Un fuera de serie de lo más normal
Cristiano intenta huir de su condición de estrella a base de trabajo y sin hacer distinciones entre los capitanes y los jóvenes del Madrid
Cristiano Ronaldo ha irrumpido como un avión, palabras de Michel Salgado, en el vestuario del Real Madrid. Tiene 24 años, un Balón de Oro, gana casi 15 millones de euros sólo en contratos publicitarios, es el futbolista más caro de la historia (Florentino Pérez ha pagado por él 94 millones) y cobrará 12 millones anuales. En el Santiago Bernabéu, el día de su presentación le recibieron 75.000 personas. Algunas llevaban ocho horas esperándole en los aledaños del estadio. Otras se desplazaron incluso al aeropuerto de Torrejón, aun sabiendo que el acceso estaba cerrado al público, y unos pocos atrevidos le siguieron con el coche para robarle una foto.
Eso, en la capital española. En Maynooth, a miles de kilómetros de distancia, en el cuartel general del Madrid, hay más vallas que aficionados. El hotel de los jugadores está cerrado a cal y canto para velar por la seguridad del portugués. Nada más llegar a Dublín y bajar de la escalera del avión se le acercó un guardaespaldas: "Hola, soy Derek, no me separaré de ti". Pero él, Cristiano, dice que todo le parece normal. Quizás porque es el primero que intenta darle normalidad a su día a día. No es de extrañar, por lo tanto, que todos sus compañeros destaquen de él su ser "de lo más normal", además de bromista, cercano, trabajador y vacilón y un poco cuentista.
"Es agradable, normal, mucho más normal de lo que la gente se cree", afirma Raúl
"En los desayunos se le ve a menudo con los canteranos", dicen los empleados del club
"Yo soy futbolista y estoy aquí para hacer mi trabajo: jugar al fútbol", dejó claro el ex del Manchester nada más incorporarse al grupo. Raúl se sumó enseguida a esa política de convertir lo anormal en normal. El capitán, que se entrena hasta en los días libres y para el que el fútbol es entrenamientos y partidos y no las portadas de los periódicos, es el primer interesado en no convertir el vestuario en un set de rodaje o en el regreso de los galácticos. "Cristiano es una persona normal, mucho más de lo que la gente se cree. Todo lo que dice y todo lo que hace se magnifica pero es un chico como cualquier otro, se comporta como uno más, es superagradable y supertrabajador. Lo único que quiere es jugar al fútbol, y lo hará porque la vida privada es otra cosa y sólo suya".
Así es como el famoso Derek, un hombretón irlandés igual de grande que un armario y que nada tiene que ver con el fútbol se alejó de Cristiano un día después de decirle que se convertiría en su sombra. El portugués no le quería pegado a su trasero y se lo dijo. Eso da una pista de cómo es el jugador más caro de la historia de puertas para dentro. Nada más bajar del avión privado que le llevó a Madrid el día de su presentación el pasado 6 de julio dijo que él no quería escolta, que podía apañarse tranquilamente sin ella. El club está intentando convencerle de que para poder salir de casa y desplazarse de un sitio a otro necesitará un par de guardaespaldas. "A éste no le va a obligar nadie. Éste no es como los demás. Lo quiere tener todo controlado y quiere imponer su criterio... Tampoco le ha apetecido que se le ayude con la búsqueda de la casa", explica un empleado del club que se quedó con la amabilidad y el trato más cercano y familiar de Kaká. "Es que es otra cosa". Kaká preguntó, de camino al Bernabéu el día que llegó al aeropuerto de Barajas, si de verdad la gente le quería tanto. Se sonrojó cuando le dijeron que sí, por su forma de ser. Cristiano, aseguran los que estuvieron con él, casi no abrió la boca.
No es un adicto a la tecnología, ni a las consolas ni a los videojuegos. Tampoco es de esos que cambia de móvil cada mes. "Me fijo en mi madre y en mis hermanas, intento copiarlas pero es imposible porque son mucho más guapas que yo", comenta él. Pero, precisamente, si hay algo que le molesta es cuando le preguntan por su culto a la imagen. "Los diamantes que llevo son falsos y el reloj no es de plata", espetó el jueves en rueda de prensa reivindicando su look de pantalón corto.
"¡No es lo mismo verlo en la tele que encontrártelo en el vestuario!", confiesa un chico de la cantera como Miguel Torres. El lateral del Madrid, igual que el resto de sus compañeros, destaca de Cristiano su cercanía y normalidad. "Es uno más, es muy trabajador, es el primero que llega al campo y uno de los últimos en irse", cuenta Torres. Más si hay que lanzar faltas y sabe que hay cámaras grabándole. Los primeros días no se separaba de Heinze y Pepe, el primero ex compañero del Manchester y el segundo compañero de selección, pero en Irlanda ha ido adaptándose tan rápido que parece que lleve toda la vida.
"El idioma ayuda mucho, se maneja en un castellano casi perfecto... Cuando llegue a la perfección será insoportable porque no para de vacilar", bromea Metzelder, que añade: "Es tan vacilón que hay que creerse la mitad de las cosas que dice". Cristiano es listo, observa y sabe repartirse: con Pepe y Heinze en los descansos y con los capitanes (Raúl, Guti y Michel) en los rondos. "Tiene buen feeling con Higuaín y en los desayunos se le ve a menudo con los canteranos", dicen los empleados del club. "Es extremadamente agradable, una persona de trato normal", dicen Cinta y Nacho, dos de los responsables de seguridad.
¿Y futbolísticamente? "Aportará velocidad, verticalidad y regate al equipo. Tiene un toque de balón exquisito y tiene el físico perfecto para jugar al fútbol porque entra muy bien al choque. Es como un avión", analiza Michel. "Le pega con las dos piernas, y le da bien de cabeza. Es muy fuerte, tiene una potencia que, desde que se fue Roberto Carlos, yo no había vuelto a ver", añade Torres.
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