Una oportunidad de oro al agua
Jiménez y García desconectan y pierden otra vez sus opciones
Resumiendo: no estaba Tiger Woods, el número uno mundial, que no pasó el corte; ni Mickelson, que cuida de su mujer y su madre, ambas con cáncer de mama; Paul Casey, el tercero, estaba descartado; y Harrington, el campeón de las dos últimas ediciones, siempre un peligro, dijo basta. Sin grandes miuras enfrente, a Miguel Ángel Jiménez y a Sergio García se les abría el cielo para al menos llegar a la última jornada con opciones de acabar con la sequía. Diez años lleva España sin presumir de un grande (Masters de Olazábal, 1999) mientras el deporte nacional colecciona galardones, y tampoco en este Open parece que se tapará el agujero después de que ayer el andaluz y el castellonense apagaran la luz y se borraran del mapa con seis golpes sobre el par cada uno en el día.
"Si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta". Así resumió García sus opciones
El caso de Sergio, que ha sido top ten en seis Opens, se resumió muy pronto. En el tercer hoyo apareció el viejo fantasma, un putt de un metro fallado, y por ahí se marchó todo, la confianza del día anterior, su fe, las apuestas que esta vez él mismo había alentado a su favor. Y volvió el miedo, dos bogeys seguidos, la cuesta abajo. Empezó a caer, a caer, y ya no paró. Capaz de lo mejor cuando la cabeza está en su sitio, se despeñó sin remedio, por culpa según él de "un par de putts que no han querido entrar y un par de malos swings". "Pero después de todo lo que he pasado, no puede ser que todo esté perfecto ya. No es fácil con la presión, el viento, las dudas... En este campo, si pierdes un poco de confianza, te vas", resumió. Así que le falló el coco y las manos se fueron detrás engañadas por el viento.
Con él se fue también Jiménez, otro cortocircuito, esta vez entre el hoyo 14 y el 16, un doble bogey en cada uno, la bola al agua en este último, como se fue la bola de Sergio el primer día. Se apagó el rojo chillón de su polo, elegido para dar guerra, como diciendo 'aquí estoy' (sin llegar a los extremos de John Daly, claro, que iba de naranja fosforito), y llegó la "rabia" para dejar volar una oportunidad dorada. Dos días de buen juego, corto y largo, y en un rato de falta de concentración de nuevo el 'hasta el año que viene, otra vez será'. El bueno de Gonzalo, mientras, fue otro que también se nubló con el putt -"aunque no he dejado de luchar"- porque dijo que se ha encontrado un campo diferente cada día, tan distinto como está según sopla el viento. Hoy le preocupa acabar pronto el curro y acabar con cinco semanas seguidas de torneos.
¿Opciones para hoy? Sergio las resumió así: "Si mi abuela tuviera ruedas, sería una bicicleta".
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