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Reportaje:ECONOMÍA GLOBAL

Otra vez relegados al Este

La recesión hace tambalear las frágiles economías del área y amenaza con extenderse por la UE

Cristina Galindo

Iba a ser la nueva locomotora del Viejo Continente. La que con sus mercados casi vírgenes y por explotar, tras décadas de economía comunista, sacaría del sopor los maduros mercados de Occidente. Pero Europa del Este está sufriendo el impacto de la recesión con mayor crudeza de lo esperado.

Con economías aún frágiles por su corto contacto con el capitalismo, los países del antiguo bloque socialista intentan zafarse de una aguda crisis financiera que, en algunos casos, amenaza con llevarlos a la bancarrota. Casi todos los países de la región o están en recesión o cerca de estarlo, las empresas están cerrando, el desempleo no para de crecer y la inversión extranjera cae.

El peligro va más allá de sus fronteras y se extiende hasta los Estados que han desviado a esa zona ingentes flujos de capital como Austria, Alemania o Suecia, que pueden sufrir el efecto bumerán de estas nuevas turbulencias llegadas del Este.

La inversión extranjera en la zona caerá este año a la mitad
"Si Letonia devalúa, la región entera se verá afectada", advierte un analista
Austria tiene préstamos en la zona equivalente al 60% de su PIB
El FMI ha dado un crédito a Polonia por valor de 15.000 millones de euros

Tras meses de calma relativa, la señal de alarma procede otra vez del Báltico. Letonia, hasta hace unos meses todo un paraíso para los inversores, con atractivos crecimientos de su producto interior bruto (PIB) de dos dígitos, está al borde del colapso. Su economía se convertirá en una de las más enfermas del mundo este año, con una contracción prevista del 18%. El paro roza el 20%, la deuda del país equivale al 150% del PIB, mientras el Estado tiene cada vez más problemas para colocar sus emisiones de bonos, las reservas en moneda extranjera han caído un 40% en un año y su divisa, el lat, está al borde de una devaluación que pondría en aprietos a más de un país europeo.

En los mercados empieza a sonar cada vez con mayor frecuencia la comparación de esta crisis del Este con la crisis asiática de 1997, provocada por el derrumbe del bath tailandés. ¿Qué nivel de contagio tendría ahora una devaluación de la divisa de la pequeña Letonia? "Sería considerable, sobre todo por el frágil escenario financiero global. Esos efectos irían más allá de simples presiones sobre aquellos países que tienen un tipo de cambio fijo, como los bálticos y los del sureste europeo. Por ejemplo, la confianza del mercado en los bancos extranjeros que han invertido en los bálticos y países similares se verá probablemente afectada", afirmaba recientemente el representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) para Europa Central y los países bálticos, Christoph Rosenberg.

"Si Letonia devalúa, la región entera se verá afectada; y los países más golpeados serán Estonia, Lituania y Bulgaria", afirma Neil Shearing, experto de Capital Economics. "Por experiencia sabemos que, en los momentos de crisis, los mercados no suelen hacer muchas distinciones entre las economías en función de sus fundamentos", advierte. Otros analistas añaden a la lista de víctimas potenciales a Rumania, pero también a otras economías más avanzadas, como Suecia y Austria, con grandes intereses en el Este.

La sola amenaza de devaluación de la divisa letona ha provocado caídas en las monedas de los países vecinos, como Polonia y República Checa, cuyas economías van relativamente mejor y son más estables, pero no han podido evitar el efecto arrastre. La caída de las cotizaciones es fatal para estas economías porque su deuda, al estar en gran parte contraída en euros, se encarece. Además, se disparan sus ya de por sí elevados déficit públicos. En cambio, Eslovenia, que logró entrar en la zona euro en 2007, parece más a salvo de la crisis.

La dependencia de los socios más jóvenes de la UE de la financiación exterior puede ser su talón de Aquiles, según el economista Nouriel Roubini, porque también ha contribuido a disparar los déficits. Durante la última década, la inversión extranjera ha sido clave para estos países, que resultaban muy atractivos por sus elevadas tasas de crecimiento y la seguridad que proporciona pertenecer al club europeo.

Pero esta tendencia ha cambiado por la crisis financiera. La euforia inversora ha desaparecido. El flujo de capital privado destinado a las seis grandes economías de la zona (Polonia, República Checa, Hungría, Rumania, Bulgaria y Turquía) caerá hasta 60.000 millones de dólares (43.000 millones de euros) este año, menos de la mitad de todo el dinero recibido en 2008, según el Instituto de Finanzas Internacionales. En Polonia, la economía más robusta de la zona, la inversión extranjera directa alcanzó 1.250 millones de euros en el primer trimestre de 2009, frente a los 1.780 millones del trimestre anterior y los 3.440 de hace un año, según el Banco Nacional de Polonia.

