Cenizas del 'electroclash'
En 2005 Fischerspooner tuvo una residencia de tres meses en el megaclub Manumission de Ibiza, que esta temporada echa el cierre después de 15 años. "El lunes por la noche representábamos el espectáculo y dormíamos todo el martes. El miércoles volábamos a otra ciudad europea y tocábamos viernes y sábado. El domingo, otra vez a Ibiza, y el lunes, vuelta a empezar. Estaba allí, pero la verdad es que la residencia fue en el aeropuerto de Barcelona", cuenta Casey Spooner. "Desde luego, aquél no fue un apacible verano. Soy una persona muy ocupada, siempre estoy con algo.".
Es marzo, Madrid, y la mitad del dúo neoyorquino que —aunque lo hayas olvidado— a principios del milenio era lo más grande en materia de baile está de visita para presentar su tercer disco, Entertainment. En aquel momento todavía no se sabía que la crítica mundial iba a encontrar un extraño placer en despellejarlos una vez publicado. Se les acusa de haber hecho el disco con desgana, inercia y pereza. Cosa curiosa en una banda que presume de concienzuda y que sólo ha grabado tres álbumes en ocho años. "Para el primero nos tomamos nuestro tiempo. La gente no se dio cuenta porque aparecimos de repente, pero empezamos en 1998 y no publicamos el debut hasta 2000. Y lo mismo con el segundo. No somos perezosos, es simplemente que..., mira, este disco lleva grabado desde otoño de 2008. Y desde noviembre estamos trabajando en el lanzamiento. Las fotos, la portada..., nos lleva al menos seis meses tenerlo preparado".
"He pensado en dejar la música. Pero me gusta, aunque a veces sea un dolor"
De repente. Corría octubre de 2001. Apenas había pasado un mes desde el 11-S y Nueva York era una ciudad anímicamente devastada cuando un tipo llamado Larry Tee montó un festival al que bautizó Electroclash. Eran bandas de un rampante amateurismo, pero estaban vivas. Una excéntrica y revitalizadora fusión de electrónica casera, disco y new wave. Fischerspooner actuó ahí. Su gran éxito, Emerge, era el himno perfecto para aquel movimiento. Parecía un tema de Human League puesto al día. "Sinceramente, estábamos ahí desde hacía años y de repente alguien le puso nombre. Ni me enteré. Nunca me sentí parte de un movimiento".
Fischerspooner es la suma de dos: Casey Spooner, frontman y letrista, entonces tenía 24 años.Warren Fischer, el músico, 42. Con ellos, una troupe de instrumentistas, bailarines, estilistas, diseñadores y otras aves puestos a su servicio para un espectáculo en directo que es la esencia del proyecto. Básicamente, el bombazo de Emerge les sirvió para labrarse un nombre después de años de intentarlo en las más distintas disciplinas artísticas. "Yo venía del teatro experimental, de actuar para públicos muy pequeños, y Emerge me dio la opción de cruzar muchas fronteras".
Vista su trayectoria desde entonces, la forma en que han ido abriéndose camino en otras direcciones, da la impresión de que ya sabían que aquel éxito no era fácil de repetir y que debían administrarlo bien. "Por supuesto que me he planteado dedicarme a otra rama del arte. Pero me gusta Fischerspooner, a pesar de que a veces es un grano en el culo. La música no existe hoy como negocio. Se fue al garete hace mucho. Mira lo que nos pasó con EMI".
Les pasó que en 2006 les dieron puerta. Aunque ellos lo ven de otra manera. "Nos dieron la libertad. Cuando volví de Ibiza tenía la renovación del contrato esperándome. Lo firmamos. Y entonces empezaron a llegar los despidos. En unos meses todo el mundo que conocíamos estaba en la calle. Estaba muy asustado, deseando que nos echaran. Cuando por fin nos dijeron que querían rescindir el contrato fue lo mejor que nos podía pasar. Además, una vez que dejas la industria, la gente se siente más libre para trabajar contigo".
Pero el hecho es que, a pesar de recibir una jugosa indemnización, estaban sin sello. Casey recibió una oferta para interpretar el papel de Laertes en una representación de Hamlet. "Siempre fui un actor frustrado. Antes del éxito de Fischerspooner participé en un montón de obras con amigos artistas en Nueva York. Fue un trabajo duro, representamos en Los Ángeles durante seis meses cada noche, y giramos por todo el mundo, pero me dio la oportunidad de trabajar en un proyecto que no era totalmente mío y por eso hasta cierto punto resultó relajante".
Resulta curioso que valorando tanto el arte hayan titulado su nuevo disco Entretenimiento. "Muchas veces siento que entre la cultura popular y la alta cultura hay un enfrentamiento absurdo. Nosotros tratamos de aunar las dos cosas. Con nuestras performances intentamos convertir la experimentación en diversión, en entretenimiento. Integrar ideas nuevas en un ambiente festivo".
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