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Columna
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Desnudos y otros

Hoy casi todo es política. Hay pocas cosas que no se emborronen de ideología. Los diarios que leemos, la ropa que vestimos, la playa donde hemos pasado el verano. Casi todo se quiere vestir de alguna ideología y ahora le toca a lo desnudos.

Creo que casi todos hemos estado alguna vez desnudos en alguna playa, cuando éramos pequeños y nuestros genitales no eran motivo de vergüenza ni de nada. El desnudo no era cosa política ni se hacía en grupo. No quedábamos para ir a la playa con otros niños y niñas que fueran desnudos. A esa edad no importaba qué bañador vestíamos, qué cosas leíamos, ni en qué playa veraneábamos. Éramos así. No recuerdo por qué ni cuándo dejé de estar desnudo en la playa, pero estoy seguro que este cambio no resultó ser ningún trauma. Tampoco echo de menos ir desnudo a la playa y el bañador no me incomoda lo más mínimo.

Las playas nudistas existían, pero estaban apartadas. En Motril (Granada), que es mi patria de nacimiento porque la patria de una persona es su infancia, la playa nudista era La Joya. Una playa de difícil acceso en el cabo Sacratif. A nadie se le pasaba por la cabeza que hubiera gente desnuda en otro lugar. Hoy la cosa ha cambiado, y no pasa nada. Reconozco que me resulta incómodo estar en la playa y que por paisaje tenga un campo de cuerpos desnudos. No me parece mal que la gente esté desnuda, pero a mí no me gusta en pandilla aunque no me provoque ningún problema. Ni antes iba a La Joya por motivos de armonía ni ahora me gusta ir a playas nudistas con mi mujer y mis hijos, aunque reconozco que me quedé en bolas después de hacer la mili y en aquel baño en La Joya quedó gorro de bonito, cordones y pantalones de las milicias. Pero ya digo, que la gente se tueste al sol como quiera, sin que esto signifique nada.

Cualquiera, nudista estable, episódico o no, iba a las playas donde estaba a gusto y ya está. La cosa, como decía, ha cambiado. Las asociaciones nudistas y naturistas reivindican el desnudo como una forma de fomentar la salud física y mental acorde con el medio ambiente. Dicen que desnudos somos libres, estamos más en armonía con la naturaleza y eso es bueno para el espíritu. Pero pienso que si el desnudo es política no es por querer hacer un mundo mejor, sino porque los nudistas reivindican más territorio. No hay muchos, pero cada vez hay más sitios dónde el vestido está prohibido. Y viceversa, claro: hay espacios donde está prohibido estar desnudo. Se dice que hay personas que se sienten ofendidas o que, simplemente, se incomodan. De repente parece que uno no sepa ir a la playa donde esté a gusto, sino que quiere ir a una playa sin importarle la gente que va allí. Puedo estar vestido o desnudo en cualquier parte. Soy libre. Pues muy bien, pero, ¿no hay otras formas de hacer la revolución? ¿No podemos veranear, sin necesidad de comer o estar en bolas?

Me resulta ridículo cómo se discute por estos derechos. Es grotesco que el cuerpo se politice y que nuestra intimidad se haya convertido en una imagen en nada diferente a un manifiesto ¿Esto es ciudadanía responsable? Las utopías que dicen hacer de este mundo un lugar mejor desde lo que hacemos y somos cada uno de nosotros ¿Qué tendrá que ver esto con cómo vistamos? El desnudo no es más que otra forma de vestir, y el mundo no es mejor ni peor según vayas en bañador o en bolas. Es cierto que las sociedades uniformadas son sociedades siempre disciplinadas, pero la imposición del nudismo es otra especie de uniformidad. Dejemos los uniformes, unos y otros, y no impongamos una forma de estar como si fuera una forma de ser, bastante tenemos con la corbata en momentos sociales y de trabajo.

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