_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gades y el destino del ballet español

La innegable e importante labor de la Fundación Antonio Gades (FAG) se ha visto reforzada por el más que ambicioso proyecto levantado por la compañía dependiente de la misma. Es su cuarto montaje desde que, muerto el bailarín y coreógrafo de Elda, se reconstituyó la agrupación con la idea de mantener en activo y sobre los escenarios el ya de por sí magro catálogo de coreografías. Tras Carmen, Bodas de sangre y Suite de flamenco, ha llegado la hora de Fuenteovejuna, verdadero testamento estético del alicantino, estrenado en el Teatro de la Ópera Carlo Felice de Génova (con música de Antón García Abril y diseños de Pedro Moreno) el 20 de diciembre de 1994 y compendio tanto estilístico como coréutico de su carrera. La compañía de la FAG la reestrenó en el Teatro Romano de Verona el 20 de agosto de 2008. Recientemente, una función en Valladolid dio pie a un más que justificado homenaje al ex bailarín, maestro y empresario de danza Boris Trailine (Lemmos, Grecia, 1921), amigo personal de Gades y su representante en muchas gestas por todo el mundo a lo largo de más de 30 años. Trailine tomó como un empeño personal que Antonio terminara Fuenteovejuna y gestionó aquel histórico estreno genovés.

Fuenteovejuna existía ya en el ballet clásico soviético. En 1939, y en pleno apogeo del realismo socialista, el coreógrafo georgiano Vajtang Chaboukiani junto al compositor Alexander Krein crearon Laurencia en el Teatro Kirov de Leningrado, basado en el drama de Lope de Vega. Fue un éxito de ballet narrativo de inspiración española, que retomaba el testigo formal del Don Quijote (1869) de Petipa y de La taberna española (1918) de Petrov, que enseguida pasó al repertorio del Bolshói de Moscú, encontrando en Maya Plisétskaia una Laurencia para la historia. Gades tenía su cuenta pendiente, y así lo confesaba, con Don Quijote; durante años meditó hacer un ballet inspirado por la novela cervantina, pero siempre lo pospuso en ese ámbito de meditación y trabajo lento que lo caracterizaba, un tipo de rigor ante el acto creador que explica de manera diáfana que sus obras tengan la unidad que ostentan, otra peculiaridad distintiva dentro del corpus del ballet español y flamenco del siglo XX.

En el Fuenteovejuna de Gades están contenidos sus otros ballets: la manera explícita de narrar, la creación de la tensión o dramaturgia, los movimientos de grupo, la estructuración de grandes diagonales masivas que se vuelven lectura, la manera casi quirúrgica de acudir al folclore respetuosamente y con una distancia en el gusto y la dinámica hasta conseguir una imbricación tan moderna como eficaz (escena de la boda; la vaquilla; las lavanderas en el río). No desdeñaba Gades la experiencia coral del ballet académico, la solución y desarrollo del dúo como eje o la estructuración dramática in crescendo. El guión de Fuenteovejuna (hecho por Gades al alimón con José Manuel Caballero Bonald) da una lectura clara de la pieza y ésa es parte de su genialidad, de su empaque y de sus calidades.

Gades entendía la importancia de generar un repertorio estable para una supervivencia saludable del ballet español. De hecho, cuando dirigió en su etapa fundacional el Ballet Nacional de España, llamó a los grandes, entre ellos, Mariemma y su maestra Pilar López, y les pidió coreografías para la institución. Ni siquiera tuvo la tentación de recargar la oferta con obras propias, y eso es hoy todavía un ejemplo diáfano. La nueva Compañía de la FAG cumple, en este caso, con una deuda implícita.

Fuenteovejuna, de Antonio Gades, se representa hoy, dentro de la XIV Temporada de Ballet de Mallorca, en el Auditorio de Palma de Mallorca.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_