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Un espejismo tecnológico en Camp de Túria

El cierre de Celestica supone al mismo tiempo el fin de lo que en su día algunos vieron como el principio de una era. En la década de los setenta parte de la élite económica valenciana estaba segura de que la llegada de potentes multinacionales extranjeras alumbraría un tejido productivo nuevo y altamente tecnológico.

En 1978 el nombre era IBM, que inauguraba la planta de La Pobla de Vallbona, en la comarca de Camp de Túria, que ahora es de Celestica. Dos años antes lo había hecho Ford en Almussafes, en la vecina comarca de L'Horta. Los resultados de una y otra fueron, sin embargo, distintos. Y en ambos casos se trató de incursiones solitarias. A pesar de los pronósticos, el desembarco de multinacionales terminó enseguida.

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La capacidad de arrastre de Ford e IBM sobre el entorno fue desigual. El primer caso, que animó una modesta pero preexistente industria de componentes del automóvil, es conocido. La compañía estadounidense fue capaz de generar un verdadero cluster a su alrededor cuyo máximo exponente es el parque industrial Juan Carlos I, que aloja decenas de empresas de la industria auxiliar conectadas a la factoría de Ford por unos conductos automatizados (por donde los asientos, volantes, salpicaderos y demás piezas son transportados hasta caer sobre la cadena de montaje de la multinacional) que funcionan como cordones umbilicales.

IBM nunca forjó nada parecido. Su trayectoria durante buena parte de los ochenta fue, sin embargo, una historia de éxito. De la fábrica de La Pobla salieron los míticos modelos 4381 que el gigante informático exportó a medio mundo. Y la compañía ganó miles de millones de pesetas hasta que hacia el final de la década el modelo dio claros signos de agotamiento. Empezaron entonces los rumores sobre el abandono de la planta que se materializaron en 1995, con la venta a Manufacturers Services Limited, adquirida años después por Celestica.

La planta de IBM no creó un cluster pero fue en cierta forma una generadora de profesionales muy cualificados, algunos con talento, que una vez disipado el espejismo de las multinacionales pusieron en marcha sus propias iniciativas empresariales.

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