El valor de la urgencia

Una de las cuestiones capitales en una serie trata sobre la urgencia. Viajera infatigable, va de un lado a otro cambiando de equipo, alternando ánimos y dejando marcas. El Barça se presentó en Vitoria con ella pegada al no poseer la ventaja de campo, y el tiro de Basile se la pasó al Tau, que afrontó el segundo acto toda la presión del mundo. Por si no fuera suficiente, le tuvo que hacer frente con una mala noticia, el maltrecho estado físico de Splitter, que además de su lesión en el hombro da la sensación de tener el depósito de reservas limitado. Y todavía pasó un susto más a mitad del segundo cuarto, cuando Teletovic pisaba a Grimau y se tenía que ir al vestuario con toda la pinta de no volver. Lo hizo en el meridiano del tercero, más que nada por cuestiones anímicas y aunque no tuvo una especial incidencia, su sola presencia puso algo de paz en los inquietos corazones vitorianos. A todo ello tuvo que hacer frente el Tau y lo resolvió bien, siempre dando la impresión de una mayor intensidad que sus rivales y llevado de la mano de Prigioni y Mickeal, a los que el primer partido de la final dejó dejado ansiosos.

Salió muy enchufado el Tau, al que Xabi Pascual, entrenador azulgrana, intentó buscar las cosquillas con un quinteto poco habitual, con Anderson, Ilyasova y Santiago queriendo repetir la autoridad debajo de los tableros. La jugada, a pesar de la ausencia de Splitter, no le salió bien, y un poco a trancas y barrancas, y ayudado porque sólo Navarro encontraba soluciones en el lado del Barça, los vitorianos pusieron algo de tierra por medio (23-14, minuto dos del segundo cuarto). Entre Sada, que metió algo más de revoluciones a su equipo, y el pasajero desconcierto que provocó la lesión de Teletovic, el Barcelona pudo estabilizar el encuentro antes de irse al descanso (33-33).

El tiempo corría a favor de los azulgranas, mucho menos presionados, por lo que el Tau optó por meter una marcha más a su intensidad defensiva. Como pasó en el tercer partido contra el Madrid, la presencia de Vidal y San Emeterio, unido a que Splitter derrochaba el 90% de su energía en intimidar a cualquiera que atacase su canasta, volvió a coger el mando de las operaciones. Al Barça se le secó su producción anotadora y fue siempre a remolque.

Llegó el turno de la definición y el 10% de energía que le quedaba a Splitter lo usó para dos movimientos del manual de juego de espaldas a canasta mientras que Rakocevic cerraba el partido con dos triples (68-57, a tres minutos para el final). Lakovic clavó otros dos (71-67, a un minuto) pero dos milagros en 48 horas son demasiados. Al final, pudo más la necesidad, y la urgencia, tan dispuesta a cambiar de aires, vuelve a girar su mirada sobre el Barça de cara al tercer partido del martes.