Seis kilómetros para llegar al avión
La Terminal 4 del aeropuerto de la capital llega a gestionar hasta 10.000 equipajes en las horas punta - Unas 500 maletas al día no llegan a su destino
Son las 10.30 de la mañana. Faltan dos horas para que salga un vuelo a Caracas. Los pasajeros, con la mente ya en el Caribe, abandonan su equipaje, a rebosar de bikinis y crema solar, en la cinta de facturación. Dentro de poco sobrevolarán el Atlántico. Por el momento, cumplida su misión, pueden relajarse hasta la hora de embarcar. Bajo sus pies, sin embargo, las tripas de la Terminal 4 de Barajas bullen de actividad. El Sistema Automático de Transporte de Equipajes (SATE) tiene que funcionar como un reloj para que cada maleta llegue a su destino exacto. No es fácil. En las horas punta puede recibir más de 10.000 bultos procedentes de 60 vuelos distintos. Cuando el colosal engranaje engulle el equipaje en las cintas de facturación, empieza el viaje de las maletas.
Después de hacer fila junto a los pasajeros que las arrastran hasta allí, llega el momento separarse. "¿Volveremos a vernos?", podrían preguntarse las maletas. Los viajeros, por su parte, lo pensarán casi con total seguridad. En las próximas horas, una etiqueta con diez dígitos será su única garantía de reencuentro. Ese pequeño papel adhesivo contiene el llamado BSM (mensaje de código del equipaje, por sus siglas en inglés). Un código universal que, durante ese viaje, las identificará en cualquier aeropuerto del mundo, y que contiene desde los kilos que pesan, al nombre del viajero que las facturó y los datos de su vuelo. "Abróchense los cinturones", diría a continuación una voz, en caso de que estas maletas pudieran darse cuenta de que iban a adentrarse en una de las montañas rusas más grandes del mundo.
El aeropuerto de Barajas, tras la ampliación de la T4, se situó en el cuarto puesto de los grandes distribuidores de tráfico internacional de Europa. Se convirtió en hub (centro de operaciones) de Iberia, compañía de la que depende más del 95% del equipaje que se gestiona en la T4 y cerca del 55% de todo Barajas. En las últimas estadísticas de la Asociación de Aerolíneas Europeas, del verano de 2008, la proporción de maletas que no llegaron a tiempo a su destino fue de 14 por cada 1.000 pasajeros. El 85% de ellas acabaron devolviéndose a sus dueños en las siguientes 48 horas.
Las razones de los retrasos hay que buscarlas entre los 120 kilómetros de trazado que esperan a los equipajes una vez superados los mostradores. La imagen del operario transportando los bultos de la terminal al avión es sólo un pequeño eslabón en la cadena. El resto transcurre en el subsuelo, a gran velocidad, y está casi completamente automatizado.
Tras desaparecer arrastradas por la cinta de facturación, el próximo destino de las maletas es lo que en jerga aeroportuaria se conoce como los hipódromos (por su forma elíptica). Son las cintas rotativas desde las que los equipajes se cargan en contenedores que, finalmente, serán trasladados al avión. Las maletas que embarcan en vuelos locales o europeos toman un atajo: una cinta en la que directamente se clasifican y se vuelcan en el hipódromo del área de despegue correspondiente de la T4. Pero si el avión ha de recorrer una larga distancia y volar, como en este caso, hasta Caracas, la ruta será más complicada. No es lo mismo, está claro, viajar al Caribe que a la Costa del Sol.
Los dos kilómetros que separan la T4 de la T4S (la terminal satélite para salidas internacionales), se recorren a bordo de unas cintas que transportan el equipaje a 10 metros por segundo. "Es una de las líneas más rápidas de Europa", explica Juan Puertas, jefe de sección del SATE de Aena, mientras varias maletas son lanzadas hacia la T4S sobre grandes bandejas amarillas. Un poco más allá, en una enorme sala plagada de raíles llamada "almacén dinámico", giran montones de maletas, facturadas con mucha antelación, para las que todavía no ha llegado la hora de embarcar.
Este circuito de transporte de maletas de la T4 está plagado de sensores para que todo funcione de forma autónoma. Los bultos están controlados cada pocos metros. Se emiten cerca de 100.000 señales con sus posiciones y la información se renueva cada tres segundos.
Al otro lado, decenas de trabajadores de Aena y de Iberia vigilan desde sendas salas de control para intentar evitar los retrasos. Hay problemas muy habituales y de fácil solución, como que algún elemento de la bolsa se enganche en un punto del recorrido o que una etiqueta se caiga. Otros, menos frecuentes, como fallos informáticos o averías, pueden complicar más las cosas. Uno de los más comunes y que, irremediablemente, hará que las maletas lleguen más tarde que sus dueños, es el retraso de un vuelo de conexión.
