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Reportaje:tendencias

Volver, volver, volver...

De Schumacher a Blur, las viejas estrellas se abonan a la moda del eterno retorno

Gregorio Belinchón

Ya saben, vuelven "por fidelidad...". A sus seguidores, a su arte, a sus compañeros, a sus antiguos jefes, a sí mismos o porque se lo debían a su familia. Quizá sencillamente no digan la cruda verdad y la lealtad se deba a su cuenta corriente, a la necesidad de carburante monetario. O puede que solo se deba a que al público adora el revival. ¿La estrella se mantendrá a la altura, se le notarán los años, merecerá la pena pagar por verle? La vuelta de los grandes nombres del pop, los deportes y el cine no cesa. Y éste parece el verano del eterno retorno. Blur llena sus conciertos (120.000 personas) de regreso en Londres -y con esta resurrección renace la guerra del britpop Blur contra Oasis-, Whitney Houston renace de sus cenizas y los madridistas se rinden al segundo advenimiento de Florentino Pérez.

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El último en emplear la manida coletilla de "la fidelidad" fue el piloto Michael Schumacher, que retorna a la Fórmula 1, claro. En La Stampa aseguraba ayer: "Vuelvo por fidelidad hacia el equipo". Sí, y Ferrari le va a pagar 3,5 millones de euros por disputar el próximo Gran Premio de Europa, que se celebrará en Valencia dentro de dos fines de semana. Por ahora, su reaparición no está confirmada al 100% por los dolores que aún tiene en el cuello tras el accidente de moto que sufrió en febrero en Cartagena. A los organizadores de la carrera valenciana, desesperados tras el castigo a la escudería Renault que impedirá a Fernando Alonso pilotar allí, y que provocó un parón en la taquilla, se les abrió el cielo. Ayer ya habían vendido 40.000 de las 75.000 plazas del recinto, y si la semana antes de la era segunda de Schumacher habían colocado 6.500 entradas por semana, después del anuncio aumentaron a 10.000 en el mismo periodo de tiempo. En deporte, las vueltas no suelen cuajar: Mark Spitz se mojó otra vez en las piscinas a los 41 años para intentar -que no poder- participar en Barcelona 92, y Michael Jordan no encestó tanto con los Washington Wizards en su segundo retorno.

Pero el magnetismo del comeback, el palabro anglosajón que define el fenómeno, es indudable. En la música, cada temporada resurge algún grupo. Pocos cuajan con éxito y buen gusto como los Pixies, o sencillamente, con éxito, al estilo Take That, sin Robbie Williams, que se negó a formar parte de este renacimiento. Craso error: en 2006 el combo volvió a la carretera y superó los registros de su primera etapa, con varios discos de oro -hasta rompieron un mandamiento del retorno musical y grabaron temas nuevos-, tres premios Brit y conciertos abarrotados.

En cine duele más. El llamado reboot (coger una película, rehacerla y empezar como si nada) es como un remake, pero con más morro. ¿Quién recuerda a los anteriores Transformers? La serie Los Ángeles de Charlie ha quedado borrada de muchas memorias tras las dos películas. Y en los próximos meses llegarán Piraña 3 D, Pesadilla en Elm Street, San Valentín sangriento 3 D, Predators, Fama, My fair lady (con Kiera Knightley)... sin que nadie recuerde que hubo otras antes. Se degluten los éxitos de los setenta y noventa y se presentan como nuevos en el siglo XXI. Hasta El equipo A, la serie con menos guión de la historia, volverá a la pantalla grande con Liam Neeson como el coronel Anibal Smith. Que el dinero les acompañe.

Damon Albarn, a la izquierda, y Alex James, en el concierto de Blur el pasado 28 de junio en el Festival de Glastonbury.
Damon Albarn, a la izquierda, y Alex James, en el concierto de Blur el pasado 28 de junio en el Festival de Glastonbury.ASSOCIATED PRESS
Take That, en la última edición de los Brit Awards.
Take That, en la última edición de los Brit Awards.REUTERS

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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