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Kafka en el INEM

Un parado recibe 32,68 euros de prestación por cuatro meses de ERE

Ignacio Zafra

A Vicente Sánchez, 47 años, técnico de mantenimiento en una empresa de publicidad, le costará olvidar este verano. No será por el viaje a Roma que hizo en julio tras pedir un crédito personal (al 8% de interés). Lo recordará por las horas que ha pasado yendo de una oficina de empleo a otra, llamando por teléfono, preguntando a amigos y conocidos, tratando de descubrir qué diablos había ocurrido para que el 10 de agosto, al ir a comprobar si le habían ingresado la prestación por desempleo -que llevaba esperando desde abril, cuando se vio afectado por un Expediente de Regulación de Empleo temporal (ERE)-, en vez de los 2.000 euros frescos que esperaba observó que le habían pagado 35 con 88 céntimos.

"Me dijeron que no era el único, que había 450 casos como el mío"

En realidad un poco menos, porque el extracto bancario indicaba que 3,20 euros habían sido retenidos para financiar la seguridad social.

Sánchez acudió a la delegación del INEM y le costó que le creyeran hasta que el funcionario buscó su nombre en la pantalla y aparecieron, efectivamente, los 32,68 euros. Le enviaron al servicio de empleo autonómico (Servef).

Nueva sorpresa ante su relato, nueva constatación, y lo que a él le pareció una confidencia: "Me dijeron que no era el único, que había otros 450 casos como el mío, y que tenía que presentar una reclamación. Pregunté si no debería hablar antes con un abogado y me contestaron que no, que ellos me ayudaban, y prácticamente me fueron dictando lo que tenía que escribir".

También le fueron comentando, en las ocasiones en que se acercó o llamó por teléfono al INEM y al Servef para ver cómo iba lo suyo, que todo se había debido a un fallo informático, a un fallo ofimático, a un error humano, a un problema con la transmisión de datos a Madrid, a una equivocación originada por la avalancha de trabajo que se les ha venido encima a los organismos de empleo y a la contratación de personal sin experiencia que ello ha provocado...

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Francisco Noguera, subdirector de prestaciones en la Dirección Territorial valenciana del Ministerio de Trabajo, apuntó ayer hacia otra variable. La cuestión tenía el aspecto de deberse a un fallo de la empresa en la que trabaja Sánchez en el momento de trasladar los datos al Inem. "Aunque pueden haber pasado mil cosas", admitió Noguera. En lo que va de mes su Dirección Territorial ha reconocido 50.000 prestaciones.

El subdirector añadió que trataría de acelerar la resolución para evitar lo que Sánchez lleva rumiando desde que presentó la reclamación: las prestaciones por desempleo se pagan el día 10 de cada mes; el parado a tiempo parcial (enseguida se verá qué significa eso) presentó la reclamación el día 11 de agosto, y el INEM tarda un mes en responder a las reclamaciones. Si nada lo impide, Sánchez tiene por tanto bastantes probabilidades de no cobrar el paro hasta el 10 de octubre, unos días antes de que concluya su ERE.

"Mi caso no es sangrante porque soy soltero, no tengo hijos, y he ido tirando de mis ahorros, de lo poco que me seguía pagando la empresa, y después de tarjeta. Pero me imagino que igual que yo habrá familias", cuenta.

La relación kafkiana de Sánchez con los servicios de empleo no termina ahí. El ERE de su empresa no afecta a todos por igual. Sánchez pensó que había salido de los mejor librados porque su caso es, en realidad, una reducción de jornada. Hasta el 22 de octubre trabaja los lunes y los jueves, en total 16 horas semanales. Pero cuando llegó el verano y comentó en la oficina que se iba a coger una semana de libranza le dijeron que era imposible: el expediente no lo contemplaba. "Al final lo arreglé recuperando el tiempo a la otra semana, pero el caso es que nadie había previsto que me pudiera ir cinco días de vacaciones".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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