"Se está produciendo una fuga de capitales de la región, pero la mayoría de los bancos extranjeros permanecen; puede que algunos hayan pensado en la posibilidad de replegarse, de volver a casa, pero a largo plazo, cuando se produzca la recuperación, saben que aquí hay grandes oportunidades de negocio", explica el economista y eurodiputado rumano Daniel Daianu. "De momento no se ha producido una fuga de dinero a gran escala", afirma Jiri Pehe, director de la Universidad de Nueva York en Praga. "Quizá porque los bancos occidentales saben que si se van tendrían que pagar también una factura elevada".

Los próximos meses no parecen fáciles. Entre 2003 y 2007, estos países cubrieron casi el cien por cien de sus elevados déficit con la inversión extranjera. Pero el año pasado ese porcentaje ya cayó hasta el 55%. La alternativa: endeudarse más para financiar el déficit. La consecuencia: más deuda. El desenlace de esta espiral negra: bastante incierto.

El sector bancario es, de momento, el más afectado. Las entidades financieras de Europa occidental tienen préstamos en el Este por 1,3 billones de euros. Los mayores acreedores en la región son Austria (con créditos equivalentes al 60% del PIB), Alemania, Italia y Francia. En el caso de los países bálticos, los más afectados por la crisis financiera, Suecia es el mayor prestamista. El Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo calcula que un 20% del total de esa deuda no se recuperará nunca. Primero, porque saldarlas es ahora más caro -se contrajeron en euros y las monedas locales están cayendo-, y segundo, porque el desplome del precio de la vivienda ha convertido en basura muchas hipotecas.

Las pérdidas pueden llegar a ser enormes. El Danske Bank afirma que, en el escenario más benévolo, los bancos austriacos sufrirán pérdidas de 16.000 millones de dólares (11.500 millones de euros, el 3,5% del PIB de Austria), y los suecos, de 10.000 millones de dólares (7.200 millones de euros, un 2% del PIB). La entidad danesa calcula que, en el escenario más adverso, las pérdidas serán del 11% del PIB austriaco y del 6,1% del sueco.

Pero Frank Hansen, experto de Danske Bank, ve un poco más lejos este negro escenario. "Nuestras previsiones para Europa Central y del Este han mejorado en general desde comienzos de año, pero lo cierto es que la situación ha empeorado en los países bálticos, especialmente en Letonia", asegura. "Ha habido mucha intervención estatal para salvar los bancos de la zona euro, con un elevado coste potencial que la Comisión Europea calcula entre el 2,7% y el 16,5% del PIB europeo".

Desde que empezaron a sonar las alarmas, a principios de año, ha habido cambios. Uno de ellos ha sido la mayor coordinación entre el FMI, el Ejecutivo comunitario, los Gobiernos nacionales y los bancos centrales para elaborar los planes de rescate. Además, el Fondo no sólo actúa dando ayuda de urgencia a países como Letonia, Hungría y Rumania, sino que también actúa para prevenir las crisis, y en mayo concedió una línea de crédito a Polonia por 21.000 millones de dólares (15.000 millones de euros).

"No hay motivos para estar muy deprimido. Si Letonia devalúa y la región se ve golpeada, un FMI reforzado debería evitar un colapso generalizado del sistema financiero de las economías emergentes europeas", explica el analista Neil Shearing.

Otra medida considerada clave por los economistas es la reciente decisión del Banco Central Europeo de ofrecer más liquidez a los bancos, entre ellos a los que están más expuestos al Este, con una inyección récord de 442.240 millones de euros en su primera subasta a un plazo de un año, según destaca Sebastian Leitner, del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena. "Pero eso no es suficiente", advierte. "Es necesario aumentar la inversión pública y ayudar a las familias a través de políticas fiscales y salariales". Otra iniciativa ha sido la impulsada por el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, el Banco Mundial y el Banco Europeo de Inversión, que han reunido otros 24.500 millones de dólares (17.500 millones de euros) para los bancos.

Pese a todo, países como Letonia lo tienen muy difícil. Algunos expertos afirman que, tarde o temprano, la divisa letona será devaluada -algunos creen que hasta un 30%- y arrastrará en primer lugar a las monedas que, igual que el lat, tienen un cambio fijo con el euro, como la lituana, la estonia y la búlgara. Para el profesor Morten Hansen, jefe del Departamento de Economía de la Escuela de Económicas de Estocolmo en Riga, es impredecible saber si habrá devaluación: "Devaluar puede incrementar la competitividad, pero si no se hace de manera controlada puede desembocar en un colapso de la divisa, como en Argentina o Islandia".

Mientras, las protestas crecen en las calles del Este debido al descontento de la población con la gestión de la crisis. En Letonia el paro ha pasado del 6,5% a casi el 20% en un año, y el Gobierno ha puesto en marcha duras medidas anticrisis, incluida una rebaja del 20% en el salario de los funcionarios y del 10% en las pensiones. No es el único país que ha tenido que apretarse el cinturón en una región que tiene este año poco que celebrar, pese a que se cumplen dos décadas desde que cayó el muro de Berlín y cinco años desde que la Unión Europea empezó a abrirse a los antiguos países comunistas.

Protestas sindicales, a las puertas del Parlamento en Budapest en abril pasado.
Protestas sindicales, a las puertas del Parlamento en Budapest en abril pasado.REUTERS

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.
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