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"La posmodernidad literaria llegó muy tarde a España"

El escritor Germán Sierra satiriza la novela "descontaminada"

Un funcionario inútil, Carlos Prat, muestra su vida para que un escritor todavía desconocido la convierta en novela. El objetivo, desactivar el libro que podría estar escribiendo una ex novia, quizá con él de protagonista. Es la excusa lineal de Intente usar otras palabras (Mondadori), lo último de Germán Sierra.

La idea de exploración remite a Google desde el título: "Podemos encontrar todo lo que deseamos con una búsqueda rápida; la respuesta no nos satisface y buscamos otra". Un resumen de la dificultad de vivir en línea con la contemporaneidad y un collage de la tradición narrativa posmoderna. Por entre el cortocircuito y la aleatoriedad, Sierra (Santiago, 1960) arma una sátira sobre la burocracia, el sexo, la desintegración del individuo o el futuro de la literatura estable como "tecnología obsoleta". "Pese a estar muy mediatizado, el protagonista se busca en un libro impreso", explica. "Ahí está la sátira de la literatura como reserva espiritual descontaminada de los media y el pop".

"Busco modos de expresión que se ajusten al tiempo que vivimos"

Profesor de bioquímica en la Universidad de Santiago, donde estudia la epilepsia en animales, Sierra expone su idea "viral" de la escritura. "Buscar modos de expresión que se ajusten al tiempo que vivimos", resume. El lenguaje fragmentario actual -con Internet, mensajes de texto o series como Perdidos- convive con la alta literatura fragmentaria, dos siglos más vieja que Thomas Pynchon. Aquí toca hablar de la manoseada generación Nocilla

[por el éxito editorial de Agustín Fernández Mallo, Nocilla dream] y las desventajas de una etiqueta que engloba a autores tan dispares como Jorge Carrión, Eloy Fernández-Porta (el autor de Afterpop), Harkaitz Cano o Juan Francisco Ferré.

"Nadie está diciendo que estemos descubriendo nada extraordinario", puntualiza Sierra, hablando de la "necesidad de recuperar lo primitivo en lo moderno", un poco a la manera que tiene Michel Houellebecq de socializar sus depresiones. "Sí noto que los lectores actuales, que descodifican todo tipo de narrativas, me entienden mejor que hace diez años. Si hay crítica que no lo hace, es su problema".

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En este sentido, el escritor santiagués reconoce el reflejo estadounidense -"le han sacado mucho más partido a la experimentación que aquí"-, habla de Foster Wallace, Vollmann y los intraducidos -de Curtis White a Danielewsky- y llega a España. "Si Julián Ríos fue durante tanto tiempo un estandarte minoritario", sintetiza, "es porque la posmodernidad literaria llegó muy tarde". La recuperación la sitúa en los 90. "Al principio con poca difusión, entre nosotros, blogs mediante". El "intenso debate cultural" precedió al reflejo mediático. "El contexto", destaca, "lo hemos creado nosotros". Todas las novelas de Sierra, desde El espacio aparentemente perdido, las publicó Constantino Bértolo en Debate. Desde Alto voltaje (2004) publica en Mondadori.

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