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Reportaje:TOUR 2009 | Octava etapa

El triunfo del ex futbolista miedica

Luis León Sánchez convierte en alegría final el decepcionante abandono de Pereiro

Nada más cruzar la meta, levantó sus dedos índices al cielo en señal de victoria, y de recuerdo a su hermano León León (Mula, Murcia, 1983), muerto en accidente de tráfico en 2006, también ciclista, y de sus tiempos de jugador "miedica" del Muleño murciano, según su hermano Pedro León, futbolista del Valladolid. En recuerdo a todos los Leones que lleva dentro y que todos los hermanos llevan como segundo nombre y lo llevarán sus hijos en homenaje al abuelo. Y en recuerdo a Valverde, "el líder" que no puede estar en el Tour, y a Pereiro, el otro líder y compañero de habitación, que decidió ayer bajarse de la bicicleta.

Luis León estaba emocionado con su segundo triunfo de etapa en el Tour; el primero lo consiguió el año pasado en Aurillac precisamente con la ayuda de Pereiro, tras una fuga. Emocionado sobre todo cuando un primo suyo se saltó todos los controles y lo abrazó y se lo comió a besos. Y Luis León, el murciano que jugaba al fútbol y nadaba para no andar siempre en bicicleta, que se salta los controles y se abraza en las vallas a otros dos familiares.

El murciano, contrarrolejista por naturaleza, se adapta a todos los terrenos
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La sangre fría de Luis León

Luis León no es un novato. Ha ganado la París-Niza, el Tour del Mediterráneo, el campeonato de España contrarreloj, entre otros triunfos, pero sigue queriendo aprobar el examen de las vueltas de tres semanas. "La respuesta la tendremos este año. El pasado, hice bien la primera semana, lo pasé un poco mal la segunda y sufrí muchísimo en la tercera. Este año he corrido menos para intentar llegar mejor a esa tercera semana", explica, aunque inmediatamente se autoelimina para luchar por los primeros puestos de la general.

Contrarrelojista por naturaleza, no en vano se forjó en el Liberty junto a su buen amigo Alberto Contador, con el que intercambió elogios —"Me hubiera gustado que se vistiera de amarillo", dijo el de Pinto; "a mí me encantaría que ganase el Tour, pero no entro en los asuntos de su equipo", dijo el de Mula—, se ha adaptado a todos los terrenos. Pero sobre todo, ha crecido en astucia. Ayer lo demostró calculando el tiempo de la caza de Efimkin y gestionando el sprint ante Casar.

También sabe negociar. "Durante la carrera hablé con Astarloza para decirle que si conseguíamos la distancia suficiente para vestirme de amarillo, la etapa sería para él. Pero a falta de cinco kilómetros, visto que el liderato era imposible, hemos vuelto a hablar y hemos ido ambos a por la victoria", señaló tras vaciar de un trago un botellín de agua.

Su primer triunfo en un Tour no sólo le proporcionó una inmensa alegría. Le dio algo más intangible, pero más perdurable. "Aquello me ayudó a confiar en mí mismo y cuando crees en ti, todo cambia". El segundo, logrado ayer, ha confirmado su teoría, por otra parte vieja como el hombre.

La parte oscura del Caisse d'Épargne fue el abandono de Pereiro, el compañero de habitación de Luis León Sánchez. "Cuando empezamos el Tour, Óscar estaba bien. Pero cuando lo pasas mal tan pronto, como le ha ocurrido hoy [ayer] desde el principio, te cambia la forma de pensar. Ahora tiene la Vuelta a España y lo mejor es que descanse en casa, con su familia, para preparar bien esa cita".

La suya fue ayer con el Tour y la resolvió con maestría, midiendo cada pedalada al centímetro y otorgando a su victoria ese punto de emoción que la hace más grande. Era el triunfo del futbolista miedica que ayer actuó con la precisión de un centrocampista cerebral. Eso que se perdió el Muleño.

Pereiro, al final de una etapa.
Pereiro, al final de una etapa.

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