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Crónica:CARTA DEL CORRESPONSAL | Filadelfia
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los secretos del garaje

Hubo un tiempo no muy lejano en el que los mercadillos en los jardines de las casas estadounidenses eran algo más que un motivo para hacer limpieza y sacar unos dólares a los cacharros acumulados con el paso del tiempo en el desván: era un festejo para el vecindario. La bautizada como Gran Recesión está resucitando esta tradición, pero por necesidad y, a veces, por pura supervivencia.

La peor crisis en ocho décadas quizá esté superada sobre el papel. Pero cuando se pregunta a la gente de a pie, la realidad se torna oscura. Son cada vez más los que temen por sus finanzas, incluso quienes esperan que la economía mejore. Unos pierden el sueño pensando que su nombre se sumará a la lista de los 6,7 millones de empleos destruidos. Otros, porque trabajan menos horas y ganan menos.

La gente vuelve a vender trastos viejos para hacer frente a la crisis
El centro comercial del Condado de Montgomery está vacío

Así, no es de extrañar que los ánimos sigan por los suelos en EE UU. No hay ganas para gastar más de lo debido. El paciente no está aún para correr maratones. Y para comprobarlo sólo hay que salir de Nueva York, cruzar Nueva Jersey y parar en el gran shopping mall (centro comercial) del Condado de Montgomery, en las afueras de Filadelfia. Está completamente vacío.

Al otro lado de la ruta 309, en una pequeña comunidad de chalés adosados como en la que viven los Simpson, los coches se agolpan frente a garajes abiertos de par en par, mostrando sobre mesas de pic-nic sus tesoros: pequeños artículos con un alto valor sentimental o decorativo que sus propietarios esperan convertir en una mañana en billetes verdes. Una vuelta a lo básico, al comercio cara a cara.

Y es que cuando el cheque con el sueldo no llega al final de la semana, hay que hacer de tripas corazón hasta dar con un empleo que les permita pagar las facturas. Son, si puede decirse, más afortunados que los vecinos que no tienen otra opción que vender todo lo que tienen antes de abandonar corriendo sus casas, incapaces de pagar la hipoteca.

La imagen se repite a lo largo y ancho de este país que es un continente, con carteles pegados en farolas y globos adornando el porche. Y lo que son penas para muchos son oportunidades para otros, que en lugar de irse a la playa escapando del calor húmedo, navegan por

Craigslist, la web especializada en anuncios por palabras, buscando gangas.

Libros por entre 50 centavos y un dólar. Tres por un CD. Vestidos de marca por cinco. Un estuche de maquillaje sin usar por un par de billetes de George Washington. Un reloj por 15 dólares. Nada vale más de 20 dólares en estos mercadillos improvisados que proliferan en los garajes y que son delicia para los coleccionistas de juguetes y otras antiguallas.

El mercado de segunda mano está así floreciendo, y el buen tiempo acompaña a sacar las cosas del desván con algo más de entusiasmo, esperando hacer algo de negocio. Hay verdaderos especialistas en la materia, como Martin Lindstrom, que no duda en compartir sus consejos para ayudar a los más necesitados a hacer dólares de la calderilla.

La presentación es clave, y el precio determinará la rapidez con la que se venden las cosas, sobre todo si hay competidores en el vecindario, a los que no hay que perder de ojo. Para que los compradores no vuelvan a casa con las manos vacías, es esencial levantarse pronto y tener 50 dólares en billetes de uno y de cinco, para no perder oportunidades por falta de cambio.

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