'Glamour' con solera
Galerías de arte, ropa de diseño y bares de siempre en el madrileño barrio de Salamanca
Si buscamos un barrio madrileño que sea el epicentro de la moda, las galerías de arte y el glamour con solera, aquí lo tenemos: es el barrio de Salamanca, que heredó su nombre del marqués homónimo, quien además trazó su característica estructura cuadriculada en el siglo XIX. Este diseño le proporciona un aire particularmente ordenado y señorial que lo hermana urbanísticamente con el Eixample barcelonés.
De hecho, el barrio de Salamanca tiene también sus correspondientes esquerra y dreta, si bien es la calle de Goya, y no el paseo de Gracia, la que actúa como línea divisoria entre ambas. En la zona derecha -si nos situamos en la plaza de Colón y miramos hacia Goya- tienen su sede gran parte de las galerías de arte de la ciudad (Fernando Pradilla, Metta...) y marcas rimbombantes de ropa y complementos. La izquierda, en cambio, siempre ha tenido vocación popular: cuenta con dos mercados, el de la Paz y el de Torrijos, y hasta hace poco poseía cines de barrio como el Cid Campeador, cuya ausencia hoy lloramos amargamente.
Acudir a la novela Romanticismo, de Manuel Longares, nos proporcionará una idea fiel de lo que fue la burguesía barriosalmantina en la Transición. Es real que en esta zona de Madrid la gente tiende a llamarse Pía, Virucha o Lalo, como los personajes de Romanticismo. Es también real y comprobable que, durante sus paseos, las señoras hablan con sus hijas de equitación y de cortinas a juego con edredones. Pero este tablero de calles bien trazadas nos muestra su versatilidad y los cambios que en él se han ido produciendo, de ahí que sea fácil elaborar rutas temáticas para recorrerlo. Sorteando, eso sí, las obras que este verano lo invaden.
01 Chocolate con churros
Si nos decantamos por una ruta rica en sabor añejo sería buena idea comenzar echando unos rezos en la iglesia de la Concepción (Goya, 26) de la calle de Goya, neogótica y hermanada en estilo con el famoso colegio del Pilar (Castelló, 56), el Eton madrileño del que salieron figuras relevantes de la política y la economía españolas. La tradición nos llevaría también a tomar un chocolate con churros en Gregory's, servido por camareros de los de toda la vida, y a comprar ensaimadas con denominación de origen en Formentor (General Díaz Porlier, 7), que a varios metros de su entrada ya anuncia aromáticamente las maravillas farináceas que alberga dentro.
El barrio, para los que no lo conocen, es sinónimo de clase alta y lugares nada campechanos. Hay que adentrarse en él para comprobar que no, que Casa Poli (General Pardiñas, 28), con su suelo de baldosas jaspeadas y sus carteles caseros, es un perfecto representante de lo que deberían ser los bares de siempre. Toda idea de finura y rigidez se desmiente en Jurucha, un bar de tapas que luce orgulloso en la puerta la recomendación de la guía Michelin y que lleva décadas sirviendo sus pajaritos de atún. O en La Niña, dentro del área del mercado de la Paz, abierto los domingos y con barriles-mesa en el exterior. Otro lugar legendario de la parte izquierda es el Centro Cubano, que, al haberse fundado en 1967, presume de ser el primer restaurante de cocina cubana de Europa.
02 Pasión por el 'tweed'
Una segunda ruta tendría aires británicos, pues la anglofilia del barrio se hace patente en los nombres de algunos de sus locales, como el hoy difunto bar Balmoral, que fue famoso por sus cócteles, y el Pub Dickens, con su emblemático neón verde y su interiorismo de bar de hotel londinense. El paraíso madrileño de los impermeables, las botas de montar, el tweed y los colores propios para cazar el zorro es la calle de Jorge Juan, donde se han instalado marcas como Barbour, Hackett y Charles Tyrwhitt, así como El Ganso, firma a cargo de dos hermanos madrileños que diseñan ropa con estampados de espiguilla y pata de gallo para que vayamos hechos unos lords y ladies a tomarnos unas cañas.
03 Callejones 'chic'
Por último, un tercer paseo nos llevaría por lo más contemporáneo de la zona. Por ejemplo, hacia las dos microcalles secretas que se abren a la altura del número 14 de la calle de Jorge Juan. Peatonales ambas, parecen poco madrileñas por lo bajito de sus edificios. Al fondo de una de ellas, casi camufladas, se encuentran Jocomomola y Sybilla, dos locales donde la ropa de diseño marca la tendencia. El paralelo callejón de Puigcerdá guarda también su pequeño secreto: el restaurante Zen Central, con ricos platos orientales servidos en una terraza codiciada.
Pero como la hipermodernidad no hace sino reciclar y reinterpretar el pasado, ahí tenemos el antiguo teatro Infanta Beatriz, elegido por Lorca para estrenar Bodas de sangre en 1933, convertido hoy en Teatriz, un restaurante y bar de tapas con una identidad muy poderosa: no parece probable que volvamos a tener la oportunidad de comer en el vestíbulo de un teatro que ha sido repensado por Philippe Starck y aderezado gráficamente por Mariscal.
04 Arte y confort
Busquemos ahora alimento para el espíritu: sin duda el faro cultural de la zona es la Fundación Juan March. Nada más entrar en ella se nos invita a hacer nuestros pinitos como coleccionistas de arte español, pues tienen a la venta cientos de láminas, grabados y serigrafías de artistas como Arroyo, Amat o Gordillo, además de abanicos decorados caligráficamente por Neruda. Otras perlitas de la fundación son su biblioteca de magia e ilusionismo y la colección personal de libros que perteneció a Julio Cortázar. Cuando ya hayamos disfrutado de sus conciertos y exposiciones nos quedará su cafetería setentera de mesas altas de cristal ambarino y sillones de cuero negro, un clásico rejuvenecido donde renace esa idea de confort que tan a juego va con el espíritu del barrio.
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