La energía de viento y madera
Jóvenes demuestran cómo mejorar los hornos de leña y los parques eólicos
Viento, agua, madera. El uso más eficiente y ecológico de estos tres esenciales elementos protagonizaron este año las inquietudes e investigaciones de los jóvenes finalistas del premio anual Luis Freire que convocan cada año los museos científicos coruñeses entre los escolares de Secundaria de toda Galicia. Y aunque quedaron preguntas sin respuesta concluyente, como dilucidar si Popeye "se equivocó" al creer que las espinacas tienen más hierro que algas, los trabajos de esta edición para resolver interrogantes dispares, con rigurosa metodología científica aunque medios caseros, volvieron a arrojar resultados sorprendentes.
Así, jóvenes de Verín demostraron ayer en la Domus de A Coruña que para reducir en tamaño los tan antiestéticos parques eólicos bastaría con añadir más aspas de menor dimensión a cada aerogenerador. Así mejoraría, y mucho, el rendimiento y producción de energía de cada molino. Y resulta que la arena gruesa es el elemento que mejor depura el agua contaminada. O que la madera de manzano es la idónea para calentarse con una chimenea o utilizar en cocina de hierro.
La madera de manzano es idónea para calentarse con una chimenea
Se pueden reducir los parques eólicos si se le usan aspas más pequeñas
En cuanto a los grillos, cuatro adolescentes del instituto As Barxas de Moaña desmontaron la teoría de que sólo cantan de noche y cuando hace calor. Aunque cuanto más sube la temperatura, más aumentan la frecuencia de los cricris que emiten al abrir y cerrar sus alas, los grillos, concluyeron, "no pueden ser un termómetro atmosférico fiable". Tanto cantan "de noche como de día", haga 33 o 16 grados.
El instituto Castro de Baroncelli de Verín fue el gran protagonista de la final de este premio de investigación por el que compitieron 39 trabajos de alumnos de toda Galicia: tres de los cinco equipos finalistas son de jóvenes de este centro. Bajo la batuta de su profesor de Física y Química, Miguel Ángel Yebra, desarrollaron completas investigaciones sobre la eficiencia de viento y leña para producir energía o sobre depuración de aguas residuales. El primer premio, que incluye un viaje al parque natural Arribes del Duero, en Castilla y León, recayó, "por el diseño y rigor científico" de su trabajo, en los tres quinceañeros de Verín, Tania Alonso, Laura Pardo y David Ginzo, que se pasaron meses del último invierno investigando tratando de determinar qué tipo de madera es la más idónea y eficiente para uso doméstico.
Con ayuda de un horno artesanal de cerámica, que les fabricó especialmente, siguiendo sus instrucciones y diseño, una alfarería de Maceda, los tres adolescentes se dedicaron a quemar distintos tipos de madera y calcular la biomasa, la temperatura o la potencia en vatios que producía cada combustión. El resultado fue que la leña de manzano produce menos calor pero más tiempo. El roble, el fresno y la haya alcanzan, al quemar, mayores temperaturas "aunque en un tiempo menos prolongado, por lo que se necesitan más cantidades". Y conclusión principal: "Cómo dicen nuestros abuelos, resulta muy importante colocar la madera en una posición adecuada".
Riguroso, metódico y con "resultados valiosos", según reseñó el jurado del premio, es también trabajo de los cuatro verineses que se dedicaron a estudiar el número de aspas necesarias para hacer más eficiente los aerogeneradores de los montes gallegos. Aunque su investigación sólo quedó, sorprendentemente, en tercera posición, los cuatro chicos demostraron que se podría reducir el número de parques eólicos si a cada molino se le ponían aspas de menor tamaño que las habituales dado que producirían más energía y a mayor velocidad.
Y aunque no lograron su propósito de averiguar si las algas tienen más o menos hierro que las espinacas, Gustavo y Marcos, del instituto Sar de Santiago, fueron recompensados por el jurado con el segundo premio "por su capacidad para reformular su proyecto ante las dificultades encontradas" en su investigación. "No sabemos si Popeye se equivocó al apostar por las espinacas, pero aprendimos a filtrar partículas y algo de química", destacaron los dos jóvenes. En resumidas cuentas, que se lo pasaron bárbaro jugando a ser científicos.
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