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ARTÍCULO PUBLICADO EN EL PAÍS EL 18 DE DICIEMBRE DE 2006 | Faltan dos días para la final de la Liga de Campeones

Los buenos

Mi hermano me dijo un día que fuera a ver a Andrés Iniesta. Al día siguiente, Andresito y su equipo iban a jugar la semifinal de la Nike Premier Cup. La semifinal se jugaba más o menos a la misma hora de mi entrenamiento. Le dije a mi hermano que no sabía si podría acudir, pero que lo intentaría. Acabé mi entrenamiento y, en vez de tomármelo con calma, esa vez me apresuré. Tampoco para eso era rápido, de manera que llegué tarde, justo al comienzo del segundo tiempo.

Rexach tardó un instante en darse cuenta de que Messi era otra cosa. Yo, por respeto a Charly, tardé dos instantes respecto a Iniesta. Los justos para darme cuenta también de que ese chico tan menudo -parece que en el Barça todos son así-, ese chico que hoy todavía no sabe que el sol y sus correspondientes playas existen, ese chico era otra cosa. No es necesario enumerar sus talentos. Viendo al Barça y a él, se descubren. Al instante. Antes lo teníamos unos 30 minutos. Ahora casi siempre lo tenemos a tiempo completo.

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Con Xavi no hay tanta pequeña historia detrás. Esa vez no fue mi hermano quien me advirtió. Esa vez fue Albert Benaiges, entrenador del fútbol base.

Un día me lo encontré por las instalaciones de Can Barça. Después de saludarnos, darnos un abrazo y los normales qué tales, me empezó a hablar de lo bien que en esos momentos estaban jugando y soñando con llegar donde yo ya estaba. Me habló de éste y del otro y sobre todo de Xavi. Me dijo que éste era el mejor. Que tenía que ir a verle un día. Que los dos jugábamos en la misma posición y que lo hacía todo bien... El único problema era -eso dijo Albert- que era pequeño (¡si ya os lo decía yo!; lástima para el resto de la humanidad que en Can Barça el dichoso prejuicio de la altura no existe; a lo mejor estuvo y a lo mejor estará, pero ahora no toca).

Hace poco estuve en Buenos Aires. Tuve la inmensa fortuna de pasar un día entero con Marcelo Bielsa. En un momento de la larga y maravillosa conversación con un amigo [David], nos dijo: "David y Pep, a los buenos los vemos tú, él y yo. Pasa lo mismo con los malos: los vemos tú, él y yo. El mérito lo tiene el que es un jugador normal y, de repente, tú, él y yo saben que va a ser bueno". Mi hermano, Charly Rexach y Albert Benaiges no tienen ningún mérito. Estos dos son demasiado buenos. Lo sabemos tú y... ellos. Y los buenos son buenos tanto cuando se gana como cuando se pierde.

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