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Reportaje:

Náutico pop en San Vicente

Un pequeño bar de la localidad de O Grove organiza a pie de playa conciertos de artistas consagrados

Antonio Vega, Coque Malla, Pereza o Iván Ferreiro han pasado por aquí. No son Las Ventas ni el Monte do Gozo. Es el Náutico, un bar a pie de arena en San Vicente do Mar (O Grove). Un local modesto, rehabilitado a partir de un puerto deportivo que no prosperó, y que se construyó a su vez sobre las ruinas de un almacén de salazón de finales del siglo XVIII. Música y noche se mezclan armoniosamente aquí desde hace más de diez años gracias al empeño de su dueño, Miguel de la Cierva.

Cae el sol en San Vicente. Es viernes y el cantautor Nacho Vegas repasará hoy parte de su repertorio. Pasan de las diez de la noche, y empleados y músicos comparten mesa a la hora de la cena, como una familia que se reúne por vacaciones. Los niños corretean y algún cliente se acerca a comprar las entradas. La naturalidad y la sencillez inspiran el proyecto de De la Cierva, una "iniciativa empresarial y espiritual" en la que se empeñó tras abandonar una carrera musical -formó parte del grupo Los Limones- que no acababa de despegar. Los primeros que tocaron aquí se fueron encantados con el buen ambiente que se respira. La voz se ha corrido y la fama del local ha empujado cada vez a más grupos a pasarse por él, por mucho menos de lo que estipulan sus cachés. Hasta la tercera parte en el caso de Vegas, según el dueño del bar.

En la terraza que separa los dos galpones de que consta el Náutico se ve el mar en calma, con las luces de Sanxenxo enfrente tras la playa de A Lanzada. El concierto empieza a la 1.30, y el público ya supera las 400 personas. Sin embargo, no hay una voz más alta que otra. "Aquí no hay portero, y nunca hay peleas", señala De la Cierva, orgulloso.

Empieza el recital, Nacho Vegas en formato acústico, guitarra en ristre y acompañado de un percusionista y un teclista. Sorprende la calidad del sonido, ayudada por un equipo técnico que De la Cierva ha ido mejorando año tras año. El juego de luces verdes, azules y amarillas de los focos invita al relax, al que ayudan la voz lánguida de Vegas y su música sin estridencias. "Mucho mejor así que con la banda grande", comenta algún aficionado entre el público.

Mientras los músicos tocan, la gente se acerca y se aleja alternativamente del escenario, para contemplar el mar o charlar. Durante una hora y media se suceden las canciones hasta que suenan los primeros acordes de El hombre que casi conoció a Michi Panero, homenaje al malogrado poeta y uno de los mayores éxitos de Vegas. "Muchas gracias, sois muy amables", musita al terminar. Fin del concierto, de nuevo un éxito.

De la Cierva está contento: "Esto es una carrera de fondo, hay que sembrar, recoger y volver a sembrar". Revela planes de futuro que pasan por conseguir que en el Náutico se programen "15 horas ininterrumpidas de música en vivo, que los grupos puedan grabar los directos y se pueda trasmitir en streaming, en una calidad reservada ahora a tan sólo algunas emisoras de televisión". El empresario se entusiasma. Y tampoco tiene miedo de que el auge del local acabe perjudicando su ambiente tranquilo. "Dejé de anunciar a Pereza en cartel hace tres años, si no, podríamos tener un problema de orden público", revela. "No tengo prisa", añade, y sentencia literariamente: "Este proyecto está condenado a triunfar".

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Hace rato que terminó el concierto. Son las cuatro, pero no hay vecinos quejándose. Ventajas del verano en San Vicente.

No todo es música

El Náutico abrió su temporada musical en julio y la cerrará en octubre. Después, meses de silencio en que el local abrirá intermitentemente como bar o para fiestas contratadas de antemano. Entre tanto, a las actuaciones musicales se les sumarán otras actividades culturales, como monólogos -Carlos Blanco o Luis Piedrahita ya han pasado por el escenario- e incluso talleres para niños, con espectáculos de clowns para que los padres "se puedan tomar una caña tranquilamente" en un ambiente familiar.

El Náutico engancha. El cantante del grupo alemán Río Bravo se enamoró del lugar y decidió quedarse. Ahora ayuda como camarero y de vez en cuando salta al escenario, por el que este año han pasado Christina Rosenvinge, Maga o Miguel Costas (ex Siniestro Total). Y después de los conciertos, la fiesta continúa. El viernes fueron las Hermanas Mckenzie -pontevedresa y cordobesa a pesar del nombre-, que pincharon pop hasta las tantas.

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