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Los carteros recrean en las calles la muerte de Correos

La falta de suplentes impide cumplir la ley de reparto diario

Todos los sindicatos del servicio postal se fueron ayer de entierro en Santiago. Aporrearon un tambor imitando una marcha fúnebre, oraron por la muerte de Correos -con ora pro novis incluido- y se dirigieron desde la oficina de la calle Pitelos hasta la de Orfas portando un ataúd en forma de buzón envuelto en una sábana negra. Cortaron 15 minutos la rúa del Hórreo. La empresa, denuncian, no cubre las bajas ni las jubilaciones y se ven obligados a ampliar sus horarios y ámbitos de actuación sin ningún sobresueldo. La situación empeora en verano; sobre todo en el rural. Los suplentes no siempre conocen el medio y dejan días sin servicio a algunas zonas. Esto incumple la ley postal, que obliga al reparto al menos cinco días a la semana.

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A principios de mes comenzaron las primeras protestas. El correo no llegaba. Localidades como Rianxo, Boiro, Narón, Carballo, Ordes, Ferrol, Narón, Melide, A Ramallosa, Teixeiro, As Pontes o el sur de Lugo y Ourense empezaron a sufrir el mal reparto postal. La causa, suplentes que no conocen las zonas o trabajadores de plantilla a los que se les amplía el radio y no llegan a tiempo.

Un problema recurrente

"Las zonas no son asumibles", se queja Miguel Núñez, cartero rural en Nogueira de Ramuín (Ourense). "Esto es falta de previsión, ocurre todos los años", añade Anxo Álvarez, de CIG. "Ahora me van a sustituir y este año la nueva no conoce la zona", explica Carmela, que trabaja en Val do Dubra y se va de vacaciones mañana. El mismo problema lo tiene Núñez. "A los nuevos les dan 500 cartas, les sueltan en el monte y a buscarse la vida". "Desde que trabajo he tenido cerca de 39 sustitutos distintos, esto no beneficia a nadie: ni a los trabajadores fijos, ni a los suplentes, que se vuelven locos, ni al receptor".

Correos, por su parte, niega cualquier problema con el reparto. Para ellos, el problema es que los remitentes no escriben bien la dirección. Según los trabajadores, el argumento parapeto que les da la empresa es que no hay suficientes cartas. "Y yo lo entiendo", añade Núñez, "pero con que haya una aquí y otra en la otra punta, he de llevarlas".

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La de ayer fue la segunda manifestación en tres meses contra los recargos que padecen los trabajadores. "Llorad, estamos en un entierro", gritaba uno de los manifestantes, agitando un mini buzón como botafumeiro, mientras irrumpía, acompañando al féretro que cargaban los trabajadores, en la oficina postal de Orfas.

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