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Reportaje:cine

Consagración a la italiana

Cuatro jóvenes directores confirman en Venecia que es posible otro cine español

Hoy toca restaurante italiano. Para que vayan calentando motores, porque estos cineastas estarán a partir de mañana en Venecia -el festival se inaugura oficialmente el miércoles- y más vale preparar el cuerpo para las generosas raciones de pasta. Este año, la armada cinematográfica española que desembarca en la región del Véneto está compuesta por Rec2, codirigida por Paco Plaza y Jaume Balagueró; Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo, y Celda 211, de Daniel Monzón. Y ese desembarco tiene algo de simbólica consagración de una nueva generación de cineastas con otras historias que contar, que abandona caminos ya trillados por sus mayores y tira por filmes de terror, thrillers o lo que les apetezca. Películas que sorprenden fuera de España y que han descubierto al mundo (Hollywood incluido) una raza de desprejuiciados realizadores españoles con una mirada globalizada y al mismo tiempo rabiosamente local.

Balagueró: "Lo que quiero es entretener, estremecer"
Monzón: "Sólo hay un cine, el bueno. Sea lo que sea, necesito disfrutar"
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Ninguno va a la sección Oficial a competición: Gordos y Celda 211 estarán en el apartado Jornadas de autor-Días venecianos, creada hace unos años a imagen de la Quincena de Realizadores de Cannes, y Rec 2 inaugurará las Sesiones de Medianoche. Además, el francotirador Pere Portabella presidirá el jurado de Horizontes, sección destinada a las películas más arriesgadas donde se proyectará Mudanza, su documental de 20 minutos en el que juega a despojar un hogar de sus muebles, en su caso la casa de veraneo de García Lorca.

Paco Plaza (Valencia, 1973) y Daniel Monzón (Palma de Mallorca, 1968) aparecen los primeros en la comida. El primero vino a Madrid hace unos días -vive en Barcelona- y el otro acaba de bajarse del tren que le traía de Valencia. Daniel Sánchez Arévalo (Madrid, 1970) llega en el momento en el que Jaume Balagueró (Lleida, 1968) avisa: su AVE llega con retraso (Plaza bromea: "Somos como la familia real. Viajamos por separado. Si hay un accidente, siempre quedará uno para hacer Rec 3"). Las tres películas no tienen a priori mucho que ver. Sin embargo, a mitad de la comida encontrarán muchos puntos en común.

Plaza y Balagueró conocen el certamen perfectamente. Balagueró ha estado en cuatro ocasiones. "No, nunca he hablado mucho con Marco Müller [director del Festival de Venecia]", se defiende. Con una factura técnica increíble, la acción de Rec 2 comienza minutos antes del final de su predecesora Rec, y hace un uso sobresaliente de la casa protagonista. Como veteranos del certamen italiano, la pareja de realizadores aliña los aperitivos con una anécdota. Paco Plaza: "Entrevistas de televisión: de repente un tío llega a la carrera. Nos da la mano, suelta 'Piacere, piacere' y mientras se está sentando nos mira a uno y a otro y me dice en italo-español: 'Paco, hacer cine de terror con poco presupuesto debe de ser difícil, ¿no?'. Justo cuando pone su culo en la silla, empiezo: 'Bueno, claro, pero...', y él se levanta, nos da la mano, suelta otro 'Piacere, piacere', y desaparece. Durante meses estuvimos con la coña 'piacere, piacere".

Celda 211 es la cuarta película de Monzón, otrora periodista cinematográfico. Ahora es el urdidor de una trama desasosegante protagonizada por un funcionario atrapado en mitad de un motín en la cárcel de Zamora. El thriller está aderezado con política ficción y se cimenta en unas interpretaciones impresionantes. De guinda, un sobrenatural Luis Tosar. "Cuando me hablaron de tu peli, le dije a Antonio: 'No hagas mucho hueco en tu estantería para el Goya, que me han dicho que Tosar se sale". Habla Sánchez Arévalo, el de Azuloscurocasinegro, que con Gordos muestra las vidas de los asistentes a una terapia de grupo para adelgazar. Antonio es Antonio de la Torre, que para el filme engordó 33 kilos y volvió a perderlos en menos de un año. Ninguno de los cuatro ha visto las películas de los otros, así que se intercambian los horarios en Italia -mañana ya estarán los chicos rec; el miércoles aterrizará Monzón; Sánchez Arévalo llegará el domingo- y entran a la charla sobre Venecia.

