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Reportaje:Empresas & sectores

El líder del tablero toca madera

La tercera generación asume las riendas de Finsa

El primer grupo español dedicado a los transformados de la madera está llamado a romper el tópico de padre empresario, hijo ingeniero y nieto poeta. Financiera Maderera (Finsa), con sede central en Santiago de Compostela, presente en 20 países y con 15 plantas repartidas por España, Irlanda, Portugal y Francia, afronta la asunción de responsabilidades por parte de la tercera generación del fundador tras la repentina muerte de Santiago García Baliña, su presidente y consejero delegado, sólo un año después de haber relevado en el cargo a su hermano Manuel, también fallecido.

Finsa ha sabido convertirse en multinacional sin perder su carácter familiar, con unas ventas consolidadas en 2008 de 1.500 millones de euros y unos 5.300 empleados, se ha colocado entre las seis grandes de Europa en su sector.

Finsa tiene gran parte del camino andado. Los herederos que ahora se harán cargo de la gestión llevan años integrados en tareas de todo tipo, casi desde abajo, dentro del grupo. Es un ejemplo, casi paradigmático, de cómo una empresa se adelanta al futuro a través de un protocolo de sucesión muy pensado, en palabras de José Antonio Novo, director de la Cátedra de Empresa Familiar de la Universidad de A Coruña, que alude a la figura del "consorcio de primos" como una de las herramientas clave en este tipo de situaciones.

"Notamos la crisis como la notan todos, y luchando en un entorno muy duro en cuanto al consumo", se limitaban a señalar desde Finsa semanas antes del fallecimiento de su presidente. Ahora, en plena recesión, son otros los asuntos que también ocupan las agendas de los herederos, entre los que están los cinco hijos de Manuel y los tres de Santiago, con varios de ellos en funciones ejecutivas desde hace años.

La profesionalización del consejo ha sido otra tarea asumida como propia en una empresa no cotizada, con la incorporación en los últimos años de catedráticos como el ex presidente de Caixa Galicia José Ramón Docal.

La multinacional gallega no hará el camino sola. La voraz carrera de adquisiciones que inició en 2005 (Aglomerados Ecar y Grupo Faus, en España; Industrias Jomar, en Portugal, y Foresa France y Mediland, en Francia) se saldó a final de 2008 con un último salto, que se concretó a través del control total de Utisa, de la que tenía un 50%, con cuatro fábricas repartidas por Teruel y Levante. A través de un canje de acciones, su socio en esa compañía, Móstoles Industrial (Moinsa), presidida por Isidoro Álvarez y participada por El Corte Inglés, entró como minoritario en Finsa. Era la primera vez que un socio ajeno a la familia fundadora tomaba una participación accionarial. "Es una operación que no va más allá de un acuerdo societario que no cambia nada nuestra filosofía ni nuestra línea de trabajo", aclaran desde la compañía compostelana.

En representación de Moinsa actualmente se sientan en el consejo de Finsa ejecutivos como Anselmo Martínez Echavarría y ex políticos como Estanislao Rodríguez Ponga, secretario de Estado de Hacienda con el PP y desde 2006 vicepresidente de Caja Madrid. El canje de acciones para controlar Utisa permitió conocer las dimensiones reales de un grupo tan grande como discreto.

En el informe que daba luz verde a la operación, la Comisión Nacional de la Competencia consideraba que la integración arroja una cuota conjunta en el mercado español de tableros de entre el 40% y el 50%. En cuanto a segmentos, el control por parte el grupo resultante será de entre el 50% y el 60% en lo que respecta a maderas melaminizadas y de entre el 40% y 50% en tableros MDF. En su descargo, Finsa advertía al supervisor que uno de sus rivales, la portuguesa Sonae Industria, detenta en España cuotas de entre el 20% y el 30% en los tableros de aglomerado y MDF.

La nueva vida de Finsa también viene precedida por sobresaltos a los que nadie es ajeno. Su política de inversiones se ralentizó en 2008: frente a los 67 millones de 2007, la maderera tenía previsto cerrar 2008 con 54 millones, destinados a nuevos proyectos y adquisiciones. Y en Gandía, donde opera a través de lo que era el Grupo Faus, firmó en febrero con los trabajadores el acuerdo sobre un expediente de regulación de empleo (ERE) que contempla el despido de 325, de una plantilla de 857. Ahora más que nunca llega el momento de tocar madera para la primera multinacional española del tablero.

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