingresos en las arcas estatales, impulsando el déficit a cerca del 3,2% del PIB para este año. El gran problema de Filipinas es que sus dos pilares de crecimiento -las exportaciones y la demanda interna- se encuentran a la baja. En el caso de los envíos al exterior de material electrónico -el 70% de sus exportaciones-, fábricas como Intel o Texas Instruments han anunciado el cierre de operaciones en el país, a pesar de que la demanda de sus principales socios asiáticos ha comenzado a repuntar.
Por el lado de la demanda, la incertidumbre es mayor, ya que ésta depende del envío de remesas de los emigrantes filipinos. Los datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) indican que Filipinas es el cuarto país del mundo que más remesas recibe, con 18.300 millones de dólares anuales, equivalentes al 10,8% del PIB. En los dos últimos cursos se ha producido un leve descenso, pero se espera que el impacto sea mayor a partir de este año. Las previsiones de la UNCTAD para 2009 indican que el flujo de remesas podría caer entre un 5% y un 8% en todo el mundo.
En los últimos años, el Gobierno había logrado reducir el peso de las remesas en la economía (era del 13% en 2006), pero el aumento del desempleo y la pérdida de poder adquisitivo pueden revertir esta tendencia e incluso llevar a muchos de sus habitantes a sumarse a los más de 12 millones de filipinos que viven y envían dinero desde el exterior. Esta cifra es equivalente a un tercio de los 37 millones de ciudadanos que componen la fuerza productiva del país del sureste asiático.
Mientras, el desempleo sigue creciendo. El propio ministro de Trabajo, Mariano Roque, reconoció en enero de este año que cerca de 300.000 filipinos podrían perder su empleo en el primer semestre a causa del cierre de empresas y de bruscos recortes de plantilla en todos los sectores productivos. El desempleo es un grave problema en Filipinas, donde no existe cobertura para los parados y donde más del 12% de la población vive por debajo de la línea de la pobreza. La última cifra oficial publicada por el Ejecutivo en abril habla de un paro del 7,7%. -
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