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Reportaje:

Sara Lezana vuelve a la senda de 'Carmen'

La bailarina y coreógrafa madrileña cumple 50 años de carrera

La bailarina madrileña Sara Lezana (Madrid, 1948) recibe honores en el teatro Reina Victoria. En cierto sentido, se la rescata de un injusto olvido. La última vez que se la vio en la escena madrileña fue en 1990 sobre las tablas del teatro María Guerrero, en el espectáculo homenaje por el centenario de Antonia Mercé La Argentina, en la reconstrucción que hizo Mariemma de El fandango del candil. "Serán casualidades de la vida y del teatro, pero yo debuté con Mariemma en el mismo María Guerrero y volví a bailar allí con ella por última vez antes de que muriera", apunta Sara Lezana, una mujer llena de energía que hace cuatro años se sumó a la aventura del Ballet Flamenco de Madrid, fundado por Luciano Ruiz un año antes. El trabajo es intenso: coreografiar y salir a escena dos veces al día de martes a domingo.

Compartió cartel con Carmen Amaya y Antonio Gades en 'Los Tarantos'
El teatro Reina Victoria le dedicará una butaca honorífica

El próximo lunes 31 (a las 21.00) antes de una función especial, se le rendirá homenaje en el teatro Reina Victoria con la nominación de una butaca. "Es algo sencillo, pero que queda ahí para siempre, mientras exista el teatro, y Sara lo merece con creces", manifiesta uno de los organizadores.

Lezana es más recordada hoy por los cinéfilos que por los flamencólogos. Sus trabajos cinematográficos fueron muchos, y la mayoría quedaron eclipsados por Los Tarantos, de Rovira Beleta, donde compartió reparto con la gran Carmen Amaya y un jovencísimo Antonio Gades: "Fue a los 15 años, pero hay cosas que se quedan impresas en la memoria. Ya conocía de antes a Gades, pero a Carmen Amaya no. Ella vino de México para hacer la película, que la rodamos toda en Barcelona. Aquello marcó mi vida; Amaya murió ese mismo año".

Eran los tiempos de las grandes figuras legendarias. "Antes había conocido también a Vicente Escudero. Mi padrino era Alfredo Mañas, y era el momento en que surgíamos La Chunga, El Güito, tantos otros. Antes de la película, lo primero que hicimos en teatro fue Los Tarantos, con Mary Carrillo". Y Sara sigue recordando: "Luego vino lo de El Corral de la Morería y crear compañía para empezar a girar".

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Sara Lezana participó con un importante papel en El extraño viaje, de Fernando Fernán Gómez, que aparece en el número 13 de la lista de las mejores 50 películas españolas. También actuó en La busca (que ganó el premio de la crítica en el Festival de Venecia). El cartel del filme Joaquín Murrieta tenía su bellísimo rostro y su melena negra.

En cuanto a la danza española y el flamenco, su gira por Japón, todo Oriente y luego Norteamérica, es una de las más largas que se dieron en el siglo XX: duró varios años, algo hoy impensable. Sus estrenos históricos en Madrid recuerdan Las cuatro esquinas, en 1988, en el centro Cultural de La Villa, inspirado en las pinturas de Romero de Torres. Dos años antes, en 1986, había estrenado en el Teatro Romano de Mérida Las furias, una recreación en clave flamenco-teatral del mito de Antígona. Los otros dos tablaos de tradición que cuentan en sus anales son Las Brujas y Los Canasteros. De esa ingente labor fragua su estilo y su baile de matices vernáculos.

Sara razona sobre la carrera de las bailarinas en su madurez: "El problema es que la carrera de las bailarinas es siempre muy corta, y he ido buscando las fórmulas para permanecer en escena con papeles de carácter. En España y en el baile español no sucede como en la tradición rusa, por ejemplo, que las bailarinas mayores tienen reservados los papeles de carácter, que tienen tanta importancia como cualquier otro; aquí para hacer esos papeles, disfrazan a un joven y ya está". "Me he preocupado de crear papeles que me mantengan activa en escena", concluye la artista, que se ha recreado un papel simbólico en Carmen, la nueva coreografía que pone en pie en el Reina Victoria.

Ballet Flamenco de Madrid. Carmen, con coreografía de Sara Lezana. Teatro Reina Victoria. Carrera de San Jerónimo, 24. De martes a domingo. 15 y 25 euros. Hasta el 5 de septiembre.

Sara Lezana en el montaje actual de <i>Carmen</i>.
Sara Lezana en el montaje actual de Carmen.

La cigarrera y su destino teatral

Las versiones de Carmen en danza española se multiplican y siempre encontramos alguna en cartel, algunas más flamencas que otras, y también, algunas más ligadas que otras a la partitura de la ópera de Bizet, y por ende, al argumento que se desprende de la novela de Merimée.

Las últimas grandes producciones de Carmen fueron la bailada por Aída Gómez en el Ballet Nacional de España, coreografiada por José Antonio; luego esta bailarina creó su propia versión en su compañía privada y Antonio Márquez lleva en repertorio Después de Carmen, una visión psicoanalítica del drama. Sara Lezana ha coreografiado la obra sobre su propia experiencia al haber protagonizado algunos montajes sobre la cigarrera. "Ya sabemos que Carmen es la obra universal de lo español en el ballet por encima de cualquier otro título", dice la artista. "Me lo planteé con una estilización de la parte costumbrista, con un prólogo que ambiento en Sevilla. Para el final, introduzco la mitología griega en las figuras de las parcas, con lo que consigo darle un carácter surrealista y muy dramático". En la carrera de Lezana hay al menos dos Cármenes a tener en cuenta: "La que hice con Rovira Beleta en televisión me influyó mucho. Después, ya en el cine, hicimos una con Rafael de Córdova en Don José, con Palomo Linares en el papel del torero Escamillo y con Enrique El Cojo. La música fue compuesta por Manolo Sanlúcar".

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