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Análisis:Copa Confederaciones 2009
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Normalidad y madurez

José Sámano

"Lo siento". Fue lo primero que en la noche del miércoles se le escapó a Vicente del Bosque nada más cruzarse con los periodistas españoles, a una cuadra del vestuario, tras el batacazo con Estados Unidos. Un síntoma de naturalidad y generosidad. "No pasa nada. Podemos tener la cabeza muy alta". El razonamiento fue de Iker Casillas, que en estos tiempos de normalidad absoluta de la selección, en las victorias y en la derrota, decidió ayer, junto a Carles Puyol, asumir la portavocía del grupo. Una comparecencia muy significativa: los dos capitanes ante la audiencia. Un gesto de madurez, impensable en tiempos no muy pretéritos.

Naturalidad, normalidad y madurez, en el podio y en el lodo. Ése es el carácter de este grupo de internacionales a cuyo concilio -interior y ante el exterior- ha contribuido de forma extraordinaria el propio seleccionador. Mientras se perpetuó la racha iniciada con Luis Aragonés, Del Bosque no devolvió a los futbolistas la posición subsidiaria que tuvieron con otros entrenadores de mayor foco; en Bloemfontaine, cuando se rompió la cuerda, el técnico, al contrario que muchos de sus antepasados en el cargo, tampoco rastreó en su imaginario a la búsqueda de alguna diana externa.

Hoy no hay camarillas, sectarismos, incendios verbales, demagogias ni excusas
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Hoy no hay camarillas, sectarismos, incendios verbales, demagogias ni excusas (nadie de la expedición ha deslizado siquiera el claro penalti sobre Xavi con 0-1). Sin divismos, el equipo se mantuvo en la tierra durante su fabulosa racha de juego y triunfos y no quiso enmascarar un tropiezo, sin ajamientos hacia nadie. A veces, el éxito, bien metabolizado, ayuda a gestionar los días con nubarrones. En el deporte español, en plena efervescencia, hay casos notables y recientes: ¿Se puede poner alguna tacha a Nadal por no haber estado a la altura de Madrid o haber doblado la rodilla en Roland Garros? ¿Emborronó la selección de baloncesto su inolvidable bingo en el Mundial de Japón por su posterior desliz en el Europeo local? Ahora, el fútbol, con todas sus estridencias y casquerías, también ha sabido reaccionar con estilo. Cierto que por una derrota en un campeonato oficial, sin gran cartel, pero convenía examinar la reacción de un vestuario en cuyo deporte abundan los camerinos. Su respuesta, igual que tras el podio de Viena, le acerca a otras disciplinas más terrestres.

Desde lo estrictamente futbolístico, a lo largo del torneo, a España le ha faltado ese punto de frescura que le caracterizó desde la Eurocopa. El equipo ha mantenido su distinguido guión, pero quizá le haya confundido el propio torneo, difícil de encuadrar. Su extraño formato y el aspecto de teloneros de buena parte de los adversarios fomentan irremediablemente la distensión, máxime tras un curso agotador, física y mentalmente, para la mayoría de los internacionales, algunos con un triplete en la mochila. Otros han aterrizado en Suráfrica con la cabeza en España y un intermediario que les desvela cada día. En esas condiciones, y con las bajas de Senna, Iniesta y Silva, tres pretorianos del centro del campo, semillero del buen fútbol español, su nota más distinguida, la selección toreó ante rivales de poca enjundia y se atragantó con el primer contrario con cierto vuelo. Recibió dos tantos parvularios y se ofuscó ante el gol. Un mal día tras 31 meses intachables. La selección se ha ganado con creces su fiabilidad. Y de Suráfrica se llevará su graduación en la derrota y una lección para su regreso como favorita, esta vez sí con esa etiqueta merecida, dentro de 349 días a partir de hoy.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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