Milutinovic se vuelve 'iraquí'
El serbio, que ha entrenado a ocho selecciones, dirige a los 64 años a Irak desde la vecina Qatar
"Sólo le temo al tiempo", apunta Velibor Milutinovic, seleccionador de Irak; llegados a este punto, algo más que un simple entrenador de fútbol y que por tarjeta de presentación dejó ayer esta frase: "Soy serbio, mi casa esta en México y hablo cinco idiomas: serbio, inglés, francés, italiano y castellano. El español, mejor que ningún otro". Lo dice un trotamundos que ha dirigido en distintos Mundiales a México (1986), Costa Rica (1990), Estados Unidos (1994), Nigeria (1998) y China (2002) y que con Irak ha preparado ya a ocho equipos nacionales. "Llevo algo en mi corazón de todos los países en los que he trabajado y... los españoles sois unos hijos de puta. Lo ganáis todo: tenis, fútbol, automovilismo, ciclismo... ¡Y ahora también la NBA!", cuenta tras el reciente éxito de Pau Gasol con los Lakers.
Nacido en Bajina Basta hace 64 años, el mundo del fútbol conoce a Milutinovic como Bora desde que en 1967 debutó en el Partizán de Belgrado. Esta tarde, por tercera vez en su carrera en los banquillos, se enfrenta a España. "En 1993, en Valladolid, con Estados Unidos, perdimos por 2-0. En Francia 1998, con Nigeria. Ganamos por 2-3".
¿Y la primera? Se ríe. En 1981, España jugó en México contra los Pumas, el equipo en el que colgó las botas y al que entrenó. "Nos jugábamos el título pocos días después y hablé con [José Emilio] Santamaría", explica. Pactaron cambios ilimitados. Resultó que algunos jugadores, como Dirceu, titulares en su conjunto, le pidieron jugar al menos unos minutos: "Me dijeron: 'Míster, igual nos ve alguien y nos ficha". Pactaron salir en el segundo tiempo: "Hice el primer cambio y saque a Dirceu. Marcó un gol". Hizo el segundo: "Saqué a Leonardo y metimos el segundo". Y, tras el tercer cambio, el tercer gol. "Entonces, se me acercó Santamaría muy enfadado y me dijo: 'Basta, se acabaron los cambios". "Les perjudicó la altura", dice divertido mientras mira el reloj: son las 14.30 en Mangaung-Bloemfontein; el suyo marca las 15.40. "¡Ah, sí!", dice. La rueda de prensa debe empezar.
"En inglés. Soy de la BBC y tenemos a 250 millones de personas siguiendo nuestras informaciones", le insta un periodista. "En el mundo hay más de 300 millones de gente que habla español", le contesta Bora, que habla siempre en español y luego, él mismo, se traduce al inglés. Cada poco, mira a su derecha, emocionado. "Ustedes no saben lo que significa para estos chicos [iraquíes] estar aquí. Y para mí. Es un enorme honor. Somos muy felices de jugar contra España", dice. "Buscamos cuatro puntos para clasificarnos. Sabemos que jugamos contra la mejor selección del mundo, pero les aseguró que un iraquí ya no le tiene miedo a nada", razona Milutinovic.
A su lado, Imad Mohammed y Mahdi Karem le miran entregados. Bora les abraza cuando responden a una pregunta, les mima. "Lo mejor de mi equipo son los hombres", sostiene; "serán mejores o peores, pero son hombres extraordinarios, capaces de dar lo mejor de sí mismos en una situación inimaginable. Y eso harán contra España". ¿Qué piensa de George Bush?, le preguntan. "¿Quién es Bush? No conozco a nadie llamado así", responde. "Sólo sé de fútbol", miente el viejo zorro serbio, que, sin más, elogia el trabajo de su amigo -lo recalca- Radomir Antic con Serbia: "Yo también soy serbio, pero llevo a todos los países donde he entrenado en mi corazón".
Hace un par de meses, Milutinovic descansaba en Dubai, invitado por un sheik [jeque] amigo -sí, también entrenó en Arabia Saudí, faltaría más-, cuando le plantearon la idea de hacerse cargo de Irak en la Copa Confederaciones. "Vale, pero no trabajo allí", respondió. Lo hace en Aspire (Qatar), el centro de alto rendimiento más importante del mundo. Se supone que su sueldo lo paga su amigo el sheik. Milutinovic tiene contrato hasta que acabe el torneo. "Ya veremos qué pasa. En mi vida, un día va detrás de otro. No hay más futuro que el mañana", sostiene. "¿Si estaré el año que viene en el Mundial? I hope! [¡Espero!]", responde. Un mensaje muy sincero. Así es Bora. Tan sincero como el responsable de prensa de Irak, que le despide a la puerta de la sala: "Salam aleikum [la paz sea contigo], Bora!". El hombre que sólo le teme al tiempo mira su reloj y, como si fuera el conejo de Alicia, se despide: "¡Adiós, tengo prisa!". Salam aleikum, Bora.
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