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Columna
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Malas compañías

Desde las primeras elecciones democráticas en 1977 hasta hoy Manuel Chaves no ha dejado de estar presente en la vida política del país, como diputado y ministro hasta 1990, como diputado autonómico y presidente de la Junta de Andalucía hasta su reciente renuncia y nombramiento como vicepresidente tercero en el Gobierno, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero.

Quiere decirse, pues, que hay pocas personas que tengan una tan dilatada ejecutoria política en democracia como la que él tiene. Ha desempeñado sus tareas en la oposición y en el gobierno, con mayorías absolutas y con minorías, en algún caso tan precaria, como la que tuvo en la legislatura de 1994-96, sometido a la famosa pinza de PP e IU, protagonizada por Javier Arenas y Luis Carlos Rejón.

A lo largo de todos esos años ha estado sometido a un escrutinio público extraordinariamente riguroso y nadie ha podido encontrar en su conducta algún indicio, por pequeño que fuera, de que hacía uso del cargo en beneficio propio. Javier Arenas le llegó incluso a recriminar que su patrimonio no era creíble por su cuantía tan reducida.

Han tenido que producirse los notables casos de corrupción en las comunidades autónomas de Madrid y Valencia, en las que han sido imputados el presidente de una de ellas y varios consejeros, para que se haya puesto en marcha una operación contra Manuel Chaves con la finalidad de desviar la atención de aquellos asuntos e intentar hacer creer a los ciudadanos que en todas partes cuecen habas.

La operación ha empezado a hacer aguas esta misma semana, en la que la Fiscalía del Tribunal Supremo ha decretado el archivo de las actuaciones iniciadas tras la denuncia presentada por el mal llamado sindicato Manos Limpias. A pesar de que Javier Arenas ha menospreciado la decisión del Ministerio Fiscal, afirmando, más que insinuando, que no ha hecho más que cumplir órdenes, ("Griñán sabe, como yo, de quién depende un fiscal"), es más que probable que el Tribunal Supremo haga lo mismo con la querella similar a la de Manos Limpias presentada por el PP.

A diferencia de lo que ha ocurrido en Madrid y Valencia, los expedientes en relación con las subvenciones otorgadas por la Junta de Andalucía a la empresa Minas de Aguas Teñidas, en la que trabaja la hija de Manuel Chaves, han sido puestos íntegramente a disposición del PP, que ha podido comprobar que no se ha cometido ninguna irregularidad.

Hay que hacer una presentación muy retorcida de los hechos y proceder a una interpretación sumamente torticera de las normas para poder actuar de la forma en que lo han hecho el sindicato Manos Limpias y la dirección del PP. En el caso de Manos Limpias se entiende que haya procedido de esta manera, pues es lo que viene haciendo desde su fundación, haciendo un uso, en mi opinión, fraudulenta, del instituto de la acción popular. Pero en el del PP no alcanzo a entender qué réditos espera obtener de la presentación de una querella que carece de cualquier recorrido.

Al ex presidente de la Junta de Andalucía nadie le ha regalado trajes, ni ha recibido dinero de empresas que han trabajado para la Junta de Andalucía o para el PSOE andaluz, ni en los años en que ha sido presidente de la primera y secretario general del segundo, ni nunca. Ni ha contratado a ex guardias civiles para espiar a otros compañeros en momentos decisivos en la lucha interna, como pudo ser el congreso extraordinario en el que fue elegido secretario general José Luis Rodríguez Zapatero frente a José Bono.

Dime con quién andas y te diré quién eres, reza un conocido refrán castellano. La compañía de Manos Limpias no puede ser más elocuente.

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