Paco Plaza. Es un escaparate estupendo. Me gusta repetir.

Daniel Sánchez Arévalo.

¿Vais a la misma sección?

P. P. Sí, y hasta el mismo día. Es un pase de público, de gente que ha pagado por ver el filme. Son a medianoche europea, es decir, a las diez de la noche. Te recogen en el hotel a las ocho.

Daniel Monzón. Es que son serios. ¿Conocéis la ciudad?

D. S. A. Entre los cortos y mis dos largos, es la cuarta vez que me invitan al festival. Siempre en la misma sección, que cuida muchísimo al equipo y a las películas, tiene mucho prestigio... Me acuerdo que después de Azuloscurocasinegro la gente saludaba a Raúl Arévalo y le daba las gracias porque se habían reído. Normalmente la sección Oficial es más densa y les habíamos alegrado el día.

Jaume Balagueró. Venecia tiene las Sesiones de Medianoche, dentro de la sección Oficial aunque fuera de competición. Ahí estamos muy a gusto. Un festival como San Sebastián no programa algo así. Por eso tal vez no nos eligen en Donostia.

D. M. A mí me gustaría aclarar que el cine de autor no está reñido con el de género. Citemos clásicos: Howard Hawks, Alfred Hitchcock, John Ford... No creo que se pueda diferenciar una cosa de la otra. Yo hago las películas que me apetecen.

D. S. A. A mí me irrita mucho el intento de separar entre lo que es película de público y película de crítica. Me niego a tomar una decisión así. Parece que escoges un camino u otro. Y esta falsa separación se crea mucho más aquí, en España.

J. B. El cine se hace para el público. Es inevitable. Es como si digo: "Soy cantante y hago canciones para muebles". No, las canciones son para las personas que escuchan las canciones. No hay más.

D. M. Cuando entras en una sala, hay una pantalla y unas butacas que tienes que llenar. Y si quieres contar algo, debes pensar en esas butacas y en la gente que se sienta allí.

J. B. Y toda la vida ha sido así. Puede, eso sí, haber formas distintas de acercarse al fenómeno cinematográfico y distintos tipos de público.

D. S. A. Creo que los festivales deberían pensar un poquito más en todos. Y empieza a ocurrir. En la última edición, Up inauguró Cannes.

D. M. Para mí no hay diferencia. Sólo hay un cine, el bueno. Sea lo que sea lo que vea, yo necesito que me haga disfrutar, emocionar... Que me toque. Piensa en Lars von Trier, considerado cineasta de autor. Ahora ha estrenado una de terror y antes filmó un musical, grabó una serie de terror, ha hecho comedias... Esa distinción entre autores y otros directores es gratuita.

D. S. A. Es una frivolidad hacer cine de espaldas al público, con lo que cuesta.

J. B. En esta conversación estamos luchando por demostrar que no debe separarse autor de público. Autor quiere decir que la visión del director está en la película. Es muy pretencioso que alguien establezca qué filme es de autor y cuál no. Para empezar debemos asumir que todas las películas son de autor, sea éste el director, el productor... Y después, si hay autores ostracistas y ombliguistas, no quiere decir que sean buenos, sino que su visión no interesa a nadie. Mi visión es estremecer, emocionar y entretener a la mayor parte del público, y por eso soy autor.

Los cuatro asienten. La charla continúa con la curiosa paradoja de la imagen del cine español dentro y fuera de sus fronteras. En Venecia, disfrutarán de un merecido reconocimiento.

Paco Plaza, Daniel Sánchez Arévalo, Jaume Balagueró y Daniel Monzón (de izquierda a derecha) reunidos  en vísperas de viajar a la Mostra de Venecia.
Paco Plaza, Daniel Sánchez Arévalo, Jaume Balagueró y Daniel Monzón (de izquierda a derecha) reunidos en vísperas de viajar a la Mostra de Venecia.SAMUEL SÁNCHEZ
Verónica Sánchez y Marta Martín  en <i>Gordos</i>.
Verónica Sánchez y Marta Martín en Gordos.

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