Queda una hora y siete minutos para que se cierre la bodega del avión con destino a Caracas. De las 506 maletas que se han facturado hasta ahora, 275 provienen de otros aviones cuyos pasajeros hacen transbordo en Barajas. "Si un vuelo se ha retrasado y vemos que llega muy tarde no podemos permitirnos hacer esperar al siguiente", explica Dimitris Bountolos, Jefe de Unidad de Operaciones de Iberia, desde la sala de control que tiene la compañía en la T4. "Así que, cuando llega, sabemos perfectamente que las maletas no se podrán conectar". En ese caso, se comunica a los pasajeros que su equipaje no se va a poder embarcar y, si aún así deciden viajar, se les explica que se mandarán en el próximo vuelo disponible con el mismo destino.
La bodega del avión se abre, por fin, para recibir los contenedores metálicos cargados de maletas, cargadas, a su vez, de pareos y sandalias. Podría suceder que la lona que cierra el contenedor no estuviera bien atada y que, durante el traslado por la pista, se cayera un bulto sin que el conductor se diese cuenta. Esta es, seguramente, la última curva peligrosa del viaje.
En la T4 se ponen unas 70 reclamaciones diarias relacionadas con el equipaje, lo que supone un 0,2% del total de pasajeros que aterrizan, según datos de Iberia. A partir de ese momento hay 21 días para localizar la maleta extraviada antes de que se considere perdida. Existe para ello un sistema global en el que se integran las principales líneas aéreas del mundo gracias al cual se recuperan, según la compañía española, entre el 94 y el 98% de los equipajes en menos de 24 horas.
Los últimos datos europeos sobre pérdidas, aunque más bajos que otros años, son considerados todavía "excesivos e inaceptables", por Antonio Tajani, Comisario Europeo de Transportes. Una vez en tierra, no hay mejor sensación que ver salir esa maleta roja, semirígida, con un pañuelo atado a modo de señal. Y saber que también ella ha llegado a Caracas.
Las cifras
- Tráfico diario. En la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas despegan y aterrizan cada día unos 800 vuelos. El Sistema Automático de Transporte de Equipaje (SATE) procesa entre 40.000 y 45.000 maletas. En ocasiones, la cifra llega a las 52.000 maletas.
- Kilómetros y motores. El equipaje que llega a Barajas se traslada dentro del SATE por un circuito formado por 120 kilómetros de cintas, 12.000 motores y 100.000 señales emisoras de datos, que se renuevan cada tres segundos.
- Maletas a todo gas. Los bultos atraviesan los dos kilómetros que separan la T4 de la T4S (terminal satélite para salidas internacionales) a diez metros por segundo. El resto de cintas marchan a una velocidad de entre cinco y dos metros y medio por segundo.
- Mejorando el sistema. La capacidad para almacenar el equipaje facturado con antelación ha pasado de 2.000 a 8.000 plazas. El tiempo de espera de las maletas procedentes de la T4S ha bajado de 21 minutos a una media de 14.
- Equipaje que no llega. Una de cada mil maletas se retrasa durante su paso por el SATE. Antes de la instalación de este sistema, los incidentes llegaban a ser diez de cada mil. En el recorrido total realizado por Iberia, son 14 de cada mil las maletas que sufren algún percance. Entre el 94 y el 98% de los equipajes extraviados son encontrados y devueltos a sus dueños por la compañía
Por las tripas de la T4 hasta el avión
- Facturación. El recorrido comienza cuando el viajero deposita su maleta en un mostrador (en la imagen de arriba) y se le asigna un código de diez dígitos con toda la información necesaria para tener localizado el bulto.
E Almacenamiento y traslado. Las maletas que se han facturado con antelación quedan dando vueltas a lo largo de varios kilómetros de cinta. Llegado el momento (en la imagen central superior) se envían rumbo al lugar desde donde va a salir el avión.
- Control. En el Centro de Gestión Aeroportuaria (en la imagen central izquierda) se vigila que el transporte y la inspección del equipaje se realice correctamente.
- Hipódromo. Las maletas se distribuyen en las cintas rotatorias correspondientes, llamadas hipódromos por su forma elíptica. Allí se comprueba el vuelo al que se dirigen (en la imagen central derecha) y los trabajadores las introducen manualmente en varios contenedores que, posteriormente, se trasladarán a la bodega del avión.
- Por fin juntos. 986 maletas de cada 1.000 de las gestionadas por Iberia llegan sin problemas a su destino
(en la imagen de abajo). De las que se retrasan, la mayoría acaban siendo devueltas a los viajeros. El bulto extraviado que tarda más de 21 días en aparecer pasa a considerarse como perdido.
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