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Crónica:Turquía 63 - España 60 | Eurobasket 2009
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una caricatura en el laberinto turco

España pierde sus señas de identidad con un juego horrible y una calamitosa estrategia final

Robert Álvarez

Más allá de perder, el peor abismo al que puede precipitarse un equipo es el que lleva a la pérdida de sus señas de identidad. Y a la España que se midió a Turquía no hubo manera de reconocerla. Perdió porque casi nada de lo que hizo se pareció ni a cómo era ni a lo que quería hacer. El mismo grupo que maravillaba, que se entendía con los ojos cerrados, que dominaba los partidos con solvencia, se ha convertido en una versión muy desmejorada, en una caricatura de trazo grueso. El último brochazo del despropósito en que derivó el encuentro ante los turcos fue la puntilla que acabó de sentenciar su derrota y rubricó una imagen tan insatisfactoria para los que siguen desde hace ya más de diez años a la mejor generación del baloncesto español como para los propios jugadores.

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El partido ya había ido de mal en peor. Como en los anteriores, España había desperdiciado algunas ventajas apreciables. La resolución fue lo peor. Siguió perdiendo balones con una alegría asombrosa. Ricky Rubio fue uno de los más desafortunados y culminó su calamitoso manejo del timón con su segunda pérdida en un pase relativamente fácil, y a la vez inocuo, a Pau Gasol.

No era uno más. Se trataba del momento de la verdad. Cuando España bregaba de manera desesperada por salvar el tipo. Faltaba poco más de 1m 20s y, tras una penetración en la que encontró vía libre el base turco, Arslan, España puso el 58-61 en el marcador. Fue entonces cuando Ricky agotó el cupo de errores y colmó la paciencia de Sergio Scariolo.

El seleccionador había dejado muy clarito que apostaba por Ricky como base titular. Llegado el momento de la verdad, adoptó una decisión demoledora. Le relevó y dio entrada a Sergio Llull, el último jugador al que reclutó, pero no para actuar en el puesto de base, sino para hacerlo en el de escolta o alero. De forma que en ese trascendente minuto y pico que quedaba Scariolo dibujó un perfil inédito en su cuaderno de bocetos.

No sólo eso. Acto seguido, tras un robo del balón y un contraataque culminado por Navarro, que puso el 61-60, seguido de un fallo de los turcos, el seleccionador pidió tiempo muerto y urdió la estrategia para la acción decisiva. Restaban 12 segundos. De manera sorprendente, no fueron ni Pau Gasol, ni Navarro ni Rudy quienes se encargaron de disparar el último cartucho. Scariolo le encomendó la misión a Llull. Éste hizo un cambio de ritmo, se fue como una centella hacia el aro y allí recibió el tapón de uno de los pívots del equipo más alto del torneo. Una prueba más de lo mal resuelta que estaba la acción fue que los turcos todavía tuvieron tiempo para anotar otra canasta.

De esta inesperada forma se consumó la derrota más dura de cuantas ha sufrido España en los últimos años. Ni está eliminada ni ha perdido la posibilidad de luchar por algo grande. Pero ningún otro revés había dejado tan en evidencia errores de bulto, decisiones desacertadas y un estilo de juego en las antípodas del que tantos éxitos le dio.

Las 15 pérdidas de posesión, varias sin haber sido siquiera forzadas por el equipo turco, y la absoluta falta de dominio del ritmo del juego, fueron algunos de los lastres del equipo. Turquía se empleó con el ritmo lento que tanto le gusta y nunca permitió que España actuase con comodidad. Siempre que abrió hueco, los reajustes de su seleccionador, Tanjevic, hicieron rápido efecto. Tunceri, el ex base del Madrid, se apoderó de los hilos del juego y se produjo el primer apagón. Cuando un corte de la zona no les dejaba solos, los pívots turcos se beneficiaban de un pase doblado. El joven Asik se erigió en un incordio para Pau Gasol. La defensa turca consiguió su propósito: negar el tiro en lo posible y permitir sólo que lo ejecutase desde fuera Ricky. El base español lo falló casi todo.

Navarro tampoco encontró buenas posiciones y naufragó. Rudy fue el único que hizo daño al equipo turco, que se permitió el lujo de ganar su cuarto partido seguido sin casi aportación ofensiva de su figura, Turkoglu. El 38% de acierto en los lanzamientos del español delatan el mal funcionamiento en todas sus líneas, la falta de aceite en todas las jugadas. Cuando no se perdía el balón, se movía de forma tan horrible que no había opción para que nadie armara la muñeca. Un juego horroroso culminado con una calamitosa estrategia final.

Pau Gasol se dispone a encestar a pesar de la tenaz oposición de varios rivales.
Pau Gasol se dispone a encestar a pesar de la tenaz oposición de varios rivales.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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