El bloqueo de Lorenzo
El mallorquín, que tiene una oferta para irse a Ducati, se refugia en Mallorca para decidir su futuro en MotoGP
El pasado domingo, en el circuito de Brno, Jorge Lorenzo entró en el hospitality del equipo Yamaha de MotoGP poco después de que Usain Bolt corriera los cien metros lisos en 9,58 segundos. Entró dando voces, alucinado por la marca que había conseguido el atleta jamaicano. Poco después, se sentó con sus mecánicos a charlar sobre la carrera que se había disputado por la mañana, en la que rodó por tierra cuando trataba de retener a Valentino Rossi. Sobre las once y media de la noche, el bicampeón español salió del hospitality y se detuvo en medio del paddock. Allí se encontró con Livio Suppo, director deportivo de Ducati, que durante más de una hora trató de convencerle para que no renueve su contrato con Yamaha y se vaya con él, ahora que la marca italiana vive días inciertos debido a la extraña enfermedad que ha hecho que Casey Stoner, su primer piloto, se baje de la moto y se quede en casa durante tres carreras (la última en Brno, y las próximas de Indianápolis y Misano).
Cerrada la puerta de Honda, que en la República Checa anunció haber llegado a un acuerdo básico con sus dos actuales pilotos (Pedrosa y Dovizioso), Lorenzo tiene dos ofertas encima de la mesa: la de Yamaha y la de Ducati. La marca de los diapasones le ofrece alrededor de 4 millones de euros, primas aparte (ahora percibe 2,5 millones), y ni soñar con recibir el trato de piloto número uno. Y Ducati, con el apoyo de Marlboro, su patrocinador principal, le ha tentado con 6,4 millones más pluses por resultados, y con una serie de privilegios que ahora, por estar bajo el mismo techo que Rossi, no tiene. Además, tiene la garantía de que podrá llevarse al equipo técnico que quiera. Más allá del contacto exhibicionista que tuvieron el domingo pasado en pleno paddock, Lorenzo y Suppo no se han vuelto a ver las caras, todo ha sido por teléfono. Consciente de la trascendencia de la decisión que debe tomar, el balear y su agente, Marcos Hirsch, se sentaron ante una mesa el miércoles en Barcelona. "La decisión tiene que tomarla él, que por eso es el piloto", explica Hirsch. "Con una línea hecha a boli, dividimos una hoja de papel en blanco y destacamos los pros y contras de ambas posibilidades", prosigue el representante. Las dudas y la importancia de no equivocarse en la elección provocaron que, a las tres horas de reunión, Lorenzo se bloqueara. "Se va a Mallorca hasta el lunes para reflexionar y decidir, y anunciaremos la elección antes de la próxima carrera (en Indianápolis, el domingo 30)", confirma Hirsch.
Las dos alternativas van rodeadas de incógnitas. Lorenzo es consciente de que, actualmente, la M1 es el mejor prototipo de la parrilla. A la vez, está convencido de que, con Rossi al otro lado del taller, le resultará imposible recibir el trato preferencial que exige.
En cuanto a la otra posibilidad, los interrogantes surgen cuando el mallorquín se pregunta si será capaz de gobernar un búfalo de carreras como la Desmosedici. En Ducati están convencidos de que sí, y así le intentó convencer Suppo, el domingo pasado, en Brno, durante más de una hora.
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