"Algunas entrenadoras piensan que me falta un tornillo"
Dicen que España nunca podría ser un líder mundial en tecnología aeronáutica. Lo mismo decían de la natación sincronizada y el análisis resultó garrafal. Hoy empiezan los Mundiales de Natación en Roma y el equipo español de sincronizada, ganador de dos platas olímpicas en Pekín, aspira a conseguir siete oros. La responsable de este fenómeno extraordinario es la entrenadora Ana Tarrés i Campa (Barcelona, 1967).
Pregunta. ¿Le gusta mandar?
Respuesta. Me gusta organizar. Tengo una capacidad de persuasión diferente a la del resto y esto, junto a unas dotes de liderazgo, hace que parezca que mando más de lo que mando realmente. Pero tengo talento para esto.
P. ¿El talento es imaginación?
"Somos capaces de hacer cambios de última hora que nadie se atrevería"
R. Talento es hacer una cosa bien sin que tengas que pagar un precio muy alto por ello. Yo he tenido la capacidad de coger un grupo de trabajo que me entiende y que es capaz de traducir lo que está pasando por mi cabeza.
P. ¿Sigue sin tener agenda?
R. He tenido la agenda llena hasta que he empezado a trabajar. Cuando me puse al cien por cien en la piscina a montar coreografías, ya no tuve nada que poner. Lo demás no existe. Entrenar es un proceso creativo. Por eso las chicas están en tensión. Dicen: "¿Con qué nos va a sorprender Ana hoy?". De golpe y porrazo digo: "Esto no sirve para nada, vamos a cambiar".
P. Rusia y Estados Unidos tienen decenas de miles de licencias. Francia, 10.000. España sólo 400. Ha creado una fórmula capaz de superar a las potencias sin recursos. ¿En qué consiste?
R. Yo no tengo modelo. Tengo mi equipo humano. Empecé a trabajar en esto en 1991, con un grupo de personas que todavía están conmigo: Gemma, Irina, Gisela y Laura. Yo empiezo mi carrera como entrenadora con ellas. Yo había sido nadadora, pero mediocre. Fui a los Juegos de Los Ángeles y ni me acuerdo dónde quedé. Creo que la 16º. Pero he sido muy inquieta y ambiciosa. Y con unas ganas enormes de absorber lo que no sé. Sólo sé que no sé nada. No voy al teatro, ni a ver danza... Lo necesitaría pero no voy por temas de organización familiar. Me he visto en esto y he desarrollado unas capacidades que tenía latentes pero que ni yo sabía que las tenía. ¡Si yo hice filología anglogermánica! Mis capacidades intelectuales han ido siempre hacia otro lado. Ahora hablando con mi madre me dice: "Tú con tus hermanas siempre jugabas a ser la profesora". Tengo más paciencia que otra gente para repetir y enseñar y ver o intuir esa perfección que otros no intuyen: cuando consideran que algo está bien yo siempre encuentro un defecto.
P. Rusia se puede dar el lujo de presentar chicas física y técnicamente iguales. ¿Cómo compensa el hándicap de la escasez de recursos técnicos?
R. Viendo cómo eran Irina y Gemma en 1991, ¡eran inviables! Pues ahora son una referencia. En este equipo son capaces de trabajar gente nacida en 1977 con gente de 1991. Somos únicos. Éste es el grupo humano con más calidad y años en este deporte, con una manera de nadar... Aunque nos ganen las rusas: tienen habilidades técnicas, sí, pero no pueden tener las habilidades interpretativas de las chicas españolas.
P. Paola Tirados era una de las figuras y se marchó dando a entender que no estaba cómoda. ¿Cómo superó esta crisis?
R. El alto rendimiento es muy duro, y uno tiene que ser deportista los 365 días del año. A veces tus expectativas individuales no están al servicio del equipo. Nadie está obligado a estar. Si no te gusta te vas y viene gente nueva.
P. ¿Cuál es el límite moral de la exigencia?
R. Éste es un trabajo de equipo. Hemos llegado a donde hemos llegado porque las chicas me han pedido que exija. Si no, la cadena se habría roto. Y la cadena no se ha roto nunca. En estos momentos Gemma Mengual me está exigiendo a mí.
P. ¿Qué cualidad distingue a este equipo?
R. Ahora invertimos más tiempo en pensar cómo vamos a trabajar en lugar de hacer repeticiones absurdas que a veces no llevan a nada. Hemos ganado en el proceso de calidad. Somos capaces de hacer coreografías nuevas en menos tiempo. Si la situación lo requiere, y encuentro algo mejor, cambiamos todo de un día para el otro. Algunas entrenadoras piensan que me falta un tornillo. La realidad es que somos capaces de hacer cambios de última hora que nadie se atrevería.
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