_
_
_
_
Cosa de dos
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

ANSIA

Telecinco mantiene una relación bastante ansiosa con sus estrellas. Precisemos: con las estrellas que se apellidan Vázquez. En cuanto un Vázquez funciona, la dirección intenta mantenerle todo el día en pantalla. El curso pasado le tocó a Jesús Vázquez, que llegó a simultanear tres programas. Lo que, añadiendo autopromociones y demás, suponía un montón de horas. Ahora es el momento de Jorge Javier Vázquez, que sufrió un breve eclipse tras la caída del Tomate y al que, ante la crisis de audiencia, hubo que recurrir de nuevo. Al principio, el programa de Vázquez (significativamente llamado Sálvame) tenía como único objetivo que algún espectador viera Telecinco en las horas de sobremesa, sin muchos más recursos que unos apasionantes refritos de Supervivientes y la labia del Vázquez en cuestión.

La idea funcionó y ahí les entró el ansia a los directivos: si Sálvame traía audiencia, ¿por qué no emitirlo todo el rato? En eso estamos. Ya hay Sálvame de tarde, Sálvame de noche, Sálvame de Internet y algún otro Sálvame que me habré perdido. Sospecho que algún programador habrá estudiado ya la idea de un Sálvame-Las noticias, otro espacio que necesita un avío.

Telebasura en estado puro, dirán ustedes. Pues sí, sin disimulos ni complejos. Cuando se cede la palabra a Belén Esteban, nadie espera escuchar un discurso sobre las posibilidades de conseguir la fusión fría en un futuro previsible.

Yo no era favorable a la telebasura, pero últimamente no me parece tan mal. Eso será porque la comparo con la realidad-basura, cada vez más abundante. No hablo de la realidad asquerosa, esa en la que flotan inmundicias etarras y corrupciones varias, sino de la realidad-basura, que es algo más complejo. Pongo un ejemplo para explicarme: ayer, en el diario ABC, el presidente de la CEOE, un señor que no representa a todos los empresarios sino más concretamente a las grandes corporaciones, dijo que los salarios tenían que bajar un 1% "como mínimo". No dijo, en cambio, que la remuneración de consejeros de administración y altos ejecutivos ha subido este año. ¿Captan lo que intento decirles?

Entre este señor y Belén Esteban, tengo muy claro con quién me quedo